RECUERDOS
DE UN
PREGONERO
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El día 16 de marzo del año pasado, Domingo de Ramos, en la ermita de Santa Ana sede canónica de esta Hermandad, se celebró el Pregón que anualmente –o al menos así debería ser-, se pronuncia en alabanza y honra a la imagen de la Virgen de las Angustias, titular de nuestra Cofradía junto con San José Obrero y San Pío X.
Por la Junta de Gobierno fui invitado a pronunciar dicho Pregón, y desde estas líneas no quiero dejar pasar la ocasión de agradecérselo, pues tal evento, para mi persona supuso una honrosa distinción además de un motivo de orgullo, emoción y honda satisfacción como cofrade. Vaya aquí expresada también mi gratitud a Rafael Castillo Páez, por aceptar ser el presentador de este pregonero.
Les puedo asegurar que escribir y leer luego en la ermita el Pregón a la Virgen de las Angustias, supuso para mí un grato acontecimiento entrañable y emocionante que lo marca a uno, y desde ese momento se convierte en una experiencia espiritual que no se olvida, ni se olvidará fácilmente.
Primero, la imaginación vuela buscando el vocablo, el término, la expresión más apropiada para crear y dar forma al Pregón que la elogie a Ella, que enaltezca los valores de nuestra Hermandad y refleje lo más fielmente posible sus peculiaridades, las anécdotas y esos “detalles” que el hermano penitente observa tras el anonimato del antifaz negro. O describir el recorrido de la estación penitencial por las bellas calles, rincones y placitas de nuestra hermosa Estepa. Y después, ya la pluma se va sola y corre fugaz y desenvuelta sobre el papel, plasmando letra a letra en negro sobre blanco, las palabras que uno quiere expresar para intentar comunicar esas vivencias íntimas de un año tras otro, en los que ha calzado las alpargatas blancas en los pies desnudos, ha vestido la túnica nívea apretada a la cintura por la áspera soga hecha de esparto, y llevado la cara oculta por el negro antifaz. Por tanto, hacer un Pregón es una experiencia que recomiendo a los hermanos que sientan inquietudes cofrades y literarias.
Comencé a vestir la humilde ropa nuestra a los diecisiete años aproximadamente, y desde entonces sólo he dejado de hacerlo en pocas ocasiones, por no hallarme en Estepa el lunes santo. Ahora, después de más de cuarenta veces de acompañar en las filas la imagen de María, siempre en riguroso silencio penitencial, y haber vivido la experiencia aleccionadora de ser demandante de la limosna o “pedior” dos años; como colofón a mi vida cofrade, el año pasado fui honrado con la distinción de ser el vocero que pregonó su humildad, austeridad y sencillez diciendo: “La imagen de nuestra Virgen, se parecía más y representaba para mí con mayor fidelidad, la idealización que yo tenía -y tengo-, de aquella mujer madre que imaginaba andando por Jerusalén […] Una mujer pobre, sencilla, sin alhajas ni vestidos de sedas y terciopelos bordados con hilos de preciados metales. No. María en su tiempo debió ser con toda seguridad, una Señora que padecía la estrechez material que da la austeridad y la pobreza. […] Esta María me sedujo. […] Esas santas manos de madre no debieron tener -como éstas que aquí veis-, ningún anillo en sus dedos; si acaso algo había en ellas, debían ser las arrugas y durezas producidas por el trabajo diario en las faenas de la casa, o ayudando a su esposo. […] Su venerable pecho no pudo albergar joya alguna que lo adornara, ni otras áureas distinciones o condecoraciones. No. Si algo se alojó en el de María fue dolor, mucho sufrimiento, penas, soledades, amarguras… y las angustias producidas por la inquietud de saber con profética certeza, que su hijo amado, desde el mismo momento de nacer -y por su Divina misión-, ya estaba predestinado a serle arrebatado de su lado […] De su sagrado cuello no es posible que pendieran cadenas ni medallas. No. Si algo se posó en él, fue la mano de su hijo, cuando ya sin vida, la dejara caer al ser descendido con el lienzo desde esa cruz, instrumento del suplicio. […] Tampoco puedo hacerme a la idea de imaginar a María cubriendo su cuerpo de mujer pobre, con magníficos mantos de preciados géneros. No. Yo me figuro sus vestidos, hechos de humildes y burdas telas de lino, manchados con el polvo, el sudor o el barro de la vía dolorosa que transitó, recorriendo con tribulación y angustia las calles de la vieja ciudad de Jerusalén, yendo tras los pasos de Aquél reo de muerte que arrastraba una pesada e injusta cruz, vestido también sólo con una rústica y humilde túnica ensuciada por el sudor, y salpicada de la sangre producida por los golpes de los flagelos […] Esa María es la que yo percibo, la que me figuro que pudo hollar con sus pies los caminos y pueblecitos de Nazaret, Belén o la ciudad santa de Jerusalén […] Y ésta que aquí tenemos -para mí-, es la imagen que más fielmente representa a la verdadera madre de Jesús. Por eso me cautivó”.
Cuánto dolor hoy he visto yo en tu cara,
Cuánta la angustia que hoy en tu rostro brilla,
Quién pudiera, Señora, y tus lágrimas secara,
Que son perlas que se caen por tus mejillas.
El más estricto silencio -sobre todo-, la austeridad, la ausencia de signos externos identificativos y el respeto durante la estación de penitencia, deben ser para el nazareno que vista nuestro hábito, el compromiso de cumplir las normas lo más rigurosamente posible, para preservar cabalmente las pautas que un día estableciera el fundador de la Hermandad, en las Reglas escritas.
Después de tantos años de ir delante de Ella farol en mano alumbrando su camino, ahora creo llegado el momento de acompañarla de cerca; al lado del paso, observando la humildad del pobre jaramago junto a la dulce fragancia de las flores y el incienso, en contraste con el amargo dolor, lágrimas y Angustia que encierra en lo más íntimo de su corazón, sufriendo silente por el hijo que lleva muerto entre los brazos.
Con mi fraterno saludo para todos vosotros.
Antonio Rodríguez Crujera
Pregonero de María Stma. de las Angustias 2008
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(Artículo que ha salido publicado hace unos días en la Revista-boletín cuaresmal de este año, que edita la Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias, para distribuir entre los hermanos)
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