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¿Qué culpa tendrá el pepino?
Si tranquilo está engordando
Y lo acusan de asesino
Cuando en su mata colgando,
Destruir quieren su sino
Desde Germania atacando,
No sólo al pobre pepino
Con infundados rumores,
Destruyendo y difamando
A esos agricultores
Que con esfuerzo y sudores...,
El Agro están cultivando.
Sí, parece ser que la metedura de pata por la parte germana, ha sido y está siendo descomunal, pues las investigaciones aún no han dado con el bichito “E.coli” que se ha llevado por delante la vida de unas cuantas personas.
La llamada crisis del pepino fue causada por la señora Merkel, al comer uno de ellos, mordiéndolo por el "culo" que es por donde amargan. Y así se le quedó la cara. |
Pusieron el dedo acusador de esas muertes, apuntando sin piedad al humilde pepino español, y viendo después que no estaba en él la causa de la bacteria mortal, señalaron hacia otros alimentos, brotes de soja… etc. Y que pare ahí la cosa, y no se equivoquen más, por favor.
Una señora Comisaria europea, sin datos fidedignos, se aventura acusando al pobrecito pepino procedente de España, de ser el causante de ese extraño brote que nadie sabe de dónde procede. Pero el daño, ya está hecho.
Ahora, –digo yo, y dirá mucha gente–, que habrá que hacer algo para devolver a la agricultura española y andaluza el prestigio que de la noche a la mañana se le ha quitado, no quiero pensar que con maldad, pero sí, de mala y torpe manera al hacer unas desgraciadas declaraciones que sin duda han perjudicado nuestros intereses.
Ahora, –digo yo, y dirá mucha gente–, que habrá que hacer algo para devolver a la agricultura española y andaluza el prestigio que de la noche a la mañana se le ha quitado, no quiero pensar que con maldad, pero sí, de mala y torpe manera al hacer unas desgraciadas declaraciones que sin duda han perjudicado nuestros intereses.
Tardaremos algún tiempo en volver a recuperar el prestigio del que disfrutaban nuestros productos hortofrutícolas en Europa; ¡manda huevos! y todo por la ligereza acusadora de esa señora, que no sabe, ni se imagina el daño que su imprudente y atropellada alerta, ha ocasionado a los agricultores españoles, sobre todo, a los andaluces de Almería.
Pena siento cuando veo en la televisión cómo se destruyen millones de kilos –sobre todo de pepinos –, y de otras verduras y productos de nuestras huertas, que tanto sacrificio ha costado criar y cultivar, además de la pérdida de puestos de trabajo que eso conlleva. No hay derecho, no es justo.
Nuestra economía, nosotros, dependemos demasiado de que un día a alguien “se le crucen los cables” y se levante por la mañana diciendo o acusando de algo que no es cierto, y después, veamos las terribles consecuencias que ha acarreado la cagada de esa persona. A tomarporsaco todo.
Dependemos demasiado de otros: ya lo hemos visto antes; que si la gripe del pollo, que si la peste porcina, la peste equina, el mejillón, el no sé qué, y el no sé cuántos… y ahora, el “pepinazo del pepino asesino”. "Tié" cojones el asunto.
Y por desgracia, esto es una cadena en cuyos engranajes están enganchadas muchas familias y sectores: los agricultores, trabajadores del campo, transportistas, intermediarios, vendedores en tiendas y mercados… y un largo etcétera de personas que han visto parados sus negocios y reducidos sus ingresos. ¡Manda huevos, la cosa!
Y ahora, nos quieren “apañar” con la limosnilla de ciento cincuenta millones de euros para taparnos la boca, entonando en cierto modo el “Mea Culpa” –pa mear y no echar gota–, que acalle un poco las conciencias de quienes han provocado este desastre a la agricultura española, a los hombres y mujeres que viven de ella, y otras miles de personas y familias que indirectamente también lo hacen. Y por esas Europas, ellos tan panchos.
Se habla de pérdidas en el sector, muy por encima –doble o triple–, de esa cifra que quieren darnos, y al parecer, hoy iban a volver a estudiar la oferta aumentando la cantidad de la ayuda que irá destinada a socorrer de alguna manera a los agricultores, para que las pérdidas que han tenido –ocasionadas por el error alemán–, no les lleve a la ruina.
Hoy han sido repartidos en Madrid, miles de kilos de ricas frutas y verduras, que la gente ha recogido y ha comido con mucho gusto, porque están muy buenas. ¿Por qué no se hace eso mismo con tantos millones de kilos de pepinos y de otros productos de la huerta, que se están destruyendo?
Ya se ha visto que nuestra fruta y verduras son y están sanas y no contienen nada que pueda ser perjudicial para la salud de las personas; por ello cada uno de nosotros ha de ayudar a restituir el buen nombre y la fama que nuestros productos hortofrutícolas tienen en toda Europa.
Ojala, esto termine pronto; pero me temo, que el daño que la boca desbocada de una persona ha hecho a nuestra agricultura en un minuto, tardará muchos días y hasta semanas, en desaparecer, para que las bocas de los europeos vuelvan a degustar nuestras frutas y verduras, sin desconfianzas ni sospechas.
Ya se han retractado del mal que han hecho. A buenas horas, mangas verdes. Ahora, que paguen por ello la ayuda a los agricultores damnificados; pero generosamente, ¡no seáis tacaños!
Nada nocivo tienen nuestros productos; y si algo tienen, es ricura, frescura y exquisitez. Eso, ya lo sabemos; ahora hace falta que lo sepan ellos.
Y aquí estamos nosotros, para decírselo.
¡Señora Merkel, cómase usted buenos pepinos, frutas y verduras criadas con el sol del Mediterráneo español, y se pondrá más guapetona!
¡Anda, anda… que nos tenéis contentos!
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