11 DE MARZO DE 2004

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CINCO AÑOS HACE YA,

DE LA BARBARIE

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CUANTOS OJOS HAN LLORADO,

QUE PERDURE EN LA MEMORIA

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CUANTOS OJOS HAN LLORADO,
CUANTAS LÁGRIMAS VERTIDO,
CUANTO CUERPO DESTROZADO,
CUANTO CRIMEN SIN SENTIDO,
CUANTO GRITO SE HA LANZADO,
CUANTO DOLOR SE HA SUFRIDO,
CUANTAS MANOS SE HAN ALZADO,
CUANTO INOCENTE SE HA IDO,
CUANTO PUEBLO MASACRADO,
CUANTA DESGRACIA HA VENIDO.

QUE PERDURE EN LA MEMORIA,
QUE NO CAIGA EN EL OLVIDO,
QUE NO REPITA LA HISTORIA,
QUE NO VUELVA LO SUFRIDO,
QUE LA VIDA NO SEA NORIA,
QUE NO TRAIGA LO OCURRIDO,
QUE ESPAÑA NO SEA NOTORIA
QUE TANTA SANGRE HA CORRIDO,
QUE HAY MUERTOS EN LA MEMORIA
QUE NO HAN DE IR AL OLVIDO.

¡Cómo pasa el tiempo! Aún recuerdo las lágrimas, el fuego y el humo, las carreras de policías y sanitarios por entre las vías curando heridos en el mismo lugar del cobarde y criminal atentado, evacuando a los más graves, cubriendo a los que habían muerto...
Un lustro ha pasado y aún siguen vivos en la memoria colectiva española el terrible dolor ocasionado por unos miserables asesinos sin piedad. Porque hay que ser muy canalla y perverso, para matar de esa manera a 192 personas que ningún mal habían hecho a sus verdugos. Personas de diversas clases sociales, edad, sexo o nacionalidades, que iban tan confiadamente a sus trabajos, a la universidad... y hallaron la muerte porque unos malditos decidieron que había que atentar y matar tan fríamente y sin discriminación alguna. No se puede ser más alimaña canalla, ni se puede tener la sangre más helada para concebir la maldita fechoría que hicieron contra personas, trabajadores, ciudadanos indefensos.

Quienes cometen tales actos tan aborrecibles como cobardes, deberán sentirse muy valientes y orgullosos del trabajo hecho. Y si esas acciones tan "honrosas" las cometen influenciados por ideología religiosa y en el nombre de un Dios; no cabe ser peor creyente en una fe cuyo Dios según ellos, les manda matar. ¿Puede existir un Dios como ese en el que creen? Lo cierto es que cinco años después de aquél amargo día, todavía hay una persona sumida en coma, y cientos de ellas heridas para toda la vida con secuelas físicas y psíquicas, afectadas por el trauma junto a sus familiares que sufren; sin contar las casi doscientas que ya no podrán ver nunca más la luz, porque así lo decidieron unos canallas salvajes que sean malditos por siempre.