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Tremenda casualidad e incongruencia.
Hoy, todos los telediarios no cesan de recordarnos un hecho que se
convirtió en histórico y ocurrió hace veinticinco años. La casualidad es la fecha; tal día como hoy 9 de noviembre del
año 1989, caía el muro de Berlín erguido durante más de dos décadas. Los
berlineses lo echaron abajo después de haber costado muchas vidas a las
personas que trataron de saltarlo para reunirse con sus familiares al otro lado
de aquella absurda barrera. Con su destrucción se rompía una frontera que
aislaba personas, ciudadanos de un mismo país, y residentes en las dos partes de
la capital de Alemania separadas por una aberrante muralla a la que el mundo
dio en llamar como “El Muro de la Vergüenza”, que con su caída determinó el
final de la guerra fría entre dos bloque militar y político, muy poderosos.
Hoy, 9 de noviembre, los
alemanes celebran con enorme gozo la apertura de las puertas de la frontera
entre las dos Alemania, y el posterior desplome de aquella muralla convertida
en una barricada que separaba, incomunicaba y dividía a las personas de un
mismo Estado. Y hoy, los alemanes lo están festejando desde el deseo de que
jamás ocurra otra vez lo mismo, y abogan –según palabras de su Canciller, la
Sra. Ángela Merkel–, por una Europa unida, sin divisiones ni separatismos.
Hoy, 9 de noviembre de 2014, una parte pequeña de nuestro país, pretende
levantar una frontera para separarse del resto del Estado español. Esa es la incongruencia; mientras los que
padecieron hace medio siglo el aislamiento del resto de su nación hoy celebran
su unión, aquí los de un trozo de España pretenden llevar a cabo un disparate
separatista y de desunión, mediante una camuflada consulta dudosa y oscura –inocente y no vinculante, según ellos–,
pero tras la que se encierra una astuta trampa urdida con muy mala fe política;
pues si esta noche salen unos resultados favorables a la independencia en
Cataluña, este referendo consultivo será el acicate que los separatistas esgrimirán
para convocar a las masas y proclamar la independencia de Cataluña.
Y lo peor del caso, es que el arrogante Sr. Mas, a los ojos de los
españoles, le ha ganado el pulso al Sr. Rajoy, quien respaldado por el Tribunal
Constitucional, repitió hasta la saciedad que el referendo no se celebraría;
mientras que Mas, con su característica altanería chulesca, le contestaba que el día nueve de noviembre habría consulta
a los catalanes, sí, o sí; y lo ha cumplido mientras el Gobierno y su
Presidente, según la opinión generalizada, ha tenido que meterse el rabo entra
las patas, no habla, está ausente… y no sabemos qué ocurrirá, que hará, ni
quién parará los pies veloces a los Sres. Mas, Junqueras y toda la clase
política que aboga por independizarse del resto de este país llamado España.
Hoy, un pletórico y desafiante Artur Mas, ha declarado que: “si el
Tribunal Constitucional busca un responsable de esto, que mire hacia mí”. ¿Se
irá de rositas?
Si estos ganan hoy el pulso, amparados por un resultado favorable, más
pronto que tarde los veremos pidiendo su pretendida separación que nos traerá diferencias,
intranquilidad, odios y recelos entre españoles catalanes y los del resto del
Estado, que hasta ahora hemos convivido aceptablemente bien, a pesar de ciertas
diferencias y de algún que otro problema. Y lo peor, es que esto de hoy, puede
abrir las puertas a otras aspiraciones del mismo tipo que puedan darse en otras
Autonomías de España, que alegando precedentes, exigirán poder obtener un trato
análogo, e idéntico proceder que el que se le ha permitido a Cataluña con esta esperpéntica
salida de las urnas a las calles catalanas. Ojo avizor.
Entretanto, las malas lenguas periodísticas, nos informan y alertan de
pactos secretos llevados a cabo entre el Gobierno de España y el de la Generalidad
de Cataluña. Si esto es cierto, nos engañan miserablemente con sus tiras y
afloja, arrogancias y altanerías, mientras ellos “intercambian sus cromos”.
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