EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

viernes, 11 de febrero de 2011

EL VIEJO GUADALQUIVIR…,
Y LA CÓRDOBA MILENARIA
_________________

Nacimiento del río Guadalquivir en Cazorla (Jaén)
 Allá, en las entrañas de la Madre, en pleno corazón de la provincia del Santo Reino, allí comenzó la vida del viejo río de Andalucía.
La Jaén del olivar inmenso, tuvo la dicha, cual la más agraciada y feliz de las mocitas, de engendrar en su interior, y parir luego al más grande de los hijos que la madre Andalucía tuviera: su río. Y el feliz parto llegó, allá por los años en que la memoria del tiempo se pierde, y a intrépidos borbotones, nació orgulloso y feliz.
Y es en Cazorla, donde el bosque de los bosques, lleno de belleza, ve con asombro cómo el recién nacido, su hijo, comienza el torpe y titubeante andar de sus primeros pasos.

Y sigue su cauce lento, y así, va despacito, se va impregnando del verde del pino, del campo y el olivo que Jaén le aporta, tomando después más adelante el blanco de la espuma del mar, la cal de los pueblos andaluces, y la sal de Cádiz, para ofrecérselo luego a su madre Andalucía, que tomando ambos colores; el verde y el blanco, los abrazará como atributos que adornen y formen su bandera.
Pero ahora, el río, en su caminar pausado por entre los campos, se va adentrando en las tierras del antiguo Califato de Córdoba. Y ahí se quiere quedar para siempre, en esa vieja, culta y tolerante ciudad, crisol donde un día se fundieron religiones y culturas que nos legaron hombres sabios e ilustres; filósofos y médicos, poetas y pintores.

Puente romano y Mezquita Catedral

Pero no es posible; sus aguas no pueden pararse en la vieja Córduba romana; el curso del río, igual que la vida, ha de continuar.
Y aún así, rezagado y zigzagueante, traza meandros, se agarra a sus orillas para no seguir avanzando, aferrándose a los viejos pilares de piedra del puente romano, donde el viento, al pasar por sus arcos le susurra al oído, muy bajito, los rumores que se oyen de cuadrigas y legiones que trajinando sobre él, lo atraviesan constantemente para acometer las campañas guerreras que por estas tierras cercanas mantuvieron César y Pompeyo.

Interior de la Mezquita de Córdoba
Más tarde, siglos después, ese mismo puente recuerda los murmullos que se oían cuando unas veces, con todo el boato oriental, el Califa y su séquito lo cruzaban en tiempos de paz. Así mismo, en otras ocasiones por él atravesaban las huestes guerreras de los príncipes entrando y saliendo de la bella ciudad para defenderla batallando contras las tropas cristianas que se afanaron siempre en recuperarla del dominio y señorío de los Omeyas, hasta que un día, por fín, el rey Santo don Fernando la conquistara para los reinos cristianos.
¡Cuán bella historia, tiene esta ciudad de los Califas!

Por ello, no quiere el río dejar atrás a Córdoba, y remolonea en los tranquilos meandros y remansos del lecho, porque quiere disfrutar del merecido descanso que le brinda este oasis de paz en el camino: La Mezquita árabe de ayer, con su grandioso bosque de columnas que cual palmeras, asemejan un gran oasis espiritual; hoy Catedral de la cristiandad.
Aquí, convivieron fundidas en este suelo devociones y sabidurías, y fue en Andalucía, donde la tolerancia hizo posible esa coexistencia entre razas, culturas y religiones.
Por esa razón, y por esa grandeza, fue también aquí donde la oración a Dios, se elevaba igual y a un mismo tiempo, desde la mezquita, la iglesia o la sinagoga. Y eso, dignifica a ésta, nuestra tierra de la vieja Al-Andalus y a los hombres que la habitaron y hollaron con sus pies, desde los más remotos tiempos de la Historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario