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Cuando uno ve tanta infracción
cometida –algunas de las cuales llegan a rozar y hasta a superar el delito–, como
es el caso de: circular sin el casco, subir en las aceras los vehículos y reírse
de la broma y del susto que les dan a las personas, circular a altas horas de
la noche o madrugada con coches y motocicletas rugiendo y sobrepasando en mucho lo permitido en
decibelios, molestando y despertando a las personas mayores, niños, enfermos y
ciudadanos que trabajan, hacer carreras por las calles como si de un circuito de
velocidad se tratara, romper espejos
retrovisores, arañar los coches, robar cables del alumbrado del Cerro y del
Parque municipal, meter fuego a contenedores y lo que sea menester, robar en domicilios,
despedazar como cafres el mobiliario urbano; asientos, papeleras, plantas,
robar y desmantelar edificios oficiales, romper cristales y farolas de los
alumbrados públicos y focos de los monumentos, llevar a cabo destrozos en el patrimonio e
incendiar el Cerro de San Cristóbal, etc. etc. etc.
Si estos infractores y delincuentes
se sienten impunes ante la Ley, y nada temen; es porque nada tienen, y sus
delitos o faltas, desafortunadamente, quedan en muchos casos sin el castigo o la sanción que merecen.
¡Pero ay, de aquél ciudadano que es respetuoso de la Ley y la Justicia! A ese,
se le sanciona, porque ese, sí paga la multa por la infracción que comete.
Cuando uno ve todo eso siente
impotencia, y en cierto modo, como ciudadano, desprotección ante las
infracciones y delitos que ve cometer.
Pero ya explotas y te rebelas contra el sistema, cuando a un hijo tuyo al que no se le considera sospechoso de ser un gamberro, y menos, irrespetuoso con las Leyes, con formación universitaria, realizando su trabajo como maestro de educación primaria, viene a su casa en Estepa a ver a su familia desde el lugar donde ejerce su labor, aparca en la calle Mesones, y se cruzan en su camino los agentes número 12516 y como testigo su compañero, el número 2740, de la Policía Local de Estepa, que le imponen una exagerada sanción –200 €, por aparcar su vehículo en doble fila para entrar unos minutos a un establecimiento–, eso sí, como una gracia concedida por el Gobierno, la multa se queda reducida a 100 €uros, si la pagas prontito.
Pero ya explotas y te rebelas contra el sistema, cuando a un hijo tuyo al que no se le considera sospechoso de ser un gamberro, y menos, irrespetuoso con las Leyes, con formación universitaria, realizando su trabajo como maestro de educación primaria, viene a su casa en Estepa a ver a su familia desde el lugar donde ejerce su labor, aparca en la calle Mesones, y se cruzan en su camino los agentes número 12516 y como testigo su compañero, el número 2740, de la Policía Local de Estepa, que le imponen una exagerada sanción –200 €, por aparcar su vehículo en doble fila para entrar unos minutos a un establecimiento–, eso sí, como una gracia concedida por el Gobierno, la multa se queda reducida a 100 €uros, si la pagas prontito.
Hoy lunes sobre las 10:00 horas,
y antes de pagar la multa, acudo a las dependencias de la Policía Local, a ver
si es posible anular la exagerada sanción impuesta a mi hijo, y un joven agente
de nuestra Policía Local, –muy educada y
respetuosamente–, me explica que es imposible anularla, puesto que quien lo
hiciera incurriría en prevaricación: delito consistente en dictar
a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.
También me informó
que podía interponer un recurso-escrito de apelación, a lo que contesté, que
con la Ley en la mano, reconozco que mi hijo había infringido una norma de
tráfico y sería inútil reclamar; pero con la mano en el corazón, –le dije–, se
habían pasado, y que era injusta y sobre todo, excesiva la sanción impuesta, a lo
que me contesta que las cuantías de las sanciones las impone el Gobierno, y no ellos.
Pues
también el Gobierno se “pasa” –le
contesté –.
Sí. El Gobierno central, Autonómico, las Diputaciones, los
Ayuntamientos; todos se están pasando un poquito en su afanado empeño
recaudatorio, con multas, subidas de impuestos y aumento de recortes, sin tener en cuenta las
dificultades que muchos ciudadanos están atravesando desde hace años, demostrando estas
administraciones carecer de conciencia a la hora de “atizarles” a los ciudadanos,
metiéndoles la mano en sus cada vez más esquilmados y arruinados bolsillos. Ya
está bien.
Ante las buenas
palabras de los dos agentes con los que hablé, y la negativa de la anulación,
les dije que sólo me quedaba el recurso que como derecho me asiste, a manifestar
mi opinión y desacuerdo con esta denuncia
exponiendo el caso públicamente en los medios
de comunicación que son mi Blog y las redes sociales, para darlo a conocer a quienes lo
leyeran. Tiene usted derecho a hacerlo –me dijeron–, siempre que no
incurra en ofensas a las personas, ni en palabras insultantes y maleducadas.
¡Por
supuesto, ese no es mi estilo! –contesté–.
El otro agente con el que hablé, me
dijo entonces: “Y a lo mejor, hasta es bueno que escriba usted eso; así la
gente sabrá la elevada multa que se impone por aparcar, y no aparcará los
coches en doble fila”. O sea, ¿Qué encima, les hago un favor con mi denuncia?
Creo que mi escrito cumple con
todas las normas de la educación, corrección en las palabras y en el respetuoso
trato dado a las personas, a los agentes, a la Ley y a la Justicia, muy a pesar
de mi enfado por lo que creo ha sido una “pasada” y excesiva sanción al
vehículo de mi hijo, sólo por aparcar unos minutos en doble fila.
Antes de ir a las dependencias de
la Policía Local, y después al salir de ellas para pagar la multa en el banco,
pude hacer estas fotos en las que se muestran infracciones por aparcamiento en doble fila, iguales
que la cometida por mi hijo. Al verme hacer las fotos, unos agentes de la
Policía Local que pasaban en su coche en aquél momento de caos circulatorio,
parados porque no podían circular, me preguntaron: ¿le ocurre algo,
caballero?
No, –les contesté–, estoy
haciendo unas fotos de coches aparcados en doble fila, igual y en el mismo
lugar que lo hizo mi hijo el viernes por la tarde, y por lo que unos compañeros vuestros le han
multado.
Estas son las fotos de las "gravísimas" infracciones de aparcamiento en doble fila, por lo que a unos sí, y a otros no, le atizan inmisericordes el asalto a las faltriqueras de algunos ciudadanos, con los doscientos euros de rigor que marca la Ley, y que gracias a la bondad de los gobernantes se queda sólo en cien, si te das prisa en pagarlos.
¡Pero qué pillines son, los que nos rigen!
El laberinto de coches en la calle
Mesones continuó, los agentes siguieron su camino cuando pudieron reanudar la
marcha, los coches siguieron aparcados en doble fila, y más abajo, para colmo, el
tramo de la calle Mesones desde la esquina de Padre Alfonso hasta la iglesia del Carmen, cortado por el
mercadillo.
¿Un desastre sin solución ni remedio alguno?
Urge hacer algo,
señores alcalde y demás ediles.
Ya está bien, no basta, ni es
la solución al problema “atizarle” más al sufrido ciudadano con el amenazante bolígrafo en la mano y el bloc
de multas en ristre.
Sosieguen sus señorías el ímpetu recaudatorio, que el
horno, aunque “caliente” no está para bollos, ni las economías “más calientes aún”,
para soportar esos castigos; moderen y flexibilicen las normas, piensen en dar soluciones
(que para eso se les paga bien), pero no la “paguen” con los de siempre: los
ciudadanos –a quienes deben servir, y no machacar–, que tras dar vueltas y vueltas por las calles
de Estepa, en algún endemoniado lugar
hallan al fin un huequito donde poder dejar sus coches, y bastante sufren ya el
desbarajuste de las calles estepeñas cortadas por obras, mercadillos o lo que sea.
Algo habrá que hacer, pues la
gente (confiada) deja los vehículos estacionados en doble fila para entrar unos
minutos a hacer sus gestiones en los bancos, las tiendas, las farmacias, el ayuntamiento… y al volver
a ellos se encuentran con un agente, que impertérrito ante los inútiles
razonamientos que se le dan, te contesta:
“lo siento, no puedo romper la multa,
pues ya está redactada”.
Y por ahí se sale aduciendo esas
razones, y se marcha tan campante enfundando su bolígrafo–tizona, y dejándote pasmao con el regalito de los 100 €uracos.
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Estepa, 5 de octubre de 2015
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