Antonio buenas noches, me gusta tu escrito, no porque dé caña a la iglesia, sino porque demuestra que la gente que conformamos esa gran iglesia, está dolida, sensibilizada con el estado actual de la misma y sobre todo somos personas vivas que nos sentimos interpeladas.
Bueno Antonio del final de tu escrito discrepo como puedes comprender. (Espero que detectes la broma). Tomando en serio tu escrito te comento lo siguiente. La jerarquía eclesiástica no está al tanto de la auténtica preocupación que causa en muchos corazones, el descrédito al que están sometidos los valores del evangelio por causa de los escándalos a nivel internacional y a nivel local de la iglesia, nuestra Iglesia, nuestra amada e imperfecta iglesia como dijera San Francisco de Asís.
Quienes tenemos una orientación renovada o progresista del pensamiento teologal y espiritual de la cristiandad, puede incluso que como se dice burdamente: pasemos tres kilos de los escándalos de los curas. Pero por desgracia para mucha gente, esto es una destrucción de todo lo que para esas personas, representa la iglesia evangelio incluido. ¿De dónde viene el problema?. No del celibato Antonio, desde luego que no. Conozco hombres célibes que víven un celibato responsable y son grandes personas. También conozco sacerdotes que irresponsablemente tienen pareja –generalmente masculina- y además de realizar una curiosa interpretación del voto de celibato –para escabullirse por ella-, son voceros de dogmas que sepultan lo que para ellos debiera ser su propia naturaleza. Osea, la propia caracterización con la que Dios Padre los creo. ¡Vámos, una auténtica burla!.
De todas formas creo, -informado por un amigo teólogo- que el gran problema de la Iglesia se hace patente y manifiesto, cuando los jerarcas establecen una separación de la Iglesia entre Jerarquía por un lado, y Comunidad por otro. Esto sucedió en el siglo VIII cuando se empezó a decir, por boca de sus teólogos, que la Iglesia "consiste principalmente en el clero".
La clericalización de la Iglesia, partida en dos colectivos (clérigos y laicos) es la mayor desgracia que ha sufrido lo que Jesús quiso que fuera su comunidad de seguidores y discípulos. El protagonismo casi total de los clérigos se basa en una pretensión de poder que no está justificada en el N.T.. Es un invento humano. Hay que soportarlo porque no tenemos otra Iglesia. Pero hay que ser muy libres para decirles a los clérigos (curas, obispos, papa), que no deben vivir así, ni Dios quiere lo que ellos le han usurpado a la comunidad de los creyentes en Jesús. Es una cuestión de poder, a la que tiene que responder, por parte de los demás, la sumisión.
Jesús no promovió semejante disparate. Lo de Jesús no se basa en la sumisión, sino en el SEGUIMIENTO: seguir el camino que él nos trazó, que puede terminar, como se terminó, en conflictos y violencias, cuando interesa más la sumisión intelectual de las personas que la propia extensión del evangelio. En esta etapa en la que veo la Iglesia desde una perspectiva nuevamente comprometida en la enseñanza, te confieso que intento ser luz y alumbrar. Es una responsabilidad muy grande a la cual nadie puede acompañarme. Pero lo intento cada día, por aquello de decir: ¡y si alguien encuentra en mí el rostro de Jesús de Nazaret!. Por ello aunque no somos los causantes de esta mole de desgracias, si somos corresponsables en la continuidad del mensaje de Jesús.
A la Comunidad e Iglesia de base, nos pasa con la jerarquía lo mismo que a los pobres con la crisis financiera. Las clases medias o bajas son las que penan la crisis en sus facetas más duras sin ser causantes de ello. Aún así, sólo con los dineros de las arcas del Estado –dinero de todos- se subsana la crisis. Aquí es lo mismo. Los obispos intentarán repartir culpas. Que si lo dijimos en 2004, que si denunciamos a aquél cura –aunque sea uno entre diez mil-, que si la culpa es de una campaña contra el pontífice, que si ahora es de los homosexuales, que si en los hogares hay aún más casos de pederastia. Disparate tras disparate. Respecto de la confesión, puf… no vas desencaminado. Es uno de los sacramentos más bellos que tenemos y que la iglesia se ha encargado de destruir al conferirle al confesor un carácter jurídico. Jesús a este respecto sólo dijo explícitamente: “Si tu hermano ha pecado contra ti, ve y repréndelo a solas; si te escucha, habrás ganado a tu hermano; pero si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que toda causa sea decidida por la palabra de dos o tres testigos. Si no quiere escucharles, dilo a la comunidad; y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano y publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo". (Mt 18,15-18)
Se trata en definitiva de reconocer la falta y subsanarla efectivamente ante la comunidad representativa de Dios. Y aquí lo dejo que no quiero extenderme y ya lo hice. En definitiva Antonio, seámos más astutos que ellos. Demostrémos dónde reside la autenticidad del cristiano y hagamos a Jesús presente donde quiera que fueremos, por medio de nuestra fraternidad y respeto a la persona.
Un abrazo Amigo. Consideraré un honor que publiques en tu blog esta respuesta a modo de entrada.
Atte. Florencio Salvador Díaz Fernández.
Estudiante de teología cristiana.
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