EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

viernes, 29 de enero de 2010

CARTA ABIERTA A NUESTROS
QUERIDOS POLÍTICOS
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Estimados señores del Gobierno:

Por estos días estamos escuchando en la televisión, la noticia del proyecto que quiere enviar al Congreso el Ejecutivo del Sr. Rodríguez Zapatero, consistente en retrasar la edad de la jubilación de los trabajadores a sesenta y siete años. (Los empresarios, quieren que sea hasta los setenta)
¿Esto es verdad, o nos estáis tomando el pelo? ¿No será un globo sonda para ver cómo reacciona el personal? Os la estáis jugando; seguid, seguid así, y os la vais a ganar en las próximas, si seguís así de tontos, porque el pueblo da, y el pueblo quita; no lo olvidéis nunca.
Y el pueblo, tiene muy buena memoria
Pensáis que -afortunadamente-, ha aumentado la esperanza de vida para las personas, y por eso queréis aumentar vosotros dos añitos más la vida laboral -como propina-, para que el pobre trabajador que está hasta los cojones de estar cansado ya; harto ya de estar harto, machacado por la edad, pueda recibir una pensión que tan merecidamente se ha ganado después de dejarse la piel trabajando durante más de cuarenta años.
¿Es que no os da vergüenza por la cara pensar eso? Nada más pasar la idea por vuestras mentes calenturientas, ya sois culpables y responsables de pretender esta felonía para el trabajador. Y eso, que sois de izquierdas.
Vamos a ver si explico lo que pienso.
Las circunstancias no son las mismas para todos los trabajadores a la hora de desarrollar nuestro trabajo.
Vosotros, los políticos, ganáis muy buenos sueldos, y a los ojos del pueblo, no dais ni golpe (salvo excepciones de alcaldes y otros, que sí trabajan mucho); y si sois ministros, mejor sueldo aún y luego, a descansar jovencitos aún, y una paga vitalicia durante no sé cuánto tiempo. Así aguanta un tío como vosotros, no digo hasta los setenta años, sino hasta que se muera.
No es igual para un hombre, ser ministro en un despacho alfombrado, sin frío ni calor; diputado sentado en su escaño sólo para votar; funcionario sentado atendiendo “el mucho trabajo que se le viene encima”; médico rellenando recetas; oficinista en su despacho; conserje, dependiente de comercio, abogado… etc. etc., que ser albañil echando hormigón o dándole al pico y la pala; obrero del campo recogiendo aceitunas o arando la tierra; herrero golpeando hierros con el martillo; mecánico trabajando duro debajo de un coche; camionero dando más horas que un reloj en esas carreteras.
Cuando uno tiene ya más de cuarenta y tanto años cotizados y trabajados, quiere pasar los últimos que le quedan descansado un poco y disfrutando de la vida, antes de irse al otro mundo, donde no hay parados, ni gente que trabaje.
Aquí sí hay más de cuatro millones de parados, y ustedes quieren que aún trabajen más lo viejos, cuando los jóvenes, lamentablemente no pueden hacerlo porque no hay donde trabajar.
Es vergonzoso ver a tantos hombres y mujeres jóvenes y en plena forma y buenas aptitudes para desarrollar un trabajo, y no pueden hacerlo porque no lo encuentran. Eso, clama al cielo.
Sin embargo ustedes, quieren que los más viejos, lleno ya el cuerpo de achaques y el estómago de pastillas para sus males, sigan trabajando aunque sea con el bastón en una mano y la herramienta en la otra, mientras los jóvenes que están sanos y pueden desarrollar sus trabajos en plenitud de sus condiciones físicas, estén apuntados en las oficinas de empleo. Tiene mucha guasa la cosa.

Mejor será que retiréis el proyecto, jubiléis a los veteranos y deis ese trabajo a los jóvenes, que cotizarán a la Seguridad Social; así reduciréis el número de parados.
El tiempo apremia, y las próximas están peligrosamente cerca.

Afectuosamente, sin acritud. (Pero con mosqueo)

sábado, 23 de enero de 2010

FRAGMENTO DE UN
COLOQUIO SOBRE EL TEMA:
RECUERDOS, VIVENCIAS Y AÑORANZAS DE UN NIÑO,
EN LA PUEBLA DE LOS AÑOS
CINCUENTA
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Me crié entre personas que a pesar del tiempo transcurrido, aún hoy después de tantos años, las recuerdo con mucho agrado y un gran cariño.
Además del de mis padres en mi casa, también gozaba del amor y el afecto de un matrimonio vecino -personas ya mayores y sin hijos-, que veían en mí al niño que nunca tuvieron.
No puedo ni podré olvidarlos nunca: él se llamaba Juan Gutiérrez Arcedo, o Salcedo. Hombre de aspecto muy serio y callado, recto y formal; pero de una gran bondad conmigo. Junto con su mujer, ambos me regalaban todo el cariño y la ternura que podían dar.
De Juan tengo muchos y buenos recuerdos. Como cuando salía de compras por artículos para vender en su pequeña tienda de barrio, o verlo en su corral cuando tostaba en un bombo de chapa la cebada que luego molía para venderla –llamada “rebujina”-, como sustituto o suplemento que se mezclaba con el escaso café que entonces había, casi todo traído de estraperlo.
Tampoco se me pueden olvidar las veces que me subió a su mula, sujetándome con sus manos delante de él, cuando iba a dar de beber al animal al abrevadero de “la foronguilla”, nombre deformado popularmente, de la fuente llamada “La Fuenlonguilla” cuyo entorno ha sido embellecido.
Hoy, estoy seguro que en aquellos momentos, llevándome con él entre sus brazos, se sentía ejerciendo la función que como padre nunca pudo realizar, por no haber querido el destino dales descendencia. Por esa razón, yo sentía su cariño como el de un padre.
Ella era María Cárdenas González, conocida por todos en La Puebla como “María la contrabandista”. Mujer cuyo espíritu rebosaba una gran humildad, muy callada, bondadosa, comprensiva y sobre todo abnegada. Para mí, tanto ella como su casa representaban el refugio de todos mis males, cuando en la mía las cosas se ponían difíciles o complicadas por alguna travesura llevada a cabo.
De pequeño, algunas veces en los días que había tormentas, me tomaba en sus brazos y sentada en su mecedora, me acurrucaba contra ella meciéndome para mitigar mi miedo, -o tal vez el suyo-, con mi compañía de niño muy querido por ella.
A veces, Juan se quedaba mirándome y sus ojos se enternecían brotando de ellos unas tímidas lágrimas, quizás, -y como antes he dicho-, entristecido por ver en mí al hijo que nunca pudo tener.
Más de una vez llegó a decirle a mi madre que le dejara al niño, para ser ellos quienes lo criaran. Nunca los olvidaré, a pesar de haber transcurrido ya más de cincuenta años.
Ahora recuerdo con nostalgias de un tiempo ya pasado y lejano, que fueron muchas, las veces que en las calurosas noches del estío, solía acompañar a María a las sesiones de cine de verano que se daban al aire libre tanto en el cine de “Carito” en la calle Granada, como en el que había en el Paseo, donde durante la proyección de la película tras el “No-do”, se comían aquellas pipas tan saladas que se vendían en cucuruchos de papel, y se calmaba luego la sed con los vasos de agua que un aguador vendía por los pasillos de la sala entre las filas de sillas de madera con asientos de enea, al precio hoy irrisorio de una “chica” o una “gorda”, mientras veíamos entre otras, las películas de la época sobre bandoleros, de Lola Flores, Antonio Molina o los niños prodigio de entonces; Marisol y Joselito, además de otros muchos artistas y películas que estaban de actualidad en la cartelera cinematográfica de entonces.
Eso era lo que había.
El cine, durante los años cuarenta, cincuenta y posteriores, constituía un importante fenómeno sociológico de masas, y era casi la única distracción que se tenía junto con los programas de la radio, a los que sólo podían acceder para oírlos, las familias que tenían la suerte de poseer uno de aquellos cacharros receptores hechos de madera, con grandes botones para sintonizar las frecuencias y las bandas, de los que hoy aún quedan muchos, pero han pasado ya a ser objetos muy cotizados por coleccionistas, como piezas de museo que casi simbolizan el recuerdo nostálgico de una época afortunadamente ya pasada, y muy dura.
Para dar una idea de la importancia que tuvo el cine en nuestro pueblo, les diré que La Puebla en los años cincuenta y tantos contaba con cinco salas de proyecciones; dos de ellas normales o cerradas en la calle Victoria; una de las cuales, era conocida como “el cine de Morilla” junto a donde se hallaba el edificio de la Caja de Ahorros San Fernando, que por esos años se construyó, y que como cosa novedosa para nosotros los niños, contaba entre sus obras sociales con una biblioteca que era pública -la primera que vi en mi vida-, y se podía visitar por las tardes para leer en ella sus libros y cuentos.
El otro, se llamaba cine Victoria y estaba situado en la misma acera, pero un poco más adelante, en dirección al convento.
Y tres más, eran los cines de verano que como muchos de ustedes he conocido y recuerdo; uno en la acera derecha de la calle Victoria, otro, el llamado de “Carito” que estaba en la calle Granada, y el último en el paseo, frente a la entrada del recinto ferial.
La televisión en blanco y negro aún no había aparecido por aquí inundando de imágenes los hogares. No recuerdo con certeza el año, pero debería ser en el transcurso de los finales de la década de los cincuenta, cuando por primera vez vi la televisión; descubrimiento de una invención novedosa, un fenómeno mágico y casi misterioso para nosotros entonces, pues ¿cómo era posible que en una caja de madera con una pantalla de cristal se pudiera ven lo que estaba ocurriendo a muchos kilómetros de distancia?
Fue en un establecimiento que se conocía como “la tienda amarilla” en la calle Marchena, donde como novedad para enseñar al público, en uno de sus balcones había sido colocado provisionalmente uno de aquellos aparatos de televisión en el que entre rayas y neblinas por la mala recepción o sintonización, se podía ver no sin cierta dificultad, lo que parecía ser la retransmisión de un partido de fútbol, y recuerdo muy bien que en la calle habíamos muchos niños y mayores curiosos, que mirando hacia arriba presenciábamos muy sorprendidos el nuevo invento que había llegado a La Puebla.
Aquella nueva experiencia tecnológica en blanco y negro fue asombrosa tanto para mí, como para cualquiera en esos años donde como diversión o entretenimiento que nos aportara novedades del exterior al casi incomunicado mundo rural, tan sólo había la radio: principalmente, se oían aquí Radio Sevilla de la cadena Ser, Radio Morón y Radio Nacional de España, en cuyas emisiones de ondas media y corta abundaban sobre todo concursos, programas de discos dedicados, las retransmisiones deportivas de los domingos, e interminables novelones radiofónicos muy en moda y apreciados en ese tiempo, emitidos por la noche en capítulos diarios, y patrocinados por aquél nuevo producto llamado Cola Cao.
En la Biblioteca de
La Puebla de Cazalla, (Sevilla)
el día 22 de febrero de 2008

lunes, 18 de enero de 2010

"PÁNICO EN SEVILLA POR LAS ÚLTIMAS LLUVIAS TORRENCIALES CAÍDAS SOBRE LA CIUDAD, QUE PROVOCARON EL DESBORDAMIENTO DEL ARROYO "TAGARETE "


En el escalofriante documento gráfico, pueden observar el enorme disgusto que sufrían algunos vecinos hispalenses, por la tragedia de las inundaciones producidas en los últimos días. A causa de la trompa de agua, algunos de ellos tuvieron que ser rescatados y evacuados a sus domicilios por efectivos de Protección Civil.

domingo, 17 de enero de 2010

LAS DECLARACIONES
“MAL INTERPRETADAS”
DE UN OBISPO
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"Desde su nombramiento como obispo de San Sebastián, con él llegó el escándalo, la polémica, y ahora unas declaraciones que nadie diría salidas de la boca de un obispo seguidor de la doctrina de Cristo. O tal vez sí, como ha ocurrido".
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El personaje en cuestión, al que los medios de comunicación lo tachan de ultraconservador, se llama José Ignacio Munilla, y ya al ser designado para ocupar la sede episcopal, llegó envuelto en la polémica, porque el referido “pastor de almas”, es rechazado por el 77% de su “rebaño”, o sea, de los curas guipuzcoanos que deberían tener el deber de la obediencia hacia él. Pues esos, no lo quieren mucho.

Las declaraciones que este señor hizo en la Cadena Ser al ser entrevistado, han saltado a los medios de comunicación envueltas en la polémica, y no es para menos.
Dice el hombre, que “Existen males mayores que los que están sufriendo “los pobres” en Haití, como “nuestra pobre situación espiritual”.
¡Manda huevos, la cosa!
Con toda seguridad, serán más de cien mil, las personas -incluidos los niños-, que habrán perdido la vida en el terremoto de Puerto Príncipe, y este bocazas, se permite venir con cuentos y discursos teológicos sobre nuestra “pobre situación espiritual”.

¿Pero qué se ha creído? ¿Acaso ha ido allí, ni va a ir, a retirar de las calles a los muertos que están saliendo de debajo de los escombros? ¿A darles comida, agua y medicinas?
Él estará seguramente sentado en su gran y sólida residencia –sin rajas en paredes y techos-, muy cómodamente, sin frío, perdido en las lecturas de tratados teológicos y doctrinas que den luz a nuestra “pobre situación espiritual”, mientras miles y miles de seres humanos se debaten entre la vida y la muerte, y ante la angustia de no tener un techo donde cobijarse, y haber perdido además a sus seres queridos. ¿Qué sabe, de su dolor?
Vaya usted allí, -por no mandarlo a otra parte-, José Ignacio Munilla, y dígales a ellos que se olviden de su “pequeño” problema, y que piensen más en su situación espiritual. ¡Váyase al carajo!
Este obispo, que dará mucho que hablar, (y si no, tiempo al tiempo) ha dicho el pobre de él, que sus declaraciones han sido mal interpretadas; sí, sí, diga ahora lo que quiera, pero lo que ha dicho, dicho está y está registrado y escrito.
Reconozca que ha metido la episcopal pata, y otra vez, señor impulsivo, piense antes lo que dice, y no ofenda con su descarada desfachatez a los pobres entre los más pobres, que han tenido la desgracia de sufrir el dolor físico, la muerte de sus familias, el hambre y la sed, la destrucción de sus frágiles hogares y todas las desgracias que ahora tendrán que soportar.
Dígales que eso no tiene importancia alguna, y que lo que verdaderamente importa es “nuestra pobre situación espiritual” aquí en España.
Déjese de sermones y cuentos, y arrime más el hombro hacia los pobres, sea más modesto… vaya allí, saque cadáveres y respire el nauseabundo aire que envuelve las calles, y luego, dígales cosas como las que ha dicho aquí, en España; o simplemente, déjese llevar por las enseñanzas de Aquél pobre que nada tenía, salvo la grandeza de su espíritu y sus enseñanzas; esas que usted, parece que malinterpreta o no entiende, por muy obispo que sea.
Y ya me callo, “señor” obispo.

martes, 12 de enero de 2010

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PREGÓN DE LA SEMANA SANTA
DE ESTEPA
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He tenido el gran honor de ser distinguido por el
Consejo General de Hermandades y Cofradías de Estepa,
Con la elección de mi persona para pronunciar el
Pregón de nuestra Semana Santa.
Cuyo acto, se celebrará Dios mediante,
El día 21 de marzo de este año 2010,
A la una de la tarde.
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El lugar donde se Proclamará pública y oficialmente
La Semana Mayor Estepeña,
Es el histórico marco de la iglesia de
Santa María de la Asunción, la Mayor y Matriz de Estepa,
Situada en el bellísimo espacio del Cerro de San Cristóbal,
En cuya cúspide se halla el antiquísimo y primer templo
Que se construyera en la vieja villa.
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Honor que este año ha recaído en mí,
y que quiero agradecer Públicamente
A los miembros del Consejo General
De Hermandades y Cofradías de Estepa,
Porque han hecho un enorme depósito de confianza
En este humilde aficionado a las letras,
Para ser el heraldo que lleve a cabo
la proclamación a los vientos
de la Celebración de la Pasión de Cristo.
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En su día les informaré con mayor detalle.

jueves, 7 de enero de 2010


COMENZAMOS EL NUEVO AÑO
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Por fin terminaron ya las fiestas navideñas.
Empezamos el día 24 de diciembre con la cena de Nochebuena, luego el día de Navidad, y tras la nochevieja y otra vez la cena, las campanadas de la media noche, las uvas y las copas, vinieron después unos días de tregua para el aumento de las barriguitas, y unos días más tarde, volvieron los Reyes ayer con sus cargas de ilusión y regalos para los niños.
¡Qué ganas que terminara todo!
Lo bueno, es que por estas fechas vienen los hijos a casa, y disfrutas de su compañía; eso sí, con la consiguiente carga de trabajo para las abnegadas madres.

Las fiestas y los “festines” nos han hecho llevar la vida fuera del ritmo normal que acostumbramos. Seguramente que casi todos hemos aumentado un par de kilos en nuestro peso normal, pero ahora, la “severa” dieta de cada primeros de año que nos auto impondremos, y los sudores en las sesiones de gimnasio, echarán fuera de nosotros toda la grasa, y volverán a esculpir nuestros cuerpos otra vez, sacando a la luz y mostrando dentro de poco las “estilizadas” figuras de Adonis que tod@s llevamos dentro, pero que en estos últimos días, y por culpa de las carnes, jamones, mariscos, dulces, mantecados y turrones, se han escondido bajo esos cuerpos “serranos” a los que les han salido algunos incipientes “michelines” más arriba de los cinturones.

Por fin, con las rebajas por todas partes, llega la normalidad y comenzamos a subir lentamente eso que llaman la “cuesta de enero”.
¡Ufff, qué trabajito nos cuesta remontar esta cuesta!
Pero encararemos el nuevo año 2010 con toda ilusión y confianza puestas en la recuperación económica que algún día, más pronto que tarde, tendrá que llegar sin lugar a dudas, porque uno de los viejos refranes que son el saber popular más sabio, nos dice: “Que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista”.

Hay que confiar en que este año nos traerá nuevos retos y proyectos, ilusiones y buenas expectativas. No se pueden perder las ilusiones ni las esperanzas. Todo el mundo dice que “la cosa está muy mala”, cuando nos referimos al actual estado económico que atravesamos… o más bien, padecemos.

Pero con la confianza puesta en un futuro mejor, esperaremos a que la normalidad vaya instalándose y salgamos de ésta como hemos salido de otras situaciones similares.
Habrá que dejar a un lado el pesimismo dando paso a la esperanza, encarando estos malos momentos desde el convencimiento de que pronto nos llegarán tiempos mejores.

Todo lo mejor para ustedes en este nuevo año.
Y... ¡adelante!