Siempre es buena para la formación del individuo como persona, la comunicación en libertad de la expresión hecha palabras: o sea, la libre expresión en sus distintas formas o facetas. Y muy beneficiosa para la sociedad en la que éste está inmerso, y de la que algunos, aún a su pesar, forman parte; y más aún, si ésta -la comunicación-, se desarrolla en un marco de libertades, pero también, y como debe ser, de respeto mutuo.
Gracias a los valores fundamentales de la Democracia, tenemos el derecho inalienable a esa libertad de expresión y comunicación, pero… ¿y el debido respeto hacia los demás, lo ejercemos a la hora de escribir con libertad? ¿Dónde lo dejamos?
No todas las personas concebimos bien lo que serían las justas normas del respeto, o no las queremos aceptar, acatar y entender.Tenemos los medios, nos beneficiamos de las libertades, contamos con espacios y foros gracias a las nuevas tecnologías, para ejercer nuestro derecho a la libre expresión; pero no los usamos adecuadamente, porque a veces, nos los ”cargamos”.
Ayer, creo que quedó listo para sentencia el juicio que se celebró en Madrid, en el que el alcalde de dicha ciudad, se querellaba contra un periodista de la cadena COPE, que con sus cometarios públicos en la radio, -según Ruiz Gallardón-, lo había ofendido gravemente al comentar algo así como que al alcalde de Madrid, “no le importaban las víctimas del atentado del once de marzo en los trenes de Madrid; sino los votos para perpetuarse en el poder” Muy graves los comentarios, por mucha libertad de expresión de la que se goce.
Lástima del individuo o el colectivo que maltrata o atropella al otro por no pensar como él; o que ejercita el insulto, la provocación, la ofensa, la injuria, el escarnio o la crítica más feroz, cebándose contra quién, o quiénes son de dispares criterios a los suyos en materia de política, religión, sexualidad o estatus social. Y más ignominioso es aún, si todo eso se hace únicamente cuando se está protegido por el anonimato en los foros, escudándose tras la pantalla de un ordenador, y a la sombra de un sobrenombre. Como es el caso de quienes escriben, o escribimos bajo algún seudónimo.
Yo, he escrito y escribo de esa manera en páginas literarias y foros de Internet; pero en mi caso, lo hago para el placer propio y de quienes leen lo que expreso, procurando no molestar u ofender a nadie.Cosa muy distinta es lo otro: usar –gracias a la libertad que nos regala la Democracia y a los medios con que contamos-, dichos medios para ejercer el arte tan despreciable y ruin de hacer el mal destrozando la honorabilidad de los demás, a la vez que hacemos que se destruyan, eliminen, suspendan, se cierren o sancionen los medios con los que podemos ejercer nuestros más legítimos derechos a la independencia en, y de la expresión.
La libertad democrática en el ejercicio de la palabra hablada y/o escrita, es otra cosa supremamente más importante que eso. No la prostituyamos.
Conservemos lo bueno que tenemos y que hemos conquistado.
En otros tiempos no lo había, y bien que se echaba de menos.
Creo que merece la pena estudiar el contexto en el que Federico Jimenez Losantos habla del Alcalde de Madrid. Nadie quiere saber del 11-M, echemos tierra encima, ningun condenado por autoría material ni intelectual. AC
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