EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

lunes, 24 de mayo de 2010

INCURSIONES DE GUERRAS Y SAQUEOS DE TROPAS CRISTIANAS A TIERRAS DE MOROS, EN AL-ANDALUS ________________ ( y III )

INCURSIONES DE GUERRAS
Y SAQUEOS DE TROPAS CRISTIANAS
A TIERRAS DE MOROS,
EN AL-ANDALUS
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( y III )


En esta batalla que se dio cerca de Jerez, además del muy renombrado caballero Garci Pérez de Vargas, entre otros, luchó también un hermano de éste, llamado Diego Pérez de Vargas, y el caballero Pere Miguel, ambos naturales de Toledo.
Don Álvaro Pérez de Castro, jefe de las tropas del príncipe don Alfonso, estimó que la única oportunidad que tenían para ganar aquella batalla, era poner en práctica la estratagema de formar un solo cuerpo con todos sus hombres, y atacando con gran temeridad, desbaratar, reventar el ejército moro rompiéndolo por la mitad.
Para llevar a cabo tal ardid, mandó un mensaje al príncipe que se hallaba en la retaguardia con un destacamento de reserva que custodiaba a medio millar de prisioneros. Con el fin de contar con la mayor cantidad posible de hombres, ordenó don Álvaro que fueran decapitados todos prisioneros, para que las tropas quedaran libres de su custodia y pudieran reunirse con él para el ataque. Una vez cumplida tan cruenta decisión, el príncipe llevó a sus tropas al frente de batalla, y con los hombres de don Álvaro Pérez de Castro, todos juntos formaron un grueso ejército que a los gritos de “¡Santiago, Santiago!” y “¡Castilla, Castilla!, se abalanzaron contra el centro de la tropa enemiga, quedando la línea rota por el encontronazo.

Allí hubo muchos muertos de ambos bandos, que se enzarzaron en un choque confuso y sangriento donde moros y cristianos mezclados, lucharon feroz y desesperadamente para defender sus vidas.
El valiente Garci Pérez de Vargas, armado caballero poco antes de entrar en combate, demostró ser digno de tal nombramiento, pues su lucha fue de las más valerosas, viendo sucumbir durante la contienda a tres briosos caballos que le fueron matados en desesperado combate; uno de ellos, mantenido contra el rey de los Gazules que desde África hubo cruzado las aguas del Estrecho para guerrear, y a quien hirió mortalmente desde el arzón de su caballo.
Diego Pérez de Vargas, hermano del valeroso Garci, no se quedaba atrás en arrojo y valentía en esas luchas a muerte. En el brío de la contienda, quedose sin armas, ya que rompió en combate la lanza y la espada; mas él no quedó por ello indefenso, y arrancando con su gran fuerza una gruesa y contundente rama de un olivo, desde su montura comenzó a dar con ella tales estacazos repartiendo palos por doquier, con tal vigor y energía, que aquél desgraciado moro que recibía uno de sus mazazos con tan mortífero garrote, ya no se levantaba del suelo.
Don Álvaro, el capitán de las tropas de don Alfonso, hermano del rey don Fernando III El Santo, estaba muy contento al ser testigo de las hazañas de don Diego; valiente caballero y guerrero, que a cada golpe que repartía mandobles y garrotazos arreándolos con la pesada tranca de olivo, machucaba y destrozaba un cráneo musulmán. Por lo cual, cada vez que el dicho don Álvaro veía caer a un moro con la cabeza rota, le gritaba a su caballero: “¡Así, así Diego!” ”¡Machuca, machuca!”Y desde entonces, el caballero don Diego Pérez de Vargas; fuerte de manos y brioso de puños, se llamó “Diego Machuca” o “Diego el Machucador”, cuyo apodo venido como fruto de tan valerosa hazaña, llevaron luego varios caballeros de su estirpe o descendencia.
Aquél mote de ‘Machuca’ por el que se conoció a dicho guerrero, lo siguieron llevando sus descendientes desde entonces, y en nuestros días, podemos ver que son muchas las personas que en España se apellidan así; de ellas, son varias las familias estepeñas que generación tras generación, en sus miembros se ha perpetuado en el tiempo el apellido Machuca; mote consecuencia de tan heroica acción guerrera.

Al ver las enormes matanzas que sufrían, los moros retrocedieron huyendo del campo de batalla para refugiarse en el castillo de Jerez. Las puertas de la ciudad se taponaron de la mucha cantidad de soldados que pretendían entrar por ellas, y eso dio lugar a que pisoteados murieran muchos de ellos bajo los pies y el peso de otros, que intentaban pasar por encima de los heridos y muertos que se apilaban. Y allí, las espadas cristianas hicieron grande carnicería cerca de las murallas.
Después de la batalla, se amontonaron los despojos arrebatados al enemigo tras la victoria, y las joyas y objetos preciosos que se encontraron en las tiendas enemigas, superaron lo que nunca soñaron, siendo más cuantiosos de lo que imaginaron.
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Nota del autor del Blog: Los datos y fechas para redactar esta serie de tres escritos, han sido extraídos del libro de Washington Irving: Crónicas Moriscas. "Leyendas de la conquista de España"

1 comentario:

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