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Hoy el cielo llora lágrimas no amargas de agua pura,
Las primeras que llegan en este otoño de hojas amarillentas,
Que ya muertas, se mecen suavemente al caer de los árboles.
Un lloro oportuno, necesario, de vida y misterio
Que cada año se repite
Aunque a veces, el agua cause tanto dolor a los desvalidos.
Pero hoy el hombre es feliz al ver ese llanto que no tiene pena,
Y agradece al cielo la mansedumbre del regalo que le concede,
Pues sin él no hay existencia.
Porque hoy la tierra es bendecida y fecundada generosamente
Por el esperma del agua que la fertiliza, la limpia y le da vida.
Y el mortal se alegra de esa fecundación de la semilla y la Tierra,
Que se hará luego la savia que correrá por los árboles y las plantas
Que vigorosas crecerán hacia arriba, llenas de frutos y granos
Alimentando incluso… a los más pobres de la Tierra.
Y da gracias al Ser Supremo por el llanto que le manda
En forma de cristalinas gotas acuosas, alegres y llenas de vida,
Que hoy desde las alturas, bajan hasta la tierra
Donde juntas forman pequeños arroyuelos que corren alegres y alegran la vida.
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