EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

miércoles, 31 de diciembre de 2008


*** ¡ A TODOS VOSOTROS,
FELIZ AÑO NUEVO ! ***



________Hoy es treinta y uno de diciembre, el último día del año.
Una fecha que sin saber muy bien por qué, me produce nostalgia, tristeza…
Los minutos previos a las doce campanadas que marcan el final de un año, suelo pasarlos con más nerviosismo y congoja que alegría. Y no sé a que se debe.
Un año se va, sí, pero llega otro con nuevas inquietudes y perspectivas. Así es la vida, y así ha sido siempre.
Llega otro año con esperanzas renovadas, proyectos de futuro etc. aunque tal y como está el “patio”, hay que decir aquello de: “¡Dios mío..., déjame siquiera como estaba!”.
Aquellos que son más optimistas, suelen contar cada año que pasa y termina en éste día postrero, como una etapa que se ha vivido, pero sumando uno más al calendario de los años de vida disfrutada. En cambio, los de tendencia inversa, osea, los pesimistas, suelen hacer lo contrario; restar un año a ese almanaque, pensando que ya queda uno menos por vivir.
Sea como fuere, la gente lo celebra cada día último del año, y el tiempo sigue su paso lento, pero inexorable; nunca se detiene el reloj del Mundo y la vida en su incansable tic tac.
Y después del treinta y uno, invariablemente, viene el día uno de enero y tras él, las fechas van cayendo lentamente de los almanaques de la vida de cada uno, como si de hojas secas se tratara cuando el otoño las arranca inmisericorde del árbol de la existencia al que siempre han estado unidas. Las hojas caen, y el calendario pasa.

Sea como fuere, yo les deseo a todos ustedes, que el
Año Nuevo que estrenaremos hoy a partir de las doce de esta noche, les traiga, (nos traiga), todo lo bueno que se puede desear a los amigos del alma que se aprecian y recuerdan en fechas tan señaladas.

¡ FELIZ 2009 A TODOS !

viernes, 26 de diciembre de 2008

DIARIO "EL LITORAL"
DE CORRIENTES
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TERCER AÑO DE CAMPAÑA SOLIDARIA

Los juguetes de los “Mil y un deseos en treinta días” llegaron a destino.
Fecha Publicación: Viernes, 26 de Diciembre de 2008

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Esta vez la entrega solidaria de juguetes desembarcó en la localidad de Itatí. Antes, se realizaron algunas paradas en el camino. Gran cantidad de “chiches” se entregó a niños de la zona en vísperas de la Navidad.
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Los niños recibieron los juguetes que se recolectaron durante un mes en el diario El Litoral.

________ El domingo pasado por la tarde, exactamente a las 17, cuando el sol hacía sentir su presencia con más fuerza, los juguetes recolectados en la campaña Mil y un deseos en treinta días”, comenzaron su recorrido hasta llegar a la meta final, que sería el de las manos de un niño, de muchos niños que esperaban la visita de quienes se ofrecieron como “puente” de entrega.
Un puente de enlace entre el llamado solidario en vísperas de la Navidad y la colaboración de la gente que, respondiendo a un sencillo mail enviado por internet, hizo su contribución, en el mayor de los casos, de forma anónima. Por ruta 12 y siguiendo el camino que de antemano fue programado, más de cien juguetes nuevos ocuparon el baúl del auto, compitiendo en su lozanía con dos enormes bolsas de juguetes usados pero en buen estado. Y aquí un paréntesis para hacer referencia a esos “chiches”, amigos de la niñez, ositos de peluche, autos y muñecas que fueron de otros niños, que significaron un momento de sus vidas y ahora irían a alegrar otras miradas y a confortarse en otro abrazo.
La primera parada incluyó un puesto de venta al costado de la ruta, con lustrosas naranjas y miel en botellas. Dos pequeños que se acercaron a ofrecer su mercancía, terminaron con una sonrisa complaciente al recibir su obsequio.De allí a la localidad de Ramada Paso, con su quieta siesta de calles arenosas y arboleda de fresca fronda. Dos hermanas preparaban, entre la charla dominguera, una fiesta para el cumpleaños de la niña de 5, que junto a sus hermanitos y primos, recibió el regalo correspondiente. Más viviendas fueron visitadas, más historias para no olvidar, más afecto para guardar en el arcón de los recuerdos.
A través de un enlace telefónico con la señora “Porota” Correa de Tonelotto, se visitó la Capilla Virgen del Rosario de San Nicolás en la localidad de Itatí. La promesa de llevar los juguetes incluía ese pueblo y la visita a la Madre Morena para agradecer las bondades de un año que ya culmina. Los pedidos vendrían después, en silencio y con fe cristiana. La capilla, emplazada en el barrio del mismo nombre, está ubicada sobre la avenida San Luis del Palmar, diez cuadras al sur de la Basílica y fue levantada hace 14 años, gracias a la colaboración de la señora Mirta Correa de Roch, ya fallecida. Allí el padre Carmelo da misa todos los sábados y se enseña el catecismo. El 25 de septiembre hay fiesta en honor a la Virgen y los encargados del lugar, José Antúnez y su esposa Patricia Gómez, María Celina Antúnez y María Elena Alcaráz, prepararon la bienvenida con los niños del barrio y de barrios vecinos para esta visita. La solidaridad no sabe de fronteras y así, el amplio predio se iluminó de sonrisas a medida que los juguetes eran entregados.Antúnez aprovechó la ocasión para contar algunas necesidades de la capilla, máxime cuando al momento de golpear puertas, los nudillos de las manos resultan insuficientes. “Queremos terminar el baño, producir en huerta propia y armar un equipo de fútbol para que los chicos tengan con qué entretenerse lejos de la tentación de las drogas y otros vicios”, dijo sin disfrazar sus palabras. Eran las 9 de la noche cuando los “choferes” de la campaña entraron a la Basílica de la Virgen de Itatí. “Misión cumplida”, dijeron y volvieron a la ciudad con el alma reconfortada.
La campaña de recolección de juguetes “Mil y un deseos en treinta días”, se realizó por tercer año consecutivo y fue posible gracias al aporte de la gente. Grandes y chicos, unidos en un mismo objetivo.
Gracias a todos los que participaron de la misma, con un obsequio para los niños en nombre del Niño Jesús que nació esta Nochebuena. A los medios de comunicación, a los enlaces que se generaron de manera paralela, fortaleciendo esta iniciativa que si Dios quiere se repetirá el año próximo. En treinta días del almanaque (de noviembre a diciembre), creímos en mil y un deseos. Gracias por hacerlos realidad.
Moni Munilla
Diario "El Litoral" de Corrientes.
(Argentina)
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Estimada amiga Moni:
Enhorabuena por el éxito de esa hermosa iniciativa de llevar juguetes a los niños. Aunque no lo digas en tu escrito, estoy seguro que tú, has tenido mucho que ver con todo eso y su organización. Causas tan nobles como estas -de llevar alegría a los niños-, o similares, son las que honran a las personas que las realizan, dejando entrever los mejores sentimientos que habitan en sus corazones.
Un beso, que lo mereces.
Antonio.

martes, 23 de diciembre de 2008

ES TIEMPO DE NAVIDAD...
Y DE RECUERDO
-.-.-.-



Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Entrando junto a ella, le dijo: -“Salve, llena de gracia, el Señor es contigo”.
A estas palabras, María se turbó, y se preguntaba qué significaría tal saludo.
Y le dijo el ángel: -“Deja de temer, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa
de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin”.
Dijo entonces María:-“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
Y el ángel la dejó.


Pasado el tiempo, la luz se hizo en el Cielo y brilló en la noche oscura y fría.
Las estrellas rutilantes y nerviosas, corrieron alegres esa noche por todo el firmamento, y una de ellas, viajó veloz por el Universo anunciando a los hombres la buena nueva.

¡Nos ha nacido el Mesías! ¡Aleluya!

Y los pastores, hombres mujeres y niños de bien, recibieron con gozo el anuncio del ángel del Señor:


“No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño recién nacido envuelto en pañales; id a Belén, allí lo hallaréis acostado en un pesebre”

Y el cielo azul intenso, se iluminó con la Luz que luz nos trajo, que irradiaba la belleza, la Paz y el Amor de aquél niño Hijo de Dios, y Salvador del hombre.

Sabios Magos venidos de lejanas tierras, siguieron la estela blanca dejada en la bóveda celeste del Firmamento, por la gran estrella anunciadora del nacimiento del niño Mesías que esperaban.

Y hasta Belén de Judea los llevó el cometa en una noche fría, y allí lo hallaron como anunció el Ángel: envuelto en humildes ropas entre los dulces y cálidos brazos de María, su madre, bajo la tierna mirada de José, y entre los animales del pesebre.



En la puerta del establo, unos pastores aguardaban para verlo. Los venerables personajes vinieron en sus camellos desde ignotos lugares a traerle unos presentes y a mostrarle su adoración: el Oro; como a un Rey que era. El Incienso; como a un Dios, y la Mirra; en señal del sufrimiento que habría de pasar por los hombres, en un lejano día.

El júbilo inundó esa noche todos los rincones de la faz de la Tierra, y las estrellas y los luceros viajaron alegres de uno a otro lado del Cosmos infinito, anunciando al Mundo su venida, y con ella; todo lo bueno que nos traía.

- ¡Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad; y gloria a Dios, en el Cielo!
–Dijo el ángel que lo anunció a los pobres y asustados pastores-.

Desde aquél día, el Amor, la Paz, el perdón, la buena voluntad y la alegría, les fueron regalados al Mundo como los mejores dones que jamás pudiera recibir.
Desde entonces, esos dones vinieron a instalarse en los corazones de las gentes de bien que habitan el Mundo.
Y el hombre, desde su libre albedrío, hace o no, uso de ellos con los demás seres que pueblan la Tierra.
Unas veces, la nobleza de la persona usa esos buenos sentimientos y dones con los demás; y otras, desafortunadamente no.
Pero ahora en estos días de Paz, Amor y Felicidad, no hay, ni debe haber lugar para reprender adversas conductas humanas; sino para recordar aquellos días y favorecer así, la buena voluntad que aún quede en los más recónditos rincones del alma de cada uno, con la alegría que inunda los corazones de gozo por la venida de Aquél niño que tan buenos sentimientos nos trajo a todas las almas de buena voluntad de la Tierra.

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PAZ Y FELICIDAD PARA TODOS LOS HOMBRES, Y QUE EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD NOS LLEGUE E INUNDE LOS HOGARES Y LAS ALMAS, EN ESTOS DÍAS....
Y EN TODOS LOS DÍAS DEL AÑO.
¡QUE ASÍ SEA POR SIEMPRE!
...
Un gran abrazo a todos vosotros, mis amigos, con los mejores deseos.
Que el año nuevo que nos llega, nos colme a todos del bienestar y la salud: lo demás, nos vendrá dado por añadidura.
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DESDE ESTEPA, EN SEVILLA, ESPAÑA…
¡¡FELICES FIESTAS NAVIDEÑAS!!

domingo, 21 de diciembre de 2008

¡ MUCHA SUERTE, DE TODO CORAZÓN !
Y QUE OS TOQUEN MUCHOS...€uros

¡Cuánta ilusión todos los días 22 de diciembre!
Somos tantos millones de personas las que hemos puesto nuestra ilusión, y por qué no, la esparanza, en los décimos de la Lotería de Navidad, para probar o tentar a la diosa de la Suerte, a ver si ella remedia tanta crisis, tanto agobio para algunas familias que no pueden llegar a final de mes con el sueldo que ganan.
¡Ay, la crisis! Esa maldita cosa que nos trae de cabeza a tantas gentes de todo el mundo.
Ojalá, mañana sea el día que esperas; ese día en que por fortuna para muchos, será el que les traerá el desahogo a sus problemas en el hogar...
Esperemos que nos toque algo, y si no lo quiere la caprichosa diosa Fortuna, tendremos que conformarnos y decir como siempre: lo importante, es tener salud.
Para muchos, será el día de la felicidad; para otros el resignado día de "la salud".

¡ SUERTE, AMIGO, Y QUE EL DEDO DE LA FORTUNA TOQUE TU HOGAR!

jueves, 18 de diciembre de 2008

"LA APARICIÓN" * Fragmento de mi libro: "DANIEL Y EL MAR: EL REGRESO"

FRAGMENTO DEL CAPÍTULO SÉPTIMO DE MI LIBRO:
"DANIEL Y EL MAR: EL REGRESO"


"LA APARICIÓN"
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Una agitación muy extraña se apreciaba en el aire.
A Daniel le pareció cosa muy rara que las gaviotas y los demás pájaros que a esas horas siempre solían merodear tranquilamente por la playa buscando algo de comida, hubiesen desaparecido del lugar como por arte de un encantamiento, y en tan sólo unos instantes.
Reinaba un enorme silencio acompañado de una calma que lo envolvía todo, con la sola excepción del rumor de las olas que se podían oír batiendo mansamente, dejando posar su espuma blanca sobre la suave orilla.
El día se había marchado poco a poco durante el sueño del niño, y ahora la tarde comenzaba a ceder su sitio a la noche, que con su oscuro manto se iba instalando en el cielo haciendo que titilantes estrellas y luceros, asomaran con timidez su brillante mirada sobre mares y tierras.
Daniel se halló despierto y solo, escondido en medio de las dos barquitas que lo resguardaban del frío que empezaba a sentir, y de la vista de los demás; aunque ya hacía mucho rato que los amigos se habían ido con sus madres a casa.
La playa aparecía ahora más solitaria que nunca, y persistía el insólito silencio que lo envolvía todo.
La oscuridad no era mucha, pero sí suficiente para que el niño comenzara a sentir miedo, después de haber despertado hallándose en un lugar tan apartado y solitario.
Tímidamente, y haciendo un gran esfuerzo para vencer dicho miedo, se agarra con sus manos al borde de la barca tras la que se oculta, y comienza a levantarse con lentitud hasta asomar la cabeza por encima de ella, para comprobar si había alguien más por allí cerca. A nadie ve, y nada oye.
Metido ya en la incipiente oscuridad de la noche, Daniel empieza a distinguir una luz desconocida, tenue, que no molestaba a sus ojos y procedía de un lugar no muy retirado de donde él se hallaba, en el que había varias barquitas más, encalladas en la arena y cargadas con las redes y demás artes de pescar, dispuestas para hacerse a la mar muy de madrugada para traer a tierra la captura diaria.
-¿Qué era aquello? –se preguntó sorprendido.
La luz resplandeciente estaba allí. No podía provenir de ningún farol o lámpara de las que se usan en los barcos para la faena nocturna, porque sencillamente: allí no había nadie que la hubiera encendido, pues la playa hacía mucho rato que se había quedado sola, -desde la tarde-, y ya casi había anochecido. Y además, el resplandor que se apreciaba, se extendía más y era diferente al producido por cualquier lámpara de barca.
Al ver la desconcertante luz, con la misma rapidez de un rayo, Daniel volvió a agachar la cabeza ocultándose otra vez en su seguro escondite tras la barca, permaneciendo muy quieto, asombrado, con el ojo avizor y el oído bien dispuesto, para descubrir el menor ruido que de allí viniera.
Ahora su extrañeza iba en aumento.Después de unos breves minutos pensando qué hacer, sus pequeñas manos con los deditos temblorosos se volvieron a aferrar al borde de la barca, y muy lentamente, fue alzando la cabeza hasta llegar a asomar por encima del filo unos ojos muy abiertos; observadores y prestos siempre para ver y saber qué era aquello tan raro que estaba presenciando.
Lo que veía era un resplandor con brillo y luz de apagada luminosidad llena de encanto, de la que emanaba más sosiego y calma, que temor. Los colores que desprendía dicha luz comenzaron a tornarse gradualmente con matices que cambiaban del azul celeste al rosa, y después al blanco, volviendo a tomar otra vez nuevas y bellísimas tonalidades siempre muy tenues y de preciosa delicadeza. Y tan asombrosa luminiscencia, aparecía situada encima de una de las barcas.
Daniel abrió todavía más, sus espantados ojillos, y a pesar de ello –como se ha dicho-, esa claridad no le producía molestia o daño alguno a su vista; sino más bien un atrayente embeleso. El fenómeno de luz y color lo había sumido en tal estado de seducción, que durante un tiempo no muy prolongado, fue incapaz de reaccionar.
Pero como la curiosidad en el hombre y aún más en los niños, lo puede todo; para Daniel no iba a ser menos, y esa curiosidad venció su miedo haciendo que decididamente marchase hacia el lugar, atraído sin duda por el encantador resplandor que de allí emanaba.
Se fue acercando resuelto, a la vez que un poco temeroso de ese fenómeno para él desconocido. Pero aún así, le gustaba contemplarlo a pesar del recelo que sentía por presenciar algo que nunca antes había visto. El niño caminaba, y mientras más avanzaba, mejor veía la gran luz que se transformaba, distinguiendo en su núcleo central cada vez con mayor claridad y detalles, los rasgos de un rostro y el perfil del cuerpo de una señora de mucha belleza y ternura, que lo miraba con dulce expresión abriéndole los brazos en actitud de recibirlo en ellos.
La imagen difusa e indeterminada que al principio presentaba la mujer cuando apareció envuelta en la luz, se fue configurando lentamente tomando forma, y ahora ya, se podía apreciar con extraordinaria nitidez, la silueta de la dama.
Pero a pesar de tener forma, la silueta femenina parecía ser incorpórea. Sus movimientos eran tan armoniosamente delicados, que en vez de atemorizar al niño, le inspiraban confianza mostrándose agradables a la contemplación.
Se podía apreciar cómo sus pies no rozaban siquiera la superficie de la barca, aunque parecían estar posados sobre las cuerdas y las redes que había amontonadas en la misma.
La levitación y los movimientos de la mujer, ejercieron en el niño tal fascinación, que pronto quedó dominado y maravillado por el encanto de la visión. Daniel se sentía ahora menos temeroso. No sabía quién era, ni qué hacía allí aquella Señora, pero le inspiraba gran confianza y le reconfortaba tenerla cerca con sus delicadas manos extendidas hacia él.
La cara y todo su ser irradiaban un hermoso blancor de pureza, el pelo liso se dejaba caer con delicadeza sobre los hombros y la espalda. Sus vestiduras eran muy simples; el cuerpo aparecía cubierto con una túnica blanca que caía sobre sus pies descalzos, y encima de los hombros descansaba un manto suave de color celeste claro, que parecía no posarse sobre ella, sino más bien flotar, dejando ver sus bellas manos.El resplandor que rodeaba la figura de la dama se iba llenando de diminutas estrellitas similares a los destellos que desprenden las bengalas, y comenzando a girar alrededor de la cabeza, fueron creando un aura circular que la envolvía con partículas de bellísimos colores, que volaban fugaces saliendo luego del contorno del círculo que coronaba su cabeza, esfumándose en todas las direcciones sin llegar a agotarse nunca tan maravillosa energía exuberante de luz y color. El silencio continuaba, y el niño cautivado por el prodigio que contempla, se acerca tanto que acaba por apoyar sus manos en el mismo filo de la barca sobre la que se posa aquella Señora. Ahora ya no tiene miedo alguno, pues le infunde tranquilidad la mirada que siente posarse sobre él.
Al ser tan pequeño, ha de levantar la cabeza y elevar la vista para mirar hacia arriba y ver a la mujer que lo contempla con ternura, dibujando en su rostro la sonrisa más hermosa; aquella con la que sólo las madres saben obsequiar a sus hijos.
 

De momento, Daniel no hace nada, queda inmóvil y sólo dos lagrimitas se mueven rodando por sus mejillas; pero continúa con la cara levantada y la mirada puesta fijamente en el rostro de la dama, que a su vez, mira las lágrimas tristes del niño, que nunca deberían haber salido de unos ojos tan llenos de inocencia.
El instante que se vive es de una expectante espera por parte de Daniel, que sigue absorto en la contemplación de la leve quietud de la señora, sin atreverse a mover ni uno sólo de los músculos de su cuerpo.
Hasta ese momento los labios de la mujer no se habían movido, aunque tampoco hizo falta, pues comunicaban sin necesidad de hacerlo. Pero inesperadamente para el niño, la señora conmovida por sus lágrimas preguntó con una dulce voz que inundó el aire rompiendo el intenso silencio que reinaba en la playa.
-¿Por qué lloras, Daniel?
Las sorpresivas palabras vinieron como he dicho, a romper el que hasta entonces fue un absoluto silencio, haciendo estremecer al pequeño que no esperaba oír aquella voz. El pasmo sufrido provocó en él un brusco movimiento que le hizo dar un repentino salto hacia atrás.
Permaneció callado sin contestar palabra alguna; sólo miraba atentamente sin salir del asombro después de escuchar la pregunta y haberse retirado violentamente del borde de la barca.
Estaba entre temeroso y sorprendido. ¿Cómo sabía aquella mujer su nombre? -se preguntó.
Pero los maternales ojos de la dama fijaron su profunda mirada en los del niño, haciendo desparecer de inmediato el recelo que había en él. Le reconforta entonces la sonrisa que le dispensa la señora, pero no tiene ganas ni deseos de volver a apoyar otra vez las manos en el filo de la barca.
No sabe bien si acercarse o no. Duda, sigue distanciado de ella sin contestar, cuando la voz armoniosa y dulce volvió a reiterarle la misma pregunta otra vez.
-¿Por qué lloras, Daniel?
Ahora sí se atreve a contestar a la interrogación, pero haciendo él otra.
-¿Eres tú mi mamá? –interpeló.
-No, no lo soy. –contesta la señora.
Al oír la respuesta, la decepción que sufrió le hace bajar la cabeza. Con los ojos aún humedecidos por las lágrimas y la mirada clavada en el suelo, su voz cargada de tristeza sonó de nuevo.
-¡Quiero ver a mi mamá…!
Al conocer que aquella mujer no era su madre, Daniel no esperaba contestación alguna de ella, pero sigue con interés sus movimientos, no dejando de observarla hasta que oye de nuevo su voz que le dice:
-Ya verás a tu madre algún día, Daniel, pero has de esperar mucho tiempo aún para verla. –contestó la señora.
- ¡Pero yo quiero estar con mis padres ahora y todos los días, como los demás niños! –contestó el pequeño un poco enfadado y con cara de mal genio.
-Ya sé que tienes mucha pena por no estar junto a tus padres, y ellos también están muy tristes por no tenerte a ti.
–dijo la señora.-¿Y tú cómo lo sabes? -inquirió el niño contrariado, volviendo a decir casi gritando:
-¡¡Pero yo quiero conocer a mis papás!!
-Mira hijo –le contestó la señora-, yo te prometo que cuando pasen muchos años irás donde están tus padres, y podrás verlos y estar siempre junto a ellos.
El temor fue desapareciendo en él, y como el diálogo se iba haciendo cada vez más fluido entre ellos, el niño volvió a decirle otra vez a la dama:
-Pero ahora que soy pequeño, los necesito…y quiero verlos.
Así contestó Daniel con algo de mal humor a la señora, que volvió a dirigirse a él de esta forma:
-Tienes que ser bueno, y has de prometerme que no dirás a nadie que me has visto, ni lo que hablas conmigo.
-Bueno, pero yo quiero que vengas a mi casa, con mis abuelos. –dijo el niño ingenuamente.
A lo que contestó la señora:
-No, no puedo ir contigo Daniel, pero has de saber que yo estoy muy cerca de ti, y siempre lo estaré, aunque no me veas.
Estas últimas palabras no acertó a comprenderlas bien el niño, y por ello, vuelve a preguntarle:
-¿Tú de donde eres?
Nada respondió a eso la Dama, pero la dulce expresión sonriente que nunca abandonó su rostro, se hizo aún mayor.
Las blancas y delicadas manos que durante todo el tiempo que estuvo presente habían permanecido cruzadas sobre su pecho, se descolgaron ahora abriéndose en actitud de cariñosa acogida hacia el niño, o más bien quizás, expresando una extraña forma de despedirse de él.
Y en esos instantes, la luz tan serena y bella que emanaba de su cuerpo, se fue atenuando con lentitud, como bajando su intensidad y fulgor progresivamente hasta llegar a desaparecer delante de los vivaces ojos del pequeño.
La señora ya no estaba: simplemente, se había ido y él no sabía por donde, ni cómo.
Daniel sorprendido por lo sucedido, no daba crédito a lo que habían visto sus ojos hacía tan sólo unos segundos, y entonces rodeó con rapidez la barca buscando, mirando por todas partes tratando de hallar a la mujer que ahora no veía. Pero todo fue inútil: buscó, volvió a indagar, y por más que lo hizo no la encontró por ningún lugar de los alrededores más cercanos, volviendo nuevamente la normalidad al entorno de la solitaria playa, ya oscurecida.
Durante el breve tiempo que estuvo presente la mujer sobre la barca, el mundo y el tiempo parecieron detenerse alrededor de aquél tranquilo lugar, donde el silencio y la calma fueron tales, que impresionaba. Los pájaros marinos y las gaviotas dejaron de piar y hacer sonar sus alas al revolotear sobre la playa, haciendo pensar a cualquiera que hubiese podido observar tan raro fenómeno, que dichas aves habían desaparecido de la faz de la tierra.
La paz y una inmensa serenidad reinaron allí mientras la esplendorosa dama llenó con su presencia tan bello entorno. Pero ahora que se hubo marchado, el silencio se terminó, los pájaros regresaron otra vez y comenzaron con sus aleteos y estridentes chillidos, a rondar de nuevo por el aire y sobre la arena de la playa.
La vida, el ruido, el movimiento; todo se restableció nuevamente, y hasta el mar después de aquello, volvió a recobrar el sonido rítmico, sordo y monótono del oleaje golpeando sobre la orilla.
No quiso la Naturaleza molestar el hermoso momento del encuentro, y pareció como si deseara detener toda actividad de vida en aquél lugar, para favorecer así la íntima comunicación y el acercamiento que hubo entre Daniel y la dama.
Desde que el niño vio a la señora, y hasta que ésta se fue, no transcurrieron más que unos minutos, pero la noche ya se había establecido y sus sombras estaban al acecho haciendo que el pequeño sintiera miedo a la oscuridad, y temor a la regañina de los abuelos por la tardanza en volver a casa.
Y así, impresionado todavía por la asombrosa experiencia que había vivido, decidió salir corriendo cuanto antes y lo más rápidamente posible para no provocar la alarma por su tardanza, y la posterior movilización y búsqueda que abuelos, vecinos y amigos, llevarían a cabo por culpa de su travesura.
Tal y como él muy bien había imaginado, la preocupación ya se había extendido entre abuelos, familiares y demás personas del pueblo, que viendo que a esas horas Daniel no estaba en casa y el día había llegado a su final, el nerviosismo por su ausencia había ido cada vez a más, y la intranquilidad por lo que le hubiese ocurrido también era mayor a cada instante.
Cuando ya todos se disponían a salir en busca del niño, éste apareció entrando por la calle larga que llegaba hasta el centro mismo del pequeño pueblo.
Todos los presentes que se hallaban congregados en la puerta de la casa de los abuelos, suspiraron aliviados al comprobar que Daniel no había sufrido daño alguno, y la pesadilla se fue disipando en todos ellos, al tiempo que lo veían llegar con buen talante y un poco preocupado por la actitud de enfado que pudiera encontrar en sus abuelos.
Aún así, venía risueño, decidido y muy contento con cara de no haber roto nunca un plato, andando a saltitos y con una sonrisa de oreja a oreja, queriendo de alguna manera hacer ver a los que le esperaban, que allí no había pasado nada; vamos, que todo estaba bien, y no tenían por qué preocuparse de él.
Todos se quedaron mirando muy sorprendidos por su desparpajo, cuando no era normal que alguien mostrara tanta euforia y naturalidad, sino más bien debería ser todo lo contrario; sentirse temeroso por haber tardado tanto tiempo en regresar a casa, provocando la preocupación de abuelos, familia y vecinos.
Pero su extraña felicidad y el motivo de tan grande alegría, no se debía sino a la fantástica y maravillosa experiencia vivida esa tarde en la playa.
Por su parte, el abuelo estaba irritado por la travesura del niño y decidido a reprender su falta con algún castigo, o prohibiéndole salir de casa para jugar con los otros niños del pueblo, como sanción al suceso que había llevado a cabo quedándose solo al borde del mar hasta tan tarde, y sin antes avisar a nadie.
Pero en el buen hombre -además del mucho amor que le profesaba a su nieto-, pudo más la contagiosa simpatía y desenvoltura que traía el niño con aquél aire de alegre felicidad, haciendo al abuelo reflexionar sobre el tema exclamando:
- Anda… anda, después de todo, no ha pasado nada.
-¡Que le vamos a hacer! –murmuró después el abuelo con ternura.
Y así, quedó Daniel perdonado, pero severamente advertido: jamás debía hacer otra vez aquello bajo ningún pretexto, o de lo contrario, tendría un castigo.
Los vecinos al comprobar que ya todo se había resuelto felizmente, se fueron retirando a sus casas después de ver cómo la abuela tomaba a Daniel en sus brazos y lo entraba en casa para darle algo de cena y acostarlo después de haber vivido una jornada tan larga y un atardecer tan preocupante para ellos; pero maravilloso para el chico.

lunes, 15 de diciembre de 2008

LANZAMIENTO DE ZAPATOS A BUSH
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He de admitir que hoy he tenido que reírme. No pude aguantar la risa cuando vi en televisión cómo un periodista de una cadena televisiva iraquí le arrojaba los dos zapatos al Presidente del país más poderoso de la tierra… y fallaba los dos lanzamientos “zapateriles”

Momento en que el periodista hacía su primer lanzamiento fallido

Resultaba cómico ver al gran Bush agacharse tras el atril con un movimiento de flexión muy divertido y veloz, esquivando el primer envío de los zapatazos, y hay que admitir en su favor, que como Presidente, nadie duda ya al final de su carrera que habrá sido muy malo; pero es que lo que son reflejos… los tiene muy buenos; y el tío es un primate de agilísimos movimientos, cual mono tití yéndose por las ramas.
Si el primer zapato acierta a darle en la “brillante” mollera, esto hubiera sido el colofón más cómico y divertido a sus nefastos ocho años de gobierno, que inevitablemente, destacarán quedando grabados para la historia, por haber emprendido la guerra de Iraq.
¡Ay George W. Bush! Si vas allí, tío, ¿cómo quieres que no tiren sus zapatos a esa ilustre cabeza que ideó y les llevó a su país la ruina, la guerra y la muerte?
¡Anda… anda…, y dale gracias a Dios!

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(Más abajo del Blog, al final de los escritos hay un vídeo del suceso ocurrido durante la rueda de prensa) ¡Véalo!

viernes, 12 de diciembre de 2008

CONCESIÓN DEL TÍTULO DE “CIUDAD” A ESTEPA


CONCESIÓN DEL TÍTULO DE “CIUDAD” A ESTEPA. . .


Siempre que escribo sobre Estepa, tengo por costumbre referirme a ella nominándola con el título de Ciudad y no es por casualidad o capricho mío; no, nada más apartado de la realidad. Lo hago porque quiero darle a mi ciudad el estatus que le corresponde, conseguido tras un importante protagonismo a lo largo de muchos siglos de Historia.
Alguien, tal vez pueda pensar que el equivocado soy yo al otorgar sin fundamento y por voluntad propia tal rango o condición a una población de tan sólo unos doce mil setecientos habitantes.
Ahora explico en qué me baso para nombrarla así.


Doña María Cristina de Habsburgo-Lorena
La Reina Regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda del rey don Alfonso XII -de quien fue segunda esposa-, le concedió a Estepa el nombramiento de “Ciudad” el martes día veinte de abril de mil ochocientos ochenta y seis (hace ahora 131 años). Tal distinción tuvo lugar veintisiete días antes de dar a luz a su hijo póstumo, que en el momento de nacer, el lunes 17 de mayo de ese mismo año 1886, fue proclamado rey con el nombre de don Alfonso XIII, aunque éste no asumiría el reinado poniéndose al frente de la monarquía, hasta haber cumplido los dieciséis años de edad.
Siendo doña María Cristina reina Regente, firmó en Madrid el siguiente Real Decreto mediante el cual le concedía a Estepa el título de Ciudad:
“Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio a la villa de Estepa, provincia de Sevilla, por el aumento de su población, progreso de su agricultura y su constante adhesión a la Monarquía Constitucional, vengo en concederle el Título de Ciudad.
Dado en Palacio a veinte de abril de mil ochocientos ochenta y seis.
–María Cristina.


=El Ministro de la Gobernación. ­- 

Venancio González. “

miércoles, 10 de diciembre de 2008


ACTO MULTIDISCIPLINARIO EN EL MUSEO HISTÓRICO

"Bloque entrecomilladoClausuran actividades académicasBloque entrecomillado
instituciones de historia y genealogíaBloque entrecomillado"

En un acto a celebrarse hoy a las 20.30, cerrarán el año activo dos prestigiosas fundaciones correntinas. Representantes del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes y el Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas, entregarán premiaciones y distinciones. Llegarán invitados especiales y Canal 9 de Cerro Corá, Paraguay, filmará la ceremonia.
De trascendencia regional ha sido declarado el acto que hoy en horas de la tarde se desarrollará en el Museo Histórico "Teniente de Gobernador Manuel Cabral de Melo y Alpoín" de esta ciudad. El mismo marcará el cierre de actividades para el presente año, del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes y el Instituto Correntino de Ciencias Genealógicas y fue programado para las 20.30 en el patio "Historiador Wenceslao Néstor Domínguez".
La ceremonia conducida por la escritora Moni Munilla, será registrada por las cámaras de Canal 9 Cerro Corá de la ciudad de Asunción del Paraguay, dado que una delegación de historiadores del hermano país se sumará como invitado. De igual manera, llegará desde la provincia de La Rioja el escritor Luís María Mezquita Errea y la catedrática canadiense Dorothy Tuers.
Como parte formal de las actividades cumplidas en el año, se presentará
el Boletín Genealógico 2008 y la revista "La verdad sin rodeos Nº 3". Los trabajos de ambas publicaciones llevan la firma de historiadores, investigadores y genealogistas correntinos, del país y el extranjero. Algunos de los firmantes son: Ricardo Juan Guillermo Harvey, María Teresa Aguirre de Balbuena, Alejandra Fernández Robert de Zapponi, Eduardo Roque Rial Seijó, Gustavo Miguel Sorg, Carlos Roberto Barrenechea, Carlos Ernesto Romero Jensen, Miguel Fernando González Azcoaga, Federico Ramón Rainero, Ramón Billordo, Manuel Irincibar, Grau Paolini, Carlos Mezquita Errea, Dina Alicia Cocco, Lucía María Vicentín y otros.
Además, el Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales pondrá a consideración un opúsculo publicado en 1949, obra del genealogista Vicente Ignacio Martínez, sobre la historia y tradición de la "Casa de los Martínez de Corrientes", único testimonio escrito que rescata la trayectoria secular de la Histórica Casa Solariega de la calle Quintana al 900, hoy lamentablemente en ruinas. La presentación de esta obra estará a cargo de la historiadora María Patricia Mariño.

*DISTINCIONES
El historiador Miguel Raúl López Breard y el genealogista Carlos Ernesto Romero Jensen, recibirán distinciones por sus aportes al conocimiento documental de la Historia y Genealogía de Corrientes. A ellos están destinados el premio "Manuel Cabral de Melo y Alpoín- Al Genealogista" y el ría los Ángeles Vallejos de Niella- Al Historiador" del año 2008.
Se pondrá a consideración pública, la Memoria de Gestión 2008 del Museo Histórico Provincial iniciándose los festejos por el octogésimo aniversario de la Institución que se conmemora en el 2009. Se recuerda que la Editorial Moglia, cierra anualmente con este acto, su año de trabajo, siendo la misma mecenas del Museo Histórico.

Moni Munilla
Diario El Litoral, Corrientes



Fotos del acto y de las personalidades que asistieron e intervinieron en él, publicadas un día después

viernes, 5 de diciembre de 2008

DÍA DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
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La fecha del seis de diciembre, es festiva en España.
Anualmente se conmemora ese día, porque fue en el que se aprobó La Constitución Española del año 1978.
Un documento que este sábado 6, cumple treinta años, que fue elaborado no sin dificultad; pero con mucha voluntad por parte de las diferentes fuerzas políticas de aquellos difíciles momentos en los que se redactaron sus artículos y normas, en cuya elaboración, cada una de ellas, “cedieron o perdieron” un poco; y el pueblo español ganó mucho con el consenso logrado.
Recién salidos como estábamos de una Dictadura, había que dotarse de un instrumento mediante el cual, fuera posible garantizar la convivencia en paz entre las diferentes sensibilidades de pensamientos políticos en la rica diversidad de pueblos y ciudadanos de España.

(Foto del Diario El Mundo) Varios militares participan en el izado de la bandera celebrado en los Jardines del Descubrimiento, dentro de los actos conmemorativos de la celebración del Día de la Constitución. (Foto: EFE/José Huesca)

Se dice de ella, que es la “Ley de Leyes” por la que nos regimos, y la que salvaguarda las garantías de todo tipo de libertades y derechos para el normal caminar de un país y sus ciudadanos: pero algunos, aún no lo han entendido.
Todavía resuenan en nuestros oídos como terribles martillazos los ecos de los disparos efectuados por un asesino de la banda terrorista ETA, que hace tan sólo unas horas, el miércoles pasado en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, cobardemente acabó con la vida del empresario vasco Ignacio Uría, llenando de luto no sólo al País Vasco y a la gente de bien que allí vive, sino a toda España, que con este asesinato reciente y con todos los que ha producido ETA a lo largo de más de treinta años, se siente dolida por la iniquidad de quienes no quieren aceptar las reglas del juego democrático que propugna nuestra Carta Magna, manchando de sangre inocente el suelo, y empañando de luto y dolor este día de La Constitución, que debía ser festivo y de alegre celebración.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

"DEL GUADALQUIVIR AL PARANÁ"



FRAGMENTO DEL LIBRO
"DEL GUADALQUIVIR AL PARANÁ"
DEL QUE SOY AUTOR
.:.

"El caballero tenía buen porte y vestía con elegantes formas y buenas ropas. Llevaba jubón abotonado hasta el cuello, camisa de fina tela blanca con un pequeño encaje del mismo color, que asomaba en derredor del cuello y los puños. Lucía calzas de rico terciopelo, y altos borceguíes de montar que le llegaban hasta las rodillas, adornados con estrechas hebillas y espuelas plateadas; la espada colgada al ceñido y ancho cinturón de cuero labrado, y su cabeza iba tocada con gusto exquisito con una gorra de suave terciopelo negro, con discreto adorno. Era muy apuesto y distinguido en los modales para con las personas que lo rodeaban, y su aspecto delatábalo como hombre de bien, y de gran cultura. Lo vi de lejos, y quedéme deslumbrado por su buen gusto y gallarda hidalguía.
Con mucho disimulo corrí y me pegué al grupo donde él estaba, para hacer lo que siempre solía; escuchar con atención y echar la red por si algo bueno caía.
Aquél hidalgo señor debía ser por lo menos Bachiller, pues su conducta denotaba grandes y exquisitas maneras al expresarse, y debía estar en edad de unos veintinueve o treinta años.
-Necesito llevar unas pertenencias y mercancías a mi casa de Estepa. –fueron éstas, las primeras palabras que le oí decir a tan ilustre caballero, dirigiéndose a uno de los del grupo que hablaba con él.
-Conozco a varios hombres que al punto pueden cumplir el encargo de vuestra señoría. –contestó el otro.
Al oír yo el nombre de Estepa, mis oídos abriéronse de par en par, y mi curiosidad fue mucha. […] -¡Señor! –Le dije tocando su brazo en demanda de atención-, conozco al hombre que puede llevar vuestras mercancías al lugar donde decís; es el mejor arriero de Sevilla, y sus mulas son con justeza las más esforzadas y ejercitadas en estas faenas.
Sorprendido, el joven caballero volvió su cara poblada por una barba no muy longa y bien cuidada, y extrañado por la viveza y desenvoltura de mis palabras, sonrióme levemente diciendo: -¿Quién eres tú muchacho? ¡Compláceme oírte, habla!
-Cristóbal de Montesinos me llamo señor, soy sobrino del arriero del cual os hablo, y nací hijo de cristianos viejos en el castillo de la villa de Estepa, de donde también es mi tío. -contesté nervioso, pero decidido-.
Sin dar tiempo a que el caballero reaccionara lanzándome otra pregunta, me apresuré a decir todo de corrido: -Mis padres estaban al servicio de un señor muy principal de la Orden de Santiago, -que Dios tenga en su gloria- en cuya casa de la calle de la Vía Sacra detrás del Alcázar, nací yo, y a la muerte de éste mis padres vinieron a Sevilla muriendo ambos al poco de llegar aquí. Desde entonces vivo solo, y ahora busco trabajo o el amparo de un señor al que servir.
-Bien expresado está, y en verdad pareces culto,-contestó el hidalgo- y cierto parece cuanto dices. Bien conocí al tal caballero del que hablas, y sé donde hallábase su casa; y ya que eres de la villa de Estepa, igual me da quien lleve las mercancías a mi casa, pero pláceme y más conveniente creo que sea tu tío y no otro, quien haga el dicho trabajo.
-Entonces señor, si me dais vuestra licencia, -dije complacido- más de diez minutos no han de pasar en traer ante vos a mi tío para que le ordenéis lo que deseáis, y os aseguro que seréis bien servido en lo que pedís.
-De aquí no he faltar, y no tardes, pues es menester y me urge sacar las mercancías de los almacenes del puerto y acarrearlas hasta Estepa cuanto antes. –contestó."
-Y en cuanto a ti, -prosiguió diciendo- si andas buscando trabajo, lo has de tener si quieres acompañar a tu tío ayudándole en el viaje, que yo bien sabré pagar los maravedíes que te correspondan al llegar a la villa de Estepa, y una vez allí, habré de decirte si deseas aceptar la oferta que te haré, pues tengo proyectos que he de llevar a cabo el año próximo Dios mediante, y necesito a mi servicio un criado como tú, que me acompañe.
Maravillados quedaron los hombres que estaban con el caballero al ver la diligencia y rapidez con que resolvióse la demanda de éste, por mi mediación.
¡Pero loado sea Dios! Que más contento que unas pascuas quedé yo al escuchar de labios de aquél señor, que por fin tenía trabajo y proyectos para el futuro al lado de tan buen hidalgo.
-No ha lugar a llegar a Estepa para aceptar señor, pues si vos deseáis tomarme a vuestro servicio como criado, al punto habéis de saber que ya lo soy desde este momento. -me apresuré a contestar, feliz por haber hallado al fin lo que tanto ansiaba-.
-Eres joven aún, pero gústanme tus maneras y diligencia. Y como te hallas huérfano no te has de despedir de nadie. Así pues, mañana muy temprano después de cargar en el puerto, habréis de salir para Estepa en donde ya quedarás en mi casa y a mi servicio, preparando cuanto es menester para embarcarnos y pasar a las Indias dentro de un año. Apremia pues Cristóbal y ve a la casa donde vives, y sin demorar más, recoge tu equipaje. –dijo el caballero y recién estrenado señor.
- Ni lo uno ni lo otro tengo, mi señor -contesté-, pues son mi casa los zaguanes y patios ajenos, y todo mi equipaje, las raídas ropas que aquí veis sobre mi cuerpo; así que estoy presto para seguiros cuando vos mandéis.
- Bien está así, y no se ha de hablar más -contestó-, busca pues a tu tío que yo he de irme ahora, pero ven luego con él a la Plaza de San Francisco que allí estaré en la casa que hay lindando con el convento, y pregunta por el Licenciado don Juan de Torres, que así me llamo.
Salté, brinqué y di más de mil cabriolas cuando me alejé de allí, del contento que sentía mi alma por el nuevo destino que a mi vida venía, y sobre todo, porque aquél señor haría realidad mis tan ansiados sueños de viajar y conocer el Nuevo Mundo.
Pero antes, no quise pasar por la Catedral sin entrar en ella para dar gracias a Nuestro Señor por el bien que me había enviado aquella mañana. Y así lo hice.
Luego, tras buscar por allí a mi tío, no lo hallé y me fui al puerto, donde lo encontré en procura como siempre, del preciado y duro trabajo que le permitía subsistir a él y a su familia; que no era otra mas que su mujer, y las acémilas de su recua. […] Montamos los dos a lomos de su mula más noble, y entrando a la ciudad por la Puerta del Arenal, continuamos camino dejando a la derecha la Catedral, dirigiéndonos a la Plaza de San Francisco donde estaba el convento del mismo nombre, y junto a él, la casa en la que se alojaba el que ya era mi señor.
La hermosa y amplia plaza es un cuadrilongo, y ya desde antiguos tiempos y hasta estos días, era y es, teatro de grandes espectáculos de toda especie, pues en ella se han celebrado corridas de toros, torneos y juegos de cañas, máscaras y autos de fe del Tribunal del Santo Oficio, así como justicias y grandes funciones religiosas de mucha pompa y boato. […] Por fin llegamos a la gran casa que lucía unas robustas y elegantes columnas de piedra en la portada, y grandes ventanales y balcones protegidos por bellas rejas de hierro forjado. Entramos en el zaguán, y como la puerta hallábase cerrada, tiramos de una cadena que pendía y oímos sonar una campana en el patio interior.
Al poco tiempo abrióse una pequeña portezuela o mirilla dejando ver tras ella el rostro serio de un criado. - ¿Que queréis vosotros? -preguntó malencarado.
-Decidle al señor don Juan de Torres que lo busca su sirviente Cristóbal de Montesinos.
–contesté.
Yo me sentí importante al nombrar a mi señor, y tuve un gesto arrogante ante el hombre aquél, levantando más de lo que es normal mi cabeza al anunciarme como criado de don Juan.
Esperamos hasta que se abrió el postigo y pasamos luego tras el lacayo hasta un hermoso patio sevillano que tenía una bellísima fuente de mármol blanco en el centro, llena de graciosos surtidores que vertían el agua dejando caer los chorros en las tazas, creando así un refrescante chapoteo agradable a los oídos, salpicando las pequeñas gotas en un suelo lleno de macetas con bellas y variadas flores, y claveles rojos y blancos que daban tal fragancia al aire, que más me pareció olor venido del mismo paraíso. […] Tras ser avisado, bajó mi señor don Juan por las escalinatas centrales del dicho patio, y acordó con mi tío la hora y el lugar adonde habrían de recogerse las mercancías. Al mismo tiempo, le dio una bolsa con la mitad del dinero acordado como precio del porte, y cuya segunda parte le entregaría cual pago final, una vez que hubiese llegado la carga a su destino. […] Así quedó acordado, y allí nos despedimos. Pero antes de marcharnos, como intuyó al estado lamentable y ruinoso en el que me hallaba, sacó la bolsa y alargó su mano dejando en la mía las primeras monedas que en mi vida ganaba honradamente. La emoción que en esos momentos sentí por tan generoso gesto, ablandó mi joven y ya curtido corazón, y mis ojos se humedecieron con las lágrimas que hacía muchos años que no derramaba. Al tiempo que tomé las monedas, y aprovechando su descuido, raudamente besé agradecido la mano de don Juan de Torres. El ósculo quedó así dado en su mano, mas mi señor, sorprendido, retiróla enérgicamente, y con gesto serio pero con serena mirada, díjome:
-Apresta bien tus oídos, Cristóbal, y atiende a lo que voy a decirte.
–y continuó.
-Sólo si el mismísimo Jesucristo bajara del cielo, bien harías en besar sus heridos pies; mas nunca a un hombre las manos, si no son las de tus padres.
Bien aprendí ese día tan ejemplar enseñanza de mi señor, que no olvidé de ningún modo, a lo largo de mi vida. Fue ésta, la primera y última vez que lo hice; pues nunca más lo permitió su hidalguía, y yo, jamás lo intenté, después de oír sus palabras.
"

martes, 2 de diciembre de 2008

AL POETA
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El verso es un noble arte
y práctica de ilustrados,
pues yo no he visto en mi vida
burros vates, ni versados.
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Perdone su señoría
el tal ejemplo expresado,
pues yo jamás osaría
ser descortés ni taimado.
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Pues has de saber amigo
que el poeta es educado
y casi siempre enemigo,
del insulto inadecuado.
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Las injusticias anuncia,
al prepotente arremete,
desenmaraña la argucia,
su pluma ejerce denuncia
y al más tirano acomete.
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Si enervado estás; no leas
y busca en otros ambientes
donde por Cultura veas;
el insulto, la pelea...,
y cosas menos decentes.
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Complácete del poeta,
de él, no reniegues tanto,
que es juglar con alma inquieta
cuya voz nunca está quieta:
¡déjalo expresar su canto!
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Antonio Rodríguez Crujera