Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Entrando junto a ella, le dijo: -“Salve, llena de gracia, el Señor es contigo”.
A estas palabras, María se turbó, y se preguntaba qué significaría tal saludo.
Y le dijo el ángel: -“Deja de temer, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Será grande y llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob por los siglos, y su reino no tendrá fin”.
Dijo entonces María:-“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”.
Y el ángel la dejó.
“No temáis, porque os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo; hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto os servirá de señal: encontraréis a un niño recién nacido envuelto en pañales; id a Belén, allí lo hallaréis acostado en un pesebre”
Y el cielo azul intenso, se iluminó con la Luz que luz nos trajo, que irradiaba la belleza, la Paz y el Amor de aquél niño Hijo de Dios, y Salvador del hombre.
Sabios Magos venidos de lejanas tierras, siguieron la estela blanca dejada en la bóveda celeste del Firmamento, por la gran estrella anunciadora del nacimiento del niño Mesías que esperaban.
Y hasta Belén de Judea los llevó el cometa en una noche fría, y allí lo hallaron como anunció el Ángel: envuelto en humildes ropas entre los dulces y cálidos brazos de María, su madre, bajo la tierna mirada de José, y entre los animales del pesebre.
El júbilo inundó esa noche todos los rincones de la faz de la Tierra, y las estrellas y los luceros viajaron alegres de uno a otro lado del Cosmos infinito, anunciando al Mundo su venida, y con ella; todo lo bueno que nos traía.
- ¡Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad; y gloria a Dios, en el Cielo!
–Dijo el ángel que lo anunció a los pobres y asustados pastores-.
Desde aquél día, el Amor, la Paz, el perdón, la buena voluntad y la alegría, les fueron regalados al Mundo como los mejores dones que jamás pudiera recibir.
Desde entonces, esos dones vinieron a instalarse en los corazones de las gentes de bien que habitan el Mundo.
Y el hombre, desde su libre albedrío, hace o no, uso de ellos con los demás seres que pueblan la Tierra.
Unas veces, la nobleza de la persona usa esos buenos sentimientos y dones con los demás; y otras, desafortunadamente no.
Pero ahora en estos días de Paz, Amor y Felicidad, no hay, ni debe haber lugar para reprender adversas conductas humanas; sino para recordar aquellos días y favorecer así, la buena voluntad que aún quede en los más recónditos rincones del alma de cada uno, con la alegría que inunda los corazones de gozo por la venida de Aquél niño que tan buenos sentimientos nos trajo a todas las almas de buena voluntad de la Tierra.
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Y EN TODOS LOS DÍAS DEL AÑO.
¡QUE ASÍ SEA POR SIEMPRE!
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Un gran abrazo a todos vosotros, mis amigos, con los mejores deseos.
Que el año nuevo que nos llega, nos colme a todos del bienestar y la salud: lo demás, nos vendrá dado por añadidura.
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DESDE ESTEPA, EN SEVILLA, ESPAÑA…
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