EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

sábado, 19 de junio de 2010

DON LORENZO SUÁREZ DE FIGUEROA,
MAESTRE DE LA ORDEN MILITAR DE SANTIAGO,
CONSTRUCTOR DE LA TORRE DEL HOMENAJE
DEL CASTILLO DE ESTEPA



__________ (Y III) ___________


En esta tercera y última parte de la abreviada biografía del maestre don Lorenzo, seguiré relatando algunos de los aspectos más notable de su obra.
Como ya se ha dicho, ganó mediante bula Apostólica la facultad de poder testar hasta la mitad de sus bienes, y fue el primer maestre propietario que hubo en la Orden, pues hizo mayorazgo en su hijo primogénito a quien cedió las villas de Feria, Zafra y La Parra, ganadas cuando ya tuvo la dignidad de Maestre, obtenidas por merced del rey don Enrique, además de los lugares de Oliva, Valencia, Villalba y Nogales que obtuvo por la compra que de ellos hizo.
Labró también las casas y los castillos de Villalba, Oliva y La Torre de Monturque, que eran entonces, buenos y notables edificios.
Este personaje, tenido en su tiempo por un buen maestre, se casó por dos veces, teniendo un hijo varón legítimo, que como sabemos, era don Gomes Suárez de Figueroa, en quien hizo mayorazgo, que llegó a ser Mayordomo Mayor de la reina Catalina de Lancaster, que contrajo matrimonio con doña Elvira Laso de Mendoza
Además tuvo el Maestre hijas legítimas que contrajeron matrimonio con hijos de grandes del reino; su hija doña Catalina Suárez de Figueroa, casó con el marqués don Iñigo López de Mendoza, ambos, hijos de don Diego Hurtado de Mendoza.
Don Lorenzo Suárez, fue muy rico. En su casa abundaban el dinero, la plata, grandes joyas y ricos paños, sedas y granas, así como ricas tapicerías. Era propietario el Maestre de Santiago de buena cuadra donde criaba los mejores caballos y otros ganados. También poseía buenos pertrechos para sus campañas militares, como armas, tiendas y otros bastimentos.

Otro aspecto que yo desconocía de este personaje nacido en tiempos del medievo, donde sólo unos pocos privilegiados eran los que sabían leer y escribir, es que poseía en su cámara una biblioteca en la que guardaba muchos volúmenes de libros muy buenos, además de ejemplares de las crónicas de aquél tiempo.
En aquellas épocas de constantes guerras y muchos avatares, los hombres debían ser buenos jinetes, y este don Lorenzo lo era, pues sobresalía en su afición de gran montero, que salía al campo con los buenos canes de los que era amo –y debería ser muy cierta su afición y cariño a los perros, puesto que en su efigie labrada sobre el sepulcro donde están sus restos, a sus pies, aparece echado uno de esos fieles y leales animales –, y cabalgaba tanto, y era tan diestro con el caballo, que el arte ecuestre parecía serle innato, y en él que se convertía en algo natural.
Para darnos una idea de algunos rasgos del aspecto físico de don Lorenzo, las notas que he hallado sobre él, nos dicen que era un hombre grande de cuerpo y algo robusto, recio y bien apersonado.
Debía ser también una persona muy activa, que nunca estaba ociosa pues jamás dejaba tarea alguna que debiera hacerse hoy, para hacerla al día siguiente. Cualidad esta, la disciplina, de la que daba ejemplo a todos los suyos, que seguían su doctrina y tomaban buena nota, teniéndolo como ejemplo.


Y debería ser muy cierta su afición y cariño a los perros, puesto que en su efigie labrada sobre el sepulcro donde están sus restos, a sus pies, aparece echado uno de esos fieles y leales animales que parece mirar a su señor que yace muerto (Fotografía tomada de la Universidad de Sevilla)


Fue un hombre poco hablador, de escasas palabras pero de buen seso y entendimiento, de gran recogimiento y regla tanto en su casa como en su hacienda, por lo que para juicio de algunos, era tenido por escaso y codicioso; mas tenía la gran cualidad de que aquello que él daba, lo otorgaba de tal manera, que la forma suplía el efecto de la materia, porque era luego dado y en dineros contados y muy secretamente; de forma que tales actos honraban mucho los dones, de tal manera que el que lo recibía no se sentía agraviado, y el que lo daba, mostraba no querer vanagloria.
Hombre esforzado y diligente en las guerras y de buena ordenanza, que solía guiarse mucho por los consejos de los astrólogos.
Así, conquistó los castillos de Pruna, Ortegícar, Teba, Setenil, que estaban en manos de los moros, y fue Gobernador del Reino durante el tiempo de la minoría de edad del rey Enrique III, que el 28 de febrero de 1389, lo nombra primer Señor de Feria.
El final de la vida de don Lorenzo Suárez de Figueroa, llegó en febrero del año 1409, cuando contaba con sólo sesenta y cinco años de edad.
Su cuerpo, por propio mandato, fue enterrado en el Monasterio sevillano de Santiago de la Espada, que él mandó construir, y tras diversos avatares en el tiempo y en la historia, ahora reposan sus restos en el Panteón de Sevillanos ilustres, en la cripta bajo la Iglesia de la Anunciación en la ciudad de Sevilla, (fotografía de la derecha, de la página arteHistoria), donde junto al de don Lorenzo, entre otros se hallan los enterramentos de personajes sevillanos de nacimiento o de adopción, como el humanista, biólogo, escritor y consejero de Felipe II, Benito Arias Montano; don Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, muerto en agosto de 1492, distinguido caballero que estuvo en la conquista y rendición de Granada junto a los Reyes Católicos; el escritor utrerano, Rodrigo Caro, muerto el 10 de agosto de 1647; el escritor de Baena, muerto en Sevilla el día 17 de febrero de 1878; la escritora Cecilia Bölh de Faber, conocida por el pseudónimo de "Fernán Caballero", fallecida el 7 de abril de 1877; el escritor sevillano Alberto Lista, muerto en 1848; el escritor de las Rimas y Leyendas y poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, y su hermano el pintor Valeriano Bécquer, muertos ambos en 1870.

Fotografía propiedad de la página de Julio Domínguez Arjona, en galeon.com

Allí, entre algunos de nuestros más ilustres personajes de la Historia, hijos de nuestra tierra, descansan para siempre los restos del buen Maestre de la Orden Militar y Religiosa de Santiago, don Lorenzo Suárez de Figueroa, llamado "El Viejo".

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