OTRO SALDADO ESPAÑOL
MUERTO
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Ayer, en atentado terrorista llevado a cabo en Afganistán, murió un soldado español de Las Palmas de Gran Canaria, y otros cinco compañeros resultaron heridos.
Hoy es día de duelo en las Fuerzas Armadas españolas. La ministra de Defensa Carme Chacón, viajó hasta el lugar para asistir a las honras fúnebres que se celebraron en la Base militar española, y esta madrugada, llegará a Canarias el avión que transporta los restos mortales del cabo Cristo Ancor Cabello Santana, de veinticuatro años.
Hoy es día de duelo en las Fuerzas Armadas españolas. La ministra de Defensa Carme Chacón, viajó hasta el lugar para asistir a las honras fúnebres que se celebraron en la Base militar española, y esta madrugada, llegará a Canarias el avión que transporta los restos mortales del cabo Cristo Ancor Cabello Santana, de veinticuatro años.
Mucho se está hablando y escribiendo en estos días en los medios de comunicación, sobre este atentado. Ya son más de ochenta, los españoles que han perdido la vida en diversos lugares del Mundo, donde han sido llevados para cumplir misiones de ¿Paz? ¿Reconstrucción? ¿Asesoramiento militar? ¿Ayuda humanitaria?
Mucho se habla también sobre la necesidad o no de que nuestros soldados estén expuestos a grandes peligros, atentados y entradas en combate en estos lugares tan peligrosos.
¿Es necesario que estemos ahí? Estas misiones militares, llamémoslas como las llamemos “maquillando su nombre”, ningún carácter tienen de ONG’s o de cooperantes pacíficas. Nuestros militares y todos los de los demás países, van armados y bien armados, alertas y dispuestos a repeler agresiones y a entrar en combate si es preciso; y por tanto, a matar al enemigo que les ataque y a eso, se le ha llamado siempre: GUERRA.
Y ¿por qué tiene que estar metido nuestro país en ninguna confrontación bélica de otros países?
Igual que España retiró sus tropas de Irak -cuando entró Zapatero en el Gobierno-, así había que retirar ahora a nuestros soldados de esas zonas beligerantes, donde el peligro es mucho para nuestros soldados, y acecha tras cada curva de la carretera, o en cualquier calle, y más aún cuando se dice que no están suficientemente protegidos ante atentados como este que ha terminado con un muerto y cinco heridos.
Si están allí en supuestas misiones ¿de paz?, no serán éstas de tal naturaleza cuando llevamos ya contabilizados más de ochenta soldados muertos, que se suponía que iban a esas zonas en misiones de ayuda, y muchos de ellos están terminando muertos en acciones de guerra.
Yo me pregunto. ¿Cuando hay confrontación en la casa de unos vecinos nuestros, metemos la nariz y entramos en ella a poner orden y paz en sus asuntos?
Entonces, ¿por qué entramos en guerra donde no se nos llama, ni nada nos incumbe; en países que no nos quieren allí para arreglar sus conflictos internos, y a cambio, nos agradecen la ayuda que les prestamos matando cobardemente, a traición y con atentados terroristas a nuestros jóvenes soldados? Yo los dejaría resolver sus diferencias -y mirar con indiferencia cómo se matan entre sí-; aunque tal opinión resulte ilógica o poco aceptable para algunas personas que opinen lo contrario; pero es como pienso, y así lo expreso, pues nadie me puede negar la libertad de hacerlo; porque ni una sola gota de la sangre de un joven soldado español -ni de ninguna otra nación-, vale la pena que se derrame en auxilio de esos desalmados canallas que matan a quienes quieren ayudarles en la pacificación de su país para ir saliendo adelante.
Ni los perros, se revuelven con tanto odio, ni muerden con rencor la mano de quienes les ayudan o les dan de comer.
¿Quienes deciden que vayan nuestros soldados a esas guerras? ¿La ONU? ¿Los políticos? desde sus seguros despachos, ellos no corren peligro; mueren siempre los soldados que dan su vida con honor, como tales valientes.
Mucho se habla también sobre la necesidad o no de que nuestros soldados estén expuestos a grandes peligros, atentados y entradas en combate en estos lugares tan peligrosos.
¿Es necesario que estemos ahí? Estas misiones militares, llamémoslas como las llamemos “maquillando su nombre”, ningún carácter tienen de ONG’s o de cooperantes pacíficas. Nuestros militares y todos los de los demás países, van armados y bien armados, alertas y dispuestos a repeler agresiones y a entrar en combate si es preciso; y por tanto, a matar al enemigo que les ataque y a eso, se le ha llamado siempre: GUERRA.
Y ¿por qué tiene que estar metido nuestro país en ninguna confrontación bélica de otros países?
Igual que España retiró sus tropas de Irak -cuando entró Zapatero en el Gobierno-, así había que retirar ahora a nuestros soldados de esas zonas beligerantes, donde el peligro es mucho para nuestros soldados, y acecha tras cada curva de la carretera, o en cualquier calle, y más aún cuando se dice que no están suficientemente protegidos ante atentados como este que ha terminado con un muerto y cinco heridos.
Si están allí en supuestas misiones ¿de paz?, no serán éstas de tal naturaleza cuando llevamos ya contabilizados más de ochenta soldados muertos, que se suponía que iban a esas zonas en misiones de ayuda, y muchos de ellos están terminando muertos en acciones de guerra.
Yo me pregunto. ¿Cuando hay confrontación en la casa de unos vecinos nuestros, metemos la nariz y entramos en ella a poner orden y paz en sus asuntos?
Entonces, ¿por qué entramos en guerra donde no se nos llama, ni nada nos incumbe; en países que no nos quieren allí para arreglar sus conflictos internos, y a cambio, nos agradecen la ayuda que les prestamos matando cobardemente, a traición y con atentados terroristas a nuestros jóvenes soldados? Yo los dejaría resolver sus diferencias -y mirar con indiferencia cómo se matan entre sí-; aunque tal opinión resulte ilógica o poco aceptable para algunas personas que opinen lo contrario; pero es como pienso, y así lo expreso, pues nadie me puede negar la libertad de hacerlo; porque ni una sola gota de la sangre de un joven soldado español -ni de ninguna otra nación-, vale la pena que se derrame en auxilio de esos desalmados canallas que matan a quienes quieren ayudarles en la pacificación de su país para ir saliendo adelante.
Ni los perros, se revuelven con tanto odio, ni muerden con rencor la mano de quienes les ayudan o les dan de comer.
¿Quienes deciden que vayan nuestros soldados a esas guerras? ¿La ONU? ¿Los políticos? desde sus seguros despachos, ellos no corren peligro; mueren siempre los soldados que dan su vida con honor, como tales valientes.
Por lo tanto... ? qué hacemos allí, señores?
No seamos tontos.
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