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Lamentablemente, Estepa
y su zona más monumental –el “Parque Francisco Ayala” y todo el Cerro de San
Cristóbal, donde se aglutina un importante conjunto de monumentos–, vienen sufriendo desde hace ya
mucho tiempo y por parte de unos salvajes, una serie de ataques irracionales: mobiliario
urbano destrozado, barandillas de madera quemadas, faroles sin farol, sin
lámparas ni cristales, vegetación calcinada en varias partes, robos en el
cableado del alumbrado, proyectores de luces rotos, con la consiguiente oscuridad
por las noches; negrura y penumbra en la que se amparan estos despreciables rufianes
para cometer sus raterías y demás delitos. Y así, resguardados por la
nocturnidad, y gracias a la oscuridad por la ausencia de la iluminación que
daban las luces de las despedazadas farolas y otros alumbrados, los delincuentes
cometen sus despreciables atentados contra nuestro patrimonio. No tenemos bastante
con todo eso, que asimismo, con un simple paseo, percibimos en ese gran recinto
turístico que ahora visitan muchas personas, el descuido en la jardinería, un
cierto abandono y escasa limpieza, además de todo lo que hay destrozado.
Y yo digo: esas
personas tan ruines, capaces de perpetrar hechos tan vergonzosos y cobardes, no
pueden sentirse estepeños; son indignos de llamarse hijos de Estepa, pues si
tuvieran honor y sintieran amor hacia ella y sus cosas, hacia la tierra donde
han nacido, ¡jamás atentarían contra aquello que se ama como a algo que se
quiere como propio!
Después de los varios incendios
provocados este verano, la última y cobarde hazaña de la canallesca pirómana
que anda suelta y campa a sus anchas por el Cerro sin que se le pueda echar el
guante, ha sido la quema intencionada de
un ciprés y una palmera en el “Balcón de Andalucía”, producida la semana
pasada. Aún está sin quitar el carbón que ha caído al suelo después de arder el
árbol; no cuesta tanto quitar lo feo, y un hombre con una escoba lo barre y
recoge en diez minutos.
De todo ello, resulta evidente
que no puede achacarse la autoría de los delitos a los responsables municipales;
pero sí la desidia, el olvido, el abandono y la falta de voluntad que
demuestran de dar solución a los desmanes de esos gamberros. Los autores son
los responsables únicos y directos de todos los atropellos y destrucción de las
cosas mencionadas, pero, señores Alcalde y Concejales que estáis para gobernar:
¿dejamos como está lo devastado, derribado, robado y quemado? A eso, se le llama abandono, desidia, falta de interés y
voluntad para hacer las cosas. O tal vez, ¿la política del avestruz?
Recuerden –y esto
puede comprobarlo cualquier ciudadano–, que todo lo que está roto, quemado,
robado o destrozado, lleva ya mucho tiempo en ese estado; no es nuevo, y nada
se ha hecho ni se hace por reponer barandillas de madera, cables, farolas,
lámparas, cristales, plantas, reforestación de arbustos quemados, etc.
Pero como saben, están
cerca las elecciones municipales, y entonces, ¿qué dirán a los estepeños para
ganar su confianza sobre las promesas hechas y no cumplidas? Los ciudadanos
saben apreciar muy bien si el esfuerzo en la gobernanza es sincero y de buena
voluntad; aunque tal vez hayan puesto en práctica aquello que nos recuerda el
refranero popular: “para el tiempo que voy a estar en este convento…”
No, señores ediles, se
gobierna y solucionan los problemas desde el primero, al último día de la Legislatura,
con el mismo afán de servicio al ciudadano, sin abandonos ni desmayos y con
idéntica dedicación; día a día, todas las horas para solucionar problemas; y lo
que ocurre en Estepa con quejas vecinales sobre muchos temas que conciernen al
ciudadano, así como lo que está ocurriendo en el Cerro con todo lo que se va
deteriorando y destruyendo, hay que resolverlo; pues si no se repara lo que la
barbarie y sus canallas vayan devastando, a este paso… ¿qué ocurrirá con nuestro
entorno más monumental e histórico y con todas las obras de restauración y
embellecimiento que en él se han hecho a lo largo de tantos años, y que han
costado tantísimo esfuerzo y dinero?
¿Lo dejamos echar abajo y no lo levantamos?
.
¿Lo dejamos echar abajo y no lo levantamos?
.
Piensen, cavilen,
deliberen…
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(Todas las fotos, menos la última, han sido hechas hoy 27-10-2014, sobre las 13:00 horas)
Esta mesa y sus asientos, lleva así mucho tiempo. ¿No da peor impresión así? ¡Pues quítenlo! |
Habrá que adecentar el árbol y podar las hojas de la palmera, ¿no? |
Casi una semana después, aún está sin quitar el carbón que ha caído al suelo después de arder el árbol; no cuesta tanto quitar lo feo, y un hombre con una escoba lo barre y recoge en diez minutos. |
De este banco, sólo quedan los hierros. Así, el entorno da más sensación de abandono. Mejor, ¡retíren lo que queda del asiento! |
En ambas columnas, faltan los cables, el farol, la lámpara... |
Esta farola parece que se quita el sombrero ante un atardecer tan bello y enigmático. Pero no, ha sido vilmente desfarolada por un descerebrado. |
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