EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

miércoles, 25 de noviembre de 2009

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DÍA 11 DE ABRIL DE 1462:
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“LA BATALLA DEL MADROÑO”
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ENTRE CRISTIANOS DE LA FRONTERA,
Y MOROS DEL REINO DE GRANADA
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(Segunda parte)



En la primera parte de este relato de la Batalla del Madroño, dejamos a las tropas del Marqués de Cádiz descansando unas horas, después de una dura caminata nocturna desde Marchena a Estepa.
Desde donde estaban acampados cerca de Estepa don Rodrigo Ponce de León y sus tropas, este caballero y su vasallo el alcaide de Osuna, don Luís de Pernia, tomaron el acuerdo de enviar a diez caballeros bien elegidos y conocedores del terreno de aquella sierra de Peñarrubia, que era muy abrupto y lleno de madroñales, para que sin ser vistos ni oídos, pudieran espiar a las tropas moras que se encontraban acampadas en la ladera de dicha sierra.


Los diez hombres enviados observaron a las huestes moras y el gran bullicio que tenían, y decidieron que cuatro de ellos quedaran allí vigilando los movimientos y número de las fuerzas del infante granadino Muley Hacén, mientras que los otros seis volvieron a informar a su señor el marqués, de todo lo que habían visto.
“Conla qual nueva reçibio grandisima alegria. y determynaron de yr pelear conel rey moro y sus gentes”.
Tomaron el camino hasta llegar a un alto donde había una torre atalaya, y allí sintieron el gran bullicio y remolinar que los moros tenían ordenando sus fuerzas tras haber descansado. El marqués y sus hombres pensaron que habían sido descubiertos y que los moros querían salir de aquél terreno de madroñales. Entonces, don Rodrigo Ponce de León decidió hacer de su ejército dos grupos de ataque, y se puso a la vista del enemigo para encarar la batalla, pues dichas tropas, estaría distanciadas unas de otras, como a cuatro tiros de ballesta. Al ser vistos los cristianos, los moros se dividieron en cinco grupos, haciéndoles ver que querían batalla.
“E commo esto vido el marques dixo: Ea alcayde luys de pernia. encomendemonos adios y santiago y aellos”. E respondio luys de pernia y dixo: catad señor que estos moros es muy gruesa gente. Y nosotros somos pocos y es tan grande la ventaja que nos tienen y no querria recibiesemos alguna mengua y nos perdiesemos. Pues estamos atienpo de nos poder yr anuestro salvo”.

A lo que el marqués le contestó que tenía gran confianza en Dios y en su bendita madre, y su voluntad era darles batalla aunque tuviese menos gentes. Y arengando a sus tropas, les dijo de encomendarse a Dios y a nuestra señora con mucha fe y devoción, y con su ayuda habrían de obtener gran victoria y vencimiento.
“E luego mando tocar sus tronpetas y atabales. y fue tan grande el gozo y alegria de los caballeros y peones. que conel sonido de las trompetas y atabales quelos cavallos no podian tener ninla gente con deseo de yr apelear”.
Después, el marqués de Cádiz y Luís de Pernia hicieron con todas sus gentes un solo ejército, tanto caballería como infantería, marcharon todos hechos una piña, y acordaron ir poco a poco contra los moros, que al ver a tan poca gente atacando, se dividieron en cinco grupos para atacarles; uno de ellos más largo, para cercarlos en una maniobra militar que los encerrara en medio de sus tropas.
Llegó la hora del enfrentamiento, y don Rodrigo y sus gentes arremetieron fuertemente contra el lado más flaco del ejército moro, dando recias voces diciendo: ¡Santiago! Y fue tan duro el choque entre ambas fuerzas que los cristianos lograron romper el cerco en el que habían sido envueltos, que salieron de él pasando a la otra parte de las tropas moras hiriendo, derribando y matando a gran cantidad de ellos.

“E asi juntos dieron otra buelta sobre los moros y ficieron enellos grand destruiçion e bolvieron luego juntos con grand vigor y fuerça sobre otra batalla gruesa y desbarataronla. E duro tanto la pelea que mataron quatro cavallos adon Rodrigo ponçe de leon. E luego le era otro dado y bolvia apelear tan bravamente que pareçia un leon. E al postrero cavallo quele mataron se encontro con un valiente moro. E pasole el moro con su lança el braço derecho. Y el marques encontro al moro por la cara quele paso dela otra parte y dio conel en tierra y lo mato”.
A pesar de la grave herida en su brazo, que nunca quiso que se la liasen, el marqués no dejó de pelear hasta que hubo terminado la lucha y ganado la batalla.
“E la sangre por si le çeso y nunca sele altero ninle vino açidente. E commo los moros se viesen tanto destroçados y perdidos comenzaron a fuyr. Y el marques de cadiz con sus cavalleros y la otra gente de pie siguiendo el alcançe matando y firiendo enellos camino de Antequera fasta que llegaron ala cavalgada. y gela tomaron. E ally mataron ynfinitos moros de pie y aun de cavallo. E dieron buelta conla cavalgada fasta donde el vençimiento dela batalla. E alli don Rodrigo ponçe de leon con su buen cavallero luis de pernia y gentes mataron muchos moros de los que quedaron escondidos por los madroñales”

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En la parte tercera y última, se narrará el final de esta histórica batalla.

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