LA BATALLA DEL ACEITE Y SU PRECIO
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Los agricultores del sector olivarero, están llevando a cabo estos días manifestaciones de protesta ante el Gobierno, por considerar que su producto, el aceite, está sufriendo una grave agresión por parte de almacenes, grandes superficies de venta y supermercados, que están introduciendo y vendiendo en sus mercados aceites que ofertan a su clientela, a un precio muy por debajo de los costos de producción de los olivareros españoles.
Hay una evidente y lógica preocupación en el sector oleícola por este hecho, pero yo creo que el olivar español en general, y el andaluz en particular, saldrá delante de esta situación, y seguirá produciendo su magnífico aceite como hasta ahora lo ha venido haciendo desde hace siglos, atravesando momentos de dificultades, pero también de lo contrario. Tal vez el sector se resienta, ceda algo y se “doble” por los envites y tretas que algunos comerciantes pongan en juego para atraer a sus clientes, con ofertas de aceites a más bajo precio para combatir esta crisis, y con esta situación, como he dicho, el sector olivarero se “doble”, pero no se “parta”.
Hay una evidente y lógica preocupación en el sector oleícola por este hecho, pero yo creo que el olivar español en general, y el andaluz en particular, saldrá delante de esta situación, y seguirá produciendo su magnífico aceite como hasta ahora lo ha venido haciendo desde hace siglos, atravesando momentos de dificultades, pero también de lo contrario. Tal vez el sector se resienta, ceda algo y se “doble” por los envites y tretas que algunos comerciantes pongan en juego para atraer a sus clientes, con ofertas de aceites a más bajo precio para combatir esta crisis, y con esta situación, como he dicho, el sector olivarero se “doble”, pero no se “parta”.
No soy un experto en estos temas -y quiero aclararlo-, pero observo, escucho y veo en medios de comunicación los problemas que le están viniendo a los agricultores, que declaran abiertamente, que de seguir así el problema de este “intrusismo” comercial, llegará el día en que cultivar el olivo y extraer su aceite, será muy poco rentable para ellos, y tendrán que abandonar el cultivo de sus olivares.
No creo que sea para tanto -pienso-, y que el olivar no se va a perder, pues los viejos olivos y los tenaces agricultores que los cuidan, son muy resistentes y están bien dotados para sobrevivir a las dificultades que se les plantea, y hay que animarlos y decirles que sabrán salir adelante como lo han hecho desde que se conoce el olivo, allá por los más remotos tiempos de la historia, que se pierde en la memoria del tiempo más de veinte siglos atrás.
Y esto es así, y un poco de Historia nos lo recordará con algunos datos que nos dirán desde cuándo está nuestro olivar produciendo, y cuántas dificultades habrá sorteado y superado a lo largo de siglos, hasta llegar a nuestros días en que una crisis económica, puede que “sacuda” pero no “arranque” al añoso y arrugado olivo.
No creo que sea para tanto -pienso-, y que el olivar no se va a perder, pues los viejos olivos y los tenaces agricultores que los cuidan, son muy resistentes y están bien dotados para sobrevivir a las dificultades que se les plantea, y hay que animarlos y decirles que sabrán salir adelante como lo han hecho desde que se conoce el olivo, allá por los más remotos tiempos de la historia, que se pierde en la memoria del tiempo más de veinte siglos atrás.
Y esto es así, y un poco de Historia nos lo recordará con algunos datos que nos dirán desde cuándo está nuestro olivar produciendo, y cuántas dificultades habrá sorteado y superado a lo largo de siglos, hasta llegar a nuestros días en que una crisis económica, puede que “sacuda” pero no “arranque” al añoso y arrugado olivo.
Molino romano. Pila donde se vertían las aceitunas para ser trituradas antes de extraer su aceite con la prensa
Desde el comienzo del imperio romano en la península Ibérica, en sus tres regiones: Bética, Lusitania y el resto de Iberia, se cultivaba el olivar para producir el aceite que ya se exportaba a Italia y a otras partes del Imperio para el consumo de la gente y de los ejércitos. La región de la Bética -una amplia zona dentro de la cual se encontraba nuestra tierra-, era considerada la más rica de la península, pues además de su magnífico aceite, producía cereales en abundancia y también excelente vino. En las costas del sur se pescaban ostras, almejas, atunes y caballa, con los que se elaboraban salazones que se exportaban para ser consumido en el resto del Imperio, y Plinio hablaba de las importantes producciones de aceite, vino, caballos y metales de todas clases.
La agricultura era la riqueza básica de los hispanorronanos, y grande el comercio de productos alimentarios, de los que en primer lugar, destacaba el aceite, además del vino, productos hortícolas, frutales, pescado, etc., que eran exportados desde importantes puertos marítimos como el de Cartago Nova (Cartagena), Gades (Cádiz), Malaca (Málaga), Onuba (Huelva), Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Ampuriae (Ampurias) Dianium (Denia), e Ilici (Elche) entre otros. Todos estos puertos y algunos de menor importancia, fueron usados en mayor o menor medida, según las épocas.
Pero centrándonos sobre todo en el aceite de nuestra tierra y en su importancia, su exportación dio lugar al impulso de la industria alfarera en nuestra región, que se hizo especialista en fabricar ánforas para su transporte, y se estima que sólo a Roma, llegaron unos veinticinco millones de estas vasijas, y el aceite destinado a la comercialización, se transportaba en ánforas con una capacidad de setenta litros.
Este comercio que se mantuvo por lo menos hasta la mitad del siglo III, transportó sobre 1.750.000 toneladas de aceite a lo largo de tres siglos, con un valor que se estima no inferior a 3.000 millones de denarios, que sale a unos 10 millones de denarios cada año, dándonos una idea de la enorme importancia que en esos tiempos ya tenía nuestra industria oleícola, debiéndose tener en cuenta tal producción, a pesar del arcaico proceso artesanal y manual de extracción del aceite, y el transporte de éste hasta Roma, que necesitaba la actividad exclusiva de al menos doscientos barcos cada año.
Sistema de prensado manual
Como aquí vemos, el aceite de Hispania, sobre todo de la Bética, durante siglos fue exportado a Roma, como uno de los valores más apreciados de nuestra vieja tierra. Desde entonces hasta ahora, se ha continuado cultivando magistralmente el olivar, y así seguirá siendo muchos siglos más, muy a pesar de crisis, zancadillas mercantiles y otras adversidades que intenten sucumbirlo.
De nada servirá todo eso,
pues el aceite,
el buen aceite,
como seña de identidad
de nuestra Andalucía,
y uno de los más importantes
activos en su economía,
siempre sobrevivirá.
No lo duden.
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