FINALIZA LA FIESTA SANTIAGUISTA DE ESTEPA
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Cuando hoy caiga la noche y las sombras se hagan en la fortaleza alumbrada sólo por las humeantes antorchas, y tras una fiesta final, atabales y clarines anunciarán, que se dará por concluida la Iª Fiesta Santiaguista que ha venido aconteciendo en la vieja villa y castillo de Estepa, desde las jornadas del 9 al 21 de septiembre de este año del señor 2008.
Ayer al mediodía, acompañado por mi amigo, el barbado caballero don Rafael del Castillo y Páez -autor de las estampas que aquí les enseño para que salgan a la luz-, recorrimos con nuestras esposas todo el recinto donde se ha instalado la fiesta, en la cúspide del magnífico e histórico enclave amurallado del Cerro de San Cristóbal, bajo la atenta mirada de las viejas piedras y sillares de la torre mayor, o del Homenaje.
Los tenderetes y chamizos de árabes y otros mercaderes, mercachifles y buhoneros medievales ofreciendo a los plebeyos sus mercancías multicolores, el real del campamento de los caballeros castellanos, con sus luchas y torneos.
Los variados instrumentos para dar tortura y suplicio a las carnes del enemigo, y las diversas armas para la guerra, las "hosterías" donde los esforzados mesoneros y las fermosas taberneras, servían al fatigado y menesteroso viajero las viandas y ricos caldos que fueran menester, para recomponer las fuerzas en los maltrechos y cansados
cuerpos. Allí, sobre un tonel de rico vino pegados al abrigo de la torre ochavada, probamos excelentes trozos de medievales carnes, lomos y chorizos, trinchados con la afilada y temida daga de Rafael del Castillo y Páez, el caballero de la esbelta figura. Antes de eso, entramos a fisgonear en la dicha torre que vimos abierta, metímonos en ella por error para ver su recompostura, y allí engalanábanse y pintábanse en tal instante las cómicas doncellas que luego harían funciones de comedia. Con delicadas reverencias e inclinaciones de cabeza destocada del sombrero, maese Rafael y quien esto escribe, pedimos miles de disculpas a tan fermosas doncellas... y de allí salimos como almas que lleva el diablo.Todo ello estaba ubicado en derredor de la vieja iglesia de Santa María la Mayor, en medio della y el convento de Santa Clara, y dentro de los terrenos de la barbacana de la añosa Alcazaba, al lado de la remozada torre ochavada.
Esforzados Caballeros en sus justas y torneos
En primer plano, la guillotina y otros potros de tortura
Hasta el año que viene, si Dios y el tiempo no lo impiden.
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