DE LEYES, JUSTICIA Y OTRAS COSAS
__________________________________
No recuerdo ahora exactamente, pero hace ya bastante tiempo, saltó a los medios de comunicación una noticia: un ciudadano, un hombre valiente, por defender a una mujer a la que su pareja la estaba agrediendo físicamente, sufre una salvaje agresión por parte del hombre que maltrataba a su novia, y de la terrible paliza que recibió, quedó en estado de coma, y es ingresado en un hospital durante un largo periodo de tiempo.
Hasta ahí, la noticia resumida.
Ayer, el agresor, salió de su prisión preventiva, y el agredido quedó tan agraviado por esa decisión judicial, que le vi decir en la televisión, que desearía no ser español, y se sentía avergonzado de serlo; que querría ser y vivir en otro país.
A veces, no se comprenden las decisiones judiciales, aunque digan que “se ajusta a derecho”. El ciudadano quiere ver resultados.
Los muchos meses que ese hombre ha sufrido en el hospital, y las terribles secuelas que sufrirá durante toda su vida, ¿ya están pagadas? ¿Ya está el salvaje en la calle? Uno no comprende que la Justicia y sus fallos sean así de “ecuánimes” con los ciudadanos. Y los ciudadanos, quieren ver actuaciones ejemplarizantes contra aquéllos que cometen esos delitos tan atroces contra las personas, y máxime, si estas personas, lo único que han hecho, es defender altruistamente a otras que estaban en peligro.
¿Qué debemos hacer? ¿Quedarnos impasibles y muy quietos, si vemos que alguien agrede a otra persona? ¿Ya no hay valores cívicos? ¿Qué puede pensar el ciudadano de a pie, si ve cómo a un señor casi lo matan por salir valientemente en defensa de una mujer, y su agresor es puesto en libertad hasta la celebración del juicio? ¿Nos quedamos quietos ante una barbarie así? Ahí queda eso para que lo reflexionemos.
En otro orden de cosas, hace unos días, vi a otro ciudadano que esperaba ser atendido en urgencias de un Centro de Salud, para que le curasen las heridas que hacía varios días, le habían hecho en ambas manos.
Resulta que este hombre y sus hijos, estaban recogiendo aceitunas (creo que en su finca), cuando llegó un grupo de rumanos que pretendía robar la cosecha para venderla. El hombre quiso evitar el robo, y se enfrentó a los rumanos recriminándoles lo que pretendían hacer, y esa pandilla de gentuza indeseable que nos han invadido, no tuvo otra reacción, que emprenderla a palos contra él. Resultado; varios dedos de ambas manos casi destrozados por los golpes que quiso esquivar.
¿Es que nadie va a hacer nada contra esta caterva de gentuza?
¿Por qué hay gentes que les compra las aceitunas robadas? ¿No se pueden clausurar y multar fuertemente a esos puntos de compras de aceitunas, si se comprueba o se sospecha que son producto de robos?
Hay asentamientos formados por cientos de rumanos sin documentos, gentes venidas a robar y a cometer los delitos que les dé la gana, y quedar impunes, porque se resguardan en los grupos que forman, y viven en cortijos abandonados y en lugares a los que dicen, que ni la policía se atreve a entrar. ¿Y ya está? ¿Tenemos que soportar eso en nuestro país?
¿Lo permiten en otros países?
Las puertas de España parecen estar abiertas a esta gentuza que en la mayoría de los casos, no busca la vida honradamente, sino a través de la comisión de delitos, integrados en bandas organizadas, o en grupos de refugiados en los lugares fuera de las ciudades y pueblos, donde campan a sus anchas sin temor a la Ley, con desprecio de ella, y sin ser alcanzados por el brazo de la Justicia.
Ya es hora de cerrar la puerta a esa plaga que entra aquí como Pedro por su casa, sin ningún gendarme que se lo prohíba en las fronteras.
¿Tenemos que soportar eso? ¿No se les puede expulsar?
El ministerio al que le corresponda, deberá poner freno a esa escalada de delincuencia que nos ha invadido en forma no de personas honradas que quieren trabajar para tener una vida mejor para ellos y sus hijos, sino de gentes de mal vivir que delinquen y no trabajan, y tienen en muchos lugares de España sembrado el temor entre los ciudadanos.
Actúe ya, la Justicia, e impóngase la Ley para favorecer al ciudadano honrado, y castigar a esas pandillas de delincuentes que han encontrado en nuestro suelo, un terreno abonado, un paraíso para la comisión de sus delictivas fechorías.
Hasta ahí, la noticia resumida.
Ayer, el agresor, salió de su prisión preventiva, y el agredido quedó tan agraviado por esa decisión judicial, que le vi decir en la televisión, que desearía no ser español, y se sentía avergonzado de serlo; que querría ser y vivir en otro país.
A veces, no se comprenden las decisiones judiciales, aunque digan que “se ajusta a derecho”. El ciudadano quiere ver resultados.
Los muchos meses que ese hombre ha sufrido en el hospital, y las terribles secuelas que sufrirá durante toda su vida, ¿ya están pagadas? ¿Ya está el salvaje en la calle? Uno no comprende que la Justicia y sus fallos sean así de “ecuánimes” con los ciudadanos. Y los ciudadanos, quieren ver actuaciones ejemplarizantes contra aquéllos que cometen esos delitos tan atroces contra las personas, y máxime, si estas personas, lo único que han hecho, es defender altruistamente a otras que estaban en peligro.
¿Qué debemos hacer? ¿Quedarnos impasibles y muy quietos, si vemos que alguien agrede a otra persona? ¿Ya no hay valores cívicos? ¿Qué puede pensar el ciudadano de a pie, si ve cómo a un señor casi lo matan por salir valientemente en defensa de una mujer, y su agresor es puesto en libertad hasta la celebración del juicio? ¿Nos quedamos quietos ante una barbarie así? Ahí queda eso para que lo reflexionemos.
En otro orden de cosas, hace unos días, vi a otro ciudadano que esperaba ser atendido en urgencias de un Centro de Salud, para que le curasen las heridas que hacía varios días, le habían hecho en ambas manos.
Resulta que este hombre y sus hijos, estaban recogiendo aceitunas (creo que en su finca), cuando llegó un grupo de rumanos que pretendía robar la cosecha para venderla. El hombre quiso evitar el robo, y se enfrentó a los rumanos recriminándoles lo que pretendían hacer, y esa pandilla de gentuza indeseable que nos han invadido, no tuvo otra reacción, que emprenderla a palos contra él. Resultado; varios dedos de ambas manos casi destrozados por los golpes que quiso esquivar.
¿Es que nadie va a hacer nada contra esta caterva de gentuza?
¿Por qué hay gentes que les compra las aceitunas robadas? ¿No se pueden clausurar y multar fuertemente a esos puntos de compras de aceitunas, si se comprueba o se sospecha que son producto de robos?
Hay asentamientos formados por cientos de rumanos sin documentos, gentes venidas a robar y a cometer los delitos que les dé la gana, y quedar impunes, porque se resguardan en los grupos que forman, y viven en cortijos abandonados y en lugares a los que dicen, que ni la policía se atreve a entrar. ¿Y ya está? ¿Tenemos que soportar eso en nuestro país?
¿Lo permiten en otros países?
Las puertas de España parecen estar abiertas a esta gentuza que en la mayoría de los casos, no busca la vida honradamente, sino a través de la comisión de delitos, integrados en bandas organizadas, o en grupos de refugiados en los lugares fuera de las ciudades y pueblos, donde campan a sus anchas sin temor a la Ley, con desprecio de ella, y sin ser alcanzados por el brazo de la Justicia.
Ya es hora de cerrar la puerta a esa plaga que entra aquí como Pedro por su casa, sin ningún gendarme que se lo prohíba en las fronteras.
¿Tenemos que soportar eso? ¿No se les puede expulsar?
El ministerio al que le corresponda, deberá poner freno a esa escalada de delincuencia que nos ha invadido en forma no de personas honradas que quieren trabajar para tener una vida mejor para ellos y sus hijos, sino de gentes de mal vivir que delinquen y no trabajan, y tienen en muchos lugares de España sembrado el temor entre los ciudadanos.
Actúe ya, la Justicia, e impóngase la Ley para favorecer al ciudadano honrado, y castigar a esas pandillas de delincuentes que han encontrado en nuestro suelo, un terreno abonado, un paraíso para la comisión de sus delictivas fechorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario