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El Partido Popular se niega a que se siga adelante con esta controvertida Ley, y a que se hable de los muchos miles de asesinados que aún hoy, para vergüenza nuestra, siguen enterrados como perros, sin nombre que los identifiquen, en cunetas y fosas comunes en medio de los campos, y en otras que se hicieron en los cementerios. Sus principales dirigentes argumentan su postura diciendo que con esta Ley, se reabren heridas que ya estaban cerradas. No. Miren ustedes; las heridas pueden estar cerradas, aunque en falso, -igual que lo estuvieron las bocas-, porque por el miedo que se tenía a la represión, no había más remedio que tenerlas cerradas; pero las llagas siguen aún sangrando en el alma de cada familiar, y no estarán cicatrizadas del todo hasta que el último de los españoles -asesinados vilmente por pensar de distinta forma a la del Dictador y sus secuaces-, sean sacados de debajo de la tierra donde los metieron oculta y vergonzantemente, e identificados, se vuelvan a sepultar, pero con la dignidad que por derecho propio les corresponde como a Seres Humanos.
Aquellos que no quieren remover la tierra para sacar a los muertos, ni poner a trabajar la memoria para recordar los crímenes cometidos contra civiles, es que no tienen entre ellos a su padre, hermano, abuelo, madre o hijo debajo de la tierra. Han tenido que pasar más de setenta años para que nuestra joven Democracia tome nota y conciencia de los crímenes cometidos y se decida a actuar con valentía para restaurar el honor de persona a los miles de hombres y mujeres, cuyos restos siguen aguardando, gritando y pidiendo justicia para que se les restituya la dignidad que les arrebataron tan vilmente. Les quitaron sus derechos como ciudadanos... y el más sagrado: el derecho a la vida.
Nadie quiere recordar más, porque duelen las heridas del alma. Pero sí hay muchas familias que desean saber dónde están los restos de sus seres queridos, para darles la sepultura que merecen; cristiana o no, pero dignamente.
No pasa nada por exhumar unos viejos huesos. Pero con ello, muchas personas familiares de aquellos fusilados y desaparecidos, se sentirán en paz en cuanto a la deuda que la sociedad española y el Estado tenía contraída con ellas, una vez se haya restaurado el honor de sus seres queridos, y sus restos mortales sean sacados de las entrañas de la tierra donde estaban olvidados y ocultos, y pasen a estar en el lugar que como a personas les corresponde; con honor y dignidad.
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