Don José Ignacio Wert Ortega, ministro de Educación Ciencia y Deporte |
El peor valorado por la opinión pública y los
medios de comunicación, el más rechazado por la comunidad educativa, y uno de
los más “vitoreados” con silbidos, pitos y flautas, de toda la pléyade
ministerial que nos ha regalado el señor Rajoy; ese es, don José Ignacio Wert
Ortega, nombrado ministro de Educación, Ciencia y Deporte, el día 22 de
diciembre de 2011.
Entre otras “loables” ocurrencias que ya ha
parido este ministro
–quizá obligado por su jefe–, nos viene ahora con el tema de las restricciones a las becas de ayuda al estudio, y pretende su señoría mearse en los derechos ya conseguidos en años y con tanto esfuerzo, para que los alumnos que quisieran –aunque fuesen pobres–, pudieran ir ala Universidad recibiendo
del Estado una beca de ayuda con que sufragar los gastos de matrícula, estancia
y asistencia a la Facultad elegida para
cursar sus estudios.
–quizá obligado por su jefe–, nos viene ahora con el tema de las restricciones a las becas de ayuda al estudio, y pretende su señoría mearse en los derechos ya conseguidos en años y con tanto esfuerzo, para que los alumnos que quisieran –aunque fuesen pobres–, pudieran ir a
Pero ahora viene la cuestión; si el estudiante no
obtiene una nota media de 6,5 en los exámenes de Selectividad, entonces, no
tendrán derecho nuestras chicas y chicos al acceso universitario, porque así lo
quiere y decreta el poco querido señor Wert; un hombre que cuando era niño, cursó
sus estudios de Primaria y Secundaria en el madrileño Colegio Nuestra Señora
del Pilar, centro privado católico, propiedad de la Fundación Domingo
Lázaro.
Y eso es lo que va buscando éste con todas sus maniobras: potenciar la
educación en los centros privados.
¡Claro hombre, así cualquiera! Sus señores padres tendrían “medios económicos
suficientes” para gracias a ello,
tenerlo a usted en un prestigioso colegio privado. Pero póngase usted, señor
Wert, en el pellejo de unos padres como nosotros, –por poner un ejemplo–, con cuatro
hijos y un trabajo de autónomo; a ver cómo iba una familia a darle estudios a
los cuatro si no hubiese sido en colegios PÚBLICOS, y también gracias a las
becas de ayuda que el Gobierno nos daba para que los hijos de unos padres trabajadores vivieran en la ciudad y estudiaran en
Universidades también públicas.
Todos ellos trabajan hoy ejerciendo las carreras
que eligieron, gracias a nuestros esfuerzos como padres, y a las ayudas que recibimos del Gobierno para darles
estudios; que fueron el valioso complemento económico que nos ayudó a conseguir que nuestros cuatro hijos culminaran su
formación universitaria, y hoy desempeñen sus trabajos.
Por sus reformas de leyes educativas y recortes,
no lo quieren a usted educadores ni educandos, y a la vista está.
Además de las contínuas manifestaciones y huelgas, no hace
muchos días sufrió usted un monumental abucheo en un teatro madrileño, donde
con evidentes signos de nerviosismo aguantó el tipo como pudo ante el chaparrón
que se le vino encima. Y más recientemente, en el acto de entrega de diplomas a
los alumnos más brillantes de la
Comunidad de Madrid, volvió a sufrir usted el varapalo de
otra situación incómoda y violenta –dedicada a usted exclusivamente–, cuando los estudiantes
galardonados subían a recoger su diploma y uno a uno le negaban a usted el
saludo retirando sus manos para no estrechársela. Se lo tiene ganado a pulso.
Y como estos actos, muchos más y variados, que va
cosechando allá por doquiera que va, señor ministro, motivados por los recortes
que está aplicando a la educación, y por su tozudez y obstinación al querer con
su actitud, decidir quién estudia en este país, y quién no, según la nota que obtenga el alumno, y las posibilidades económicas que tengan los padres.
Con estas medidas se llega a la discriminación social e intelectual de los jóvenes estudiantes; se relega a un segundo plano a los que les cuesta un poco más esfuerzo sacar sus estudios adelante; se crean dos grupos de personas: los listos y los más torpes; los que pueden costearse colegios privados, y los pobres, que han de ir a las Universidades públicas ayudados por sus becas.
Con estas medidas se llega a la discriminación social e intelectual de los jóvenes estudiantes; se relega a un segundo plano a los que les cuesta un poco más esfuerzo sacar sus estudios adelante; se crean dos grupos de personas: los listos y los más torpes; los que pueden costearse colegios privados, y los pobres, que han de ir a las Universidades públicas ayudados por sus becas.
Usted lo que pretende con todo esto es volver a
años ya muy remotos, cuando sólo podían acceder a las Universidades los hijos
de los ricos.
Y ahora que la igualdad en la educación se había
conseguido, viene usted con su vergonzante tijera recortando y condicionando esos derechos,
para poner más difícil la educación a aquéllos que menos tienen.
No hay derecho a eso, señor Wert.
Pare el carro, bájese,
y… ¡váyase a paseo, señor ministro!