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Busto de don Rafael Machuca Moreno |
Corría el verano del
año 1964, –siendo entonces alcalde de Estepa don Rafael Machuca Moreno; gran
enamorado de su ciudad, apasionado por nuestra Historia y un ferviente
protector del Patrimonio monumental estepeño–, cuando por casualidad al
allanarse el terreno de un solar y hacerse las zanjas para cimentar la
edificación de una nueva casa en la calle Mirasierra, aparecieron unos restos
de edificaciones antiguas que más tarde al hacerse una primera excavación poco
exhaustiva y sin mucho control, puso al descubierto un importante yacimiento
arqueológico del cual salieron a la luz cerámicas turdetanas, una necrópolis
romana en la que se apreciaban en aquélla ocasión catorce enterramientos labrados en piedra caliza,
vasija de barro, sillares, lápidas, fustes y basas de columnas, una piedra
grabada con motivos visigodos, restos varios de cerámica, elementos
constructivos de diferentes épocas, utensilios de metal y fragmentos de hachas
prehistóricas, entre otros objetos.
Los hallazgos de dicho
yacimiento, formaban parte de una villa romana cuya antigüedad se calcula entre
los siglos II y IV d. C.
Tras el casual
descubrimiento, se comunicó a las autoridades competentes en esta materia, y
éstas enviaron a inspeccionar el lugar a don Francisco Collantes de Terán,
arqueólogo de la Dirección General de Bellas Artes, y tras su primer estudio e
informe del equipo de arqueólogos de esa Dirección General, el yacimiento fue
cubierto con tierra, determinándose por parte del Ayuntamiento la prohibición
de edificar en dicho solar, que quedó clausurado, cercado y protegido desde
entonces.
José María Juárez |
En el mes de julio de
2007, –cuarenta y tres años después–, se llevó a cabo una nueva excavación y estudio
sobre la misma zona, esta vez bajo la supervisión y dirección del arqueólogo
municipal, don José María Juárez. En esta ocasión, se abrieron cinco tumbas de
las que figuran en los informes hechos en el año 1964. Las excavaciones
arqueológicas de la calle Mirasierra, en esta intervención pusieron al
descubierto dos casas romanas, una basílica paleocristiana con pila bautismal y
una necrópolis con quince tumbas, por lo que queda constatado el asentamiento
en Ostippo entre los siglos II y VI. Además, se hallaron en bastante buen estado de conservación 15
tumbas que incluyen niños y sarcófagos familiares.
Aunque las primeras intervenciones
arqueológicas de 1964 se realizaron sin demasiada rigurosidad, el descubrimiento
de 2007 constata físicamente, sobre el terreno y superando meros hallazgos
descontextualizados, la presencia de pobladores en Estepa hace más de 1800
años, bajo la influencia del Imperio y la cultura romanos.
En la actualidad, hace
unas semanas, de la misma forma que salió a la luz la necrópolis por primera
vez en 1964 –con motivo de allanar el terreno y abrir zanjas para la
cimentación de una nueva casa–, ahora se han dado idénticas circunstancias al
desmontarse el terreno tras el derribo de una vieja vivienda en la esquina
colindante con el yacimiento arqueológico del que venimos hablando, situado en
la calle Mirasierra, (esquina a Plaza de la Coracha) y como consecuencia de ello, han vuelto a aparecer hasta ahora, cuatro o cinco nuevas tumbas
excavadas en el suelo, y un hueco circular como de un pequeño pozo.
Las tumbas que han salido a la luz tras el derribo de la casa y el rebaje del solar |
A la derecha, puede verse la calle Mirasierra (en la parte Este de Estepa) que sube hasta el Cerro de San Crsitóbal |
En ese solar del fondo, cercado con una tapia, a escasos metros se halla enterrado el yacimiento arqueológico descubierto en 1964 |
De igual forma que en
el año 1964, en este nuevo yacimiento han sido paralizadas –provisionalmente– las obras, supongo que
hasta que el lugar sea objeto de una inspección por parte de expertos, que
permita el estudio y valoración de estas tumbas que por proximidad, deben
formar parte de la necrópolis hallada en los años 60, perteneciente a la vieja
ciudad romana de Ostippo.
Hoy, veinticinco de
junio de 2014, –después de haber escrito ayer este artículo–, he pasado por la
calle Mirasierra, y ¿cuál ha sido mi sorpresa?.
He podido ver cómo una máquina excavadora rebajaba el suelo donde aparecieron las tumbas, cargando la tierra en camiones.
He podido ver cómo una máquina excavadora rebajaba el suelo donde aparecieron las tumbas, cargando la tierra en camiones.
Los enterramientos que había allí,
cuya antigüedad se calculó en unos 1.800 años, ya han desaparecido para siempre de la faz de la
tierra y de la Historia de nuestra Ostippo, la ciudad que sucedió a la Astapa turdetana partidaria de Cartago; ya, tan sólo quedará de ellos como prueba que atestigüe su existencia milenaria, el recuerdo gráfico de estas fotos que hice
hace sólo unos días.
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