EN SEVILLA
“AGRESIÓN A LA IMAGEN DE JESÚS DEL GRAN PODER”
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Son muchas las imágenes religiosas a las que en Sevilla se les profesa culto y devoción además de un enorme cariño y respeto popular.
Pero a una de ellas, muy antigua y de las más queridas, un desafortunado incidente le ha ocurrido hace unos días.
Un hombre que al parecer tiene perturbadas sus facultades mentales, al llegar al camarín de la Basílica donde se encontraba la imagen de Jesús del Gran Poder, el “Señor de Sevilla”, comenzó a darle patadas y golpes agarrándose fuertemente al brazo derecho hasta arrancarlo de su articulación, rompiendo además partes de la camisa y la túnica del Nazareno sevillano que es venerado en su templo de la Plaza de San Lorenzo.
Por suerte, el brazo de la imagen quedó suspendido de la túnica y no llegó a caer al suelo, por lo que al parecer, el atentado no ha tenido más graves consecuencias para la talla, cuya restauración no reviste demasiada dificultad, según los expertos imagineros.
¿Por qué se hacen estas barbaridades? En este caso, porque la persona no está bien mentalmente, pues al ser reducido y detenido por dos policías de paisano que se hallaban oyendo misa en la Basílica, declaró que “él era el hijo de Dios, y traía un mensaje”.
Hemos de recordar un hecho similar a éste, cuando otro individuo con semejantes intenciones, golpeó con un partillo y rompió parte de la imagen de “La Piedad” expuesta en el Vaticano; obra maestra nacida del genio y las manos de Miguel Ángel.
De no ser por la circunstancia de la locura, ¿qué puede inducir a una persona a cometer tal atentado y agravio al Arte, a la imagen que ningún daño hace, y a la devoción popular del pueblo depositada en ellas? Afortunadamente, no abundan los actos de esta naturaleza sacrílega contra imágenes sagradas en las que muchas personas ponen su fe, esperanza y devoción más íntimas, llevando sus medallas al pecho, rezándoles en los momentos amargos de la vida, y hasta llorando al verlas en sus altares o por las calles de nuestros pueblos y ciudades en Semana Santa.
No hay derecho a cometer contra imágenes de cultos tales acciones que son más dignas de vándalos, desquiciados, gamberros y resentidos, que de personas que respetan el sentir y los sentimientos de los demás. Porque la base fundamental de la convivencia, es el respeto mutuo hacia los demás, en todos los aspectos y ámbitos de la vida, aún cuando el otro piense de distinta manera a la nuestra. Así, de esa forma, a todos nos iría mejor.
Pero a una de ellas, muy antigua y de las más queridas, un desafortunado incidente le ha ocurrido hace unos días.
Un hombre que al parecer tiene perturbadas sus facultades mentales, al llegar al camarín de la Basílica donde se encontraba la imagen de Jesús del Gran Poder, el “Señor de Sevilla”, comenzó a darle patadas y golpes agarrándose fuertemente al brazo derecho hasta arrancarlo de su articulación, rompiendo además partes de la camisa y la túnica del Nazareno sevillano que es venerado en su templo de la Plaza de San Lorenzo.
Por suerte, el brazo de la imagen quedó suspendido de la túnica y no llegó a caer al suelo, por lo que al parecer, el atentado no ha tenido más graves consecuencias para la talla, cuya restauración no reviste demasiada dificultad, según los expertos imagineros.
¿Por qué se hacen estas barbaridades? En este caso, porque la persona no está bien mentalmente, pues al ser reducido y detenido por dos policías de paisano que se hallaban oyendo misa en la Basílica, declaró que “él era el hijo de Dios, y traía un mensaje”.
Hemos de recordar un hecho similar a éste, cuando otro individuo con semejantes intenciones, golpeó con un partillo y rompió parte de la imagen de “La Piedad” expuesta en el Vaticano; obra maestra nacida del genio y las manos de Miguel Ángel.
De no ser por la circunstancia de la locura, ¿qué puede inducir a una persona a cometer tal atentado y agravio al Arte, a la imagen que ningún daño hace, y a la devoción popular del pueblo depositada en ellas? Afortunadamente, no abundan los actos de esta naturaleza sacrílega contra imágenes sagradas en las que muchas personas ponen su fe, esperanza y devoción más íntimas, llevando sus medallas al pecho, rezándoles en los momentos amargos de la vida, y hasta llorando al verlas en sus altares o por las calles de nuestros pueblos y ciudades en Semana Santa.
No hay derecho a cometer contra imágenes de cultos tales acciones que son más dignas de vándalos, desquiciados, gamberros y resentidos, que de personas que respetan el sentir y los sentimientos de los demás. Porque la base fundamental de la convivencia, es el respeto mutuo hacia los demás, en todos los aspectos y ámbitos de la vida, aún cuando el otro piense de distinta manera a la nuestra. Así, de esa forma, a todos nos iría mejor.
Pero como en este país, a todo se le “saca punta” y de todo “nos cahondeamos”, nos reímos y hacemos un chiste, ya ha habido alguien que de irrespetuoso e irreverente hacia los fieles del Señor del Gran Poder, se ha pasado varios pueblos en su insolencia, y ha hecho un montaje fotográfico colgado en internet (a la derecha) que de gracioso se pasa a lo irrespetuoso, llegando a rayar con lo desvergonzado, mostrándose insensible al dolor ajeno; a ese que otras personas creyentes puedan sentir por el atropellado ataque que ha sufrido la imagen a la que le piden cuando lo necesitan, le rezan cuando están tristes y sienten miedo por algún peligro, o le ruegan por la salud de un hijo, un padre, una madre o cualquier familiar que sufre alguna enfermedad, siendo esa imagen la única tabla de salvación con la que cuentan en esta vida, para llegar con la oración mediante su intercesión hasta el Dios en el que creen, para pedirle sus favores. Uno puede creer o ser ateo, agnóstico o lo que quiera ser, o creer en lo que quiera creer, y hasta no creer en nada; pero por encima de todo, ha de respetar los sentimientos y las creencias de los demás.
Pena me da de quien hizo el atentado, y pena me da quien ridiculiza al Señor de Sevilla que se aloja en los corazones y en las almas de tantos sevillanos, porque los dos son dignos del mayor de los desprecios, en el nombre de la sensibilidad y la fe de tantas personas de buen corazón y sencillez del alma, que seguro sufren por esta absurda e inútil agresión a la imagen, y a sus creencias propias. ¿Dónde están, el respeto y la vergüenza?
Se están perdiendo como muchos valores cívicos, educacionales, morales… y de otros tipos.
Se están perdiendo como muchos valores cívicos, educacionales, morales… y de otros tipos.
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Hoy viernes veinticinco, he visto en las noticias que la imagen ha sido restaurada de sus despecfectos, y ya ha sido expuesta en su Basílica para el besamanos de los fieles, a la que algunos de ellos, se acercaban con lágrimas en los ojos provocadas por el sentimiento y la emoción.
Tiene usted razón señor Don Antonio, se está perdiendo muchos valores por lo irespetuosos que somos, pero nos rasgamos las vestiduras antes noticias como estas y nos saca una sonrisa o cuando no una carcajada, otras que hablan o escriben sobre los homosexuales, sobre las mujeres o sobre las personas de color y también porque no sobre los gobiernos que son elegidos democraticamente. Un saludo mon ami
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