EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

sábado, 27 de septiembre de 2008

EL BANDOLERISMO EN ANDALUCÍA

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El fenómeno del bandolerismo ha sido ampliamente estudiado y se han editado multitud de libros, ponencias y tratados sobre este tema, del que hay verdaderos expertos y estudiosos. Hoy quiero hacer aquí un breve esbozo sin tratar en profundidad el fondo de esta cuestión, pues es muy amplio, y para no hacerlo muy extenso y pesado de leer para ustedes, en sucesivas entregas iré escribiendo y describiendo algo sobre los aspectos biográficos de los más importantes bandoleros que en la historia han existido, incluyendo por supuesto a los más significativos de ellos, nacidos aquí, en Estepa.
En el transcurso de los siglos XVIII y XIX, el bandolerismo en Andalucía, surgió por causa de la sociedad reinante en una época eminentemente rural, latifundista y atrasada. El analfabetismo, la incultura en la gente, el paro, la pobreza que había, hacía que el trabajador estuviera sometido y maltratado por los terratenientes, dueños y señores de haciendas y tierras. Algunos de aquellos hombres del sur, inadaptados, insurrectos de sangre caliente, se rebelaron ante situaciones de una acentuada desigualdad e injusticia social. Unos cometían algún delito leve, y otros, por circunstancias de la vida tan convulsa que llevaban, antes que canta un gallo, sacaban las “facas” y perpetraban crímenes o asesinatos en frecuentes riñas y pendencias que acontecían, y que les acarreaban el destierro forzoso para huir de la acción de la justicia. Y entonces, ocurría lo que se conocía comúnmente como “echarse a la sierra”, para desde allí, -en solitario al principio-, una vez fuera de la Ley y al amparo de los mejores escondites, moverse por las tierras andaluzas por caminos perdidos y escarpados desfiladeros, u ocultos en las más recónditas y seguras cuevas de nuestras serranías. Después, al que al principio era un fugitivo solitario, pronto se le unían uno o más individuos formando un grupo de varios caballistas que se conocía con los nombres de “partida” o “cuadrilla”, que al contar con más miembros, tenía también mayor fuerza y poder operativo para afrontar y acometer empresas y proyectos delictivos más importantes: robos a mano armada, secuestros, extorsiones, robos de ganados… y un largo etcétera.
Algunas veces se veían obligados a abandonar sus seguros refugios, para cabalgar más al descubierto por las extensas campiñas, cuando por necesidad iban a visitar a sus familias que vivían en sus pueblos o cortijos en el campo; con ocasión del nacimiento de un hijo, del fallecimiento alguno de sus familiares, o simplemente en sus desplazamientos de un lado a otro, para cometer sus fechorías en nuevos escenarios.
Como he dicho al principio, en futuros y sucesivos escritos, me centraré en las figuras de los bandidos más conocidos que cabalgaron por estas tierras andaluzas. Estepa es uno de los pueblos donde más floreció este fenómeno del bandidaje, y cuenta entre sus hijos aquí nacidos, con algunos nombres de aquellos tristemente famosos delincuentes que en esa época fueron el terror de los caminos, las sierras y campiñas de Andalucía, y el sobresalto de cuantos viajeros que a caballo o en galeras y diligencias, se aventuraban a cruzar nuestras tierras.
En la antigüedad de los tiempos, cuando la dominación de España por los romanos, ya algunos historiadores cuentan que era de Estepa, la antigua "Astapa”, el célebre Caracotta; un bandolero que seguramente, no dejaría de incordiar y hostigar a la población y las tropas con sus correrías, y según dice Dion Casio: “Había un bandido llamado Caracotta que actuaba en Hispania y con el que Augusto estaba tan furioso que al principio ofreció un millón de sestercios, al hombre que lo capturara vivo. Pero más adelante, cuando el bandido acudió a Augusto por su propia cuenta, el emperador no sólo no le hizo daño, sino que en realidad le hizo más rico por la cantidad de la recompensa”.
Algunos escritores extranjeros de los siglos pasados, que visitaban España, daban del bandolero popular andaluz y de sus “hazañas” una versión romántica en sus escritos, que en casi la totalidad de los casos era equivocada, y nada tenía que ver con la realidad, llegando a afirmarse que eran generosos y robaban para socorrer a los pobres. Eso, casi nunca se correspondía con la cruda realidad; pues ellos vivían para robar, y robaban para vivir.
De José María Hinojosa “El Tempranillo, decían que era “el que a los ricos robaba, y a los pobres socorría”. Pudo haber alguna excepción. Si estos bandidos dieron a algunos cortijeros, venteros o campesinos unos reales de plata u oro conseguidos en sus robos, lo hicieron para pagar silencios; siempre a cambio de algo: alojamiento para ocultarse en los cortijos, comida, armas o caballos… pero sobre todo para cerrar las bocas y dar a las autoridades que los perseguían, noticias falsas de su paso por allí o equivocadas sobre de su paradero.
Al final, casi la totalidad de ellos, salvo alguna rara excepción, tras una azarosa vida llena de peligros, siendo perseguidos por la Ley en constante acoso de los “Migueletes” primero y la Guardia Civil después, unos terminaban su vida violentamente en la sierra, exterminados a tiros por las fuerzas del orden, o presos y luego muertos ajusticiados mediante garrote vil en las principales plazas públicas de las ciudades de Andalucía, y muchos de ellos, después de ejecutados, hechos cuartos sus cuerpos y expuestos los restos arriba de altos palos colocados en los cruces de camino y en las salidas de las ciudades, para escarmiento público de otros que pudieran tener las tentaciones de seguir por el mismo camino.

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