Viernes, 14 de mayo de 2010
“POR PRETENDER INVESTIGAR LOS ASESINATOS DEL FRANQUISMO, Y ACUSADO DE PREVARICACIÓN, HOY HA SIDO SUSPENDIDO CAUTELARMENTE DE SUS FUNCIONES EN LA AUDIENCIA NACIONAL, EL JUEZ BALTASAR GARZÓN”
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La dignidad que como a personas les corresponde a los muertos que lo fueron por la barbarie; el derecho inherente que como seres humanos tienen a descansar en una tumba digna, y no como perros, en cunetas y fosas comunes sin identificar; el anhelo de muchas personas anónimas, por saber dónde están los restos de sus familiares; los derechos humanos que les fueron arrebatados a esos muertos porque alguien decidió quitarles la vida por no pensar de la misma forma que sus verdugos y asesinos… ¡esos derechos, también han sido suspendidos y anulados hoy! en el mismo momento y de la misma forma que lo ha sido el juez Garzón, vilipendiados, pisoteados, tratados con desprecio…
(Foto de: cadenaser.com)
Al menos para mí -un ciudadano normal como millones de españoles-, el día de hoy, y la decisión que ha adoptado –o mejor dicho-, la acción que ha cometido el Consejo del Poder Judicial contra el Magistrado de la Audiencia Nacional, me causa tristeza y me hace pensar-dudar en la independencia, la libertad, la imparcialidad y la ecuanimidad del Poder Judicial, que arremete contra un compañero del mismo poder, miembro de la judicatura.
Pero así se ha ido de la Audiencia Nacional este mediodía el juez Garzón; saludado, vitoreados con gritos de: ¡Garzón, amigo, el pueblo está contigo!
En cambio, ¿qué sensación tendrán, qué sentirán los miembros de Consejo General de Poder Judicial, tras esta hazañosa decisión?
Día triste para la Democracia, que no acaba de cerrar sus heridas honrando a quienes fueron aplastados, y para los derechos de aquellos que fueron vilmente masacrados sin piedad, con rencor y revanchismo, y sepultados bajo la tierra deshonrosamente para ocultar con ellos, con los muertos, la vergüenza de haber derramado tanta sangre, al quitar tanta vida.
En cambio, ¿qué sensación tendrán, qué sentirán los miembros de Consejo General de Poder Judicial, tras esta hazañosa decisión?
Día triste para la Democracia, que no acaba de cerrar sus heridas honrando a quienes fueron aplastados, y para los derechos de aquellos que fueron vilmente masacrados sin piedad, con rencor y revanchismo, y sepultados bajo la tierra deshonrosamente para ocultar con ellos, con los muertos, la vergüenza de haber derramado tanta sangre, al quitar tanta vida.
Triste día, éste. Pobre país demócrata; ¡qué cosas te quedará por ver!
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