Érase una vez
una reina que, cosiendo junto a su ventana, se pinchó en el dedo y vio como la
sangre cayó en la nieve. Fue entonces cuando deseó tener una hija con la piel
tan blanca como la nieve, los labios rojos como la sangre y el pelo negro como
el ébano. Y su deseo se cumplió, naciendo la princesa Blancanieves. Pero, la
reina murió después de dar a luz y el rey se casó con una mujer muy bella pero
muy malvada. La segunda y nueva esposa del rey era una reina bruja muy poderosa
que tenía un espejo mágico. La reina bruja
solía preguntarle a su espejo una pregunta cada día: Espejito
espejito mágico en la pared, dime una cosa, ¿quién es de todas las damas de
éste reino la más hermosa? Y él
contestaba: Tú, mi reina, eres la más bella de todas. Pero, cuando
Blancanieves cumplió diecisiete años era tan bonita como el día y la reina le
preguntó a su espejo, éste respondió: Reina,
estás llena de belleza, es cierto, pero Blancanieves es más bella que tú y nunca
podrás cambiar eso. La malvada
madrastra de Blancanieves, celosa, ordenó a un cazador matar a Blancanieves en
el bosque y, para asegurarse, le exigió que le trajera el corazón de la niña.
El cazador…
Blancanieves, en la
“Ciudad
de Chocolate”
de La Estepeña
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