EL BANDOLERISMO EN ANDALUCÍA
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Joaquín Camargo Gómez
“El Vivillo”
1866 – 1929
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(SEGUNDA PARTE)
Con el dinero abundante y fácil que obtiene con el contrabando, Joaquín Camargo se embarca en una vida desordenada y viciosa en las tascas de Estepa, donde su quehacer era el vino y el juego, con el que pierde casi todo el dinero que había ganado. Eso le hace volver al contrabando en Gibraltar. Gana otra vez un pequeño capital, y con él, compra un par de mulos y arrienda unas tierras cerca de Écija para labrarlas, mientras continúa incansable con los alijos de contrabando, pero las malas cosechas de las tierras y sus vicios de vino y cartas en las tabernas, le hacen perder los caudales que gana.
Un día del mes de junio de 1892, provocado por un joven borrachín, sacan ambos las navajas y el contrabandista la clava en el pecho del oponente, que creyéndole muerto, huye y durante varios días cabalga errante por los alrededores de Estepa, hasta que se entera que el joven sólo está herido, pero aún así no se entrega a la Guardia Civil, que registra su casa en varias ocasiones, pero “El Vivillo” ha huido al campo de Gibraltar donde continúa con sus alijos. Allí permanecerá casi un año, hasta que recibe noticias de su mujer que le dice que su hija Carmencita de tres años, está muy enferma. Sin dudarlo un instante, monta en su caballo “Careto” y marcha a Estepa donde entra de madrugada. Al llegar a su casa, la niña agoniza y poco después muere; los padres lloran, la abrazan y besan, la amortajan y luego encienden unas velas rezando en silencio. Su esposa temerosa por la detención del marido, le pide que se marche; él niega con la cabeza diciendo:
- No temas, seguiré a tu lado. En Estepa no hay denunciadores.
No quería dejar sola a la esposa, con su dolor, y se queda unos días escondido en casa, seguro de no ser apresado. Pero una tarde mientras dormía, se vio sorprendido y despertado por una pareja de la Guardia Civil que lo amarran y llevan al cuartelillo, acusado de haber robado dos mulas y dos caballos que compró en el camino hacia Estepa, pero Joaquín, presenta los papeles de compra -¿verdaderos o falsos?- y el juez lo pone en libertad al día siguiente por falta de pruebas.
Un día del mes de junio de 1892, provocado por un joven borrachín, sacan ambos las navajas y el contrabandista la clava en el pecho del oponente, que creyéndole muerto, huye y durante varios días cabalga errante por los alrededores de Estepa, hasta que se entera que el joven sólo está herido, pero aún así no se entrega a la Guardia Civil, que registra su casa en varias ocasiones, pero “El Vivillo” ha huido al campo de Gibraltar donde continúa con sus alijos. Allí permanecerá casi un año, hasta que recibe noticias de su mujer que le dice que su hija Carmencita de tres años, está muy enferma. Sin dudarlo un instante, monta en su caballo “Careto” y marcha a Estepa donde entra de madrugada. Al llegar a su casa, la niña agoniza y poco después muere; los padres lloran, la abrazan y besan, la amortajan y luego encienden unas velas rezando en silencio. Su esposa temerosa por la detención del marido, le pide que se marche; él niega con la cabeza diciendo:
- No temas, seguiré a tu lado. En Estepa no hay denunciadores.
No quería dejar sola a la esposa, con su dolor, y se queda unos días escondido en casa, seguro de no ser apresado. Pero una tarde mientras dormía, se vio sorprendido y despertado por una pareja de la Guardia Civil que lo amarran y llevan al cuartelillo, acusado de haber robado dos mulas y dos caballos que compró en el camino hacia Estepa, pero Joaquín, presenta los papeles de compra -¿verdaderos o falsos?- y el juez lo pone en libertad al día siguiente por falta de pruebas.
"El Vivillo" con unos periodistas y el director de la cárcel de Córdoba |
Vuelve “El Vivillo” a contrabandear con todo lo que compra en Gibraltar: tabaco, telas… que luego vende por los pueblos de varias provincias andaluzas.
Mientras tanto, el día 19 de septiembre de 1893, en la carretera de Las Cabezas de San Juan a Villamartín, en el término de Jerez de la Frontera, a las nueve de la noche, cinco hombres con armas de fuego atacan unos carruajes donde viajan comerciantes que van a comprar ganados a la feria de Villamartín, y en la refriega uno de los ladrones cae herido por el disparo de un viajero. Se dice que entre los asaltantes está Joaquín Camargo “el Vivillo”. Los ricos viajeros son despojados de alhajas y dineros, y los asaltantes con un botín de más de un millón de reales, saltan sobre sus monturas y huyen veloces llevándose consigo al compañero herido de bala en el pecho.
Al día siguiente, la Guardia Civil inunda las calles de Estepa tras la pista de algunos de los autores de tan famoso robo. No hallan a ninguno de ellos, pero al cuarto día, en una de las batidas encuentran escondido al herido; José Castellano, en una casa en el campo cerca de Estepa. Interrogado, confiesa que dos de sus compañeros eran de Estepa, y nombra a Domingo Martín y a Joaquín Camargo “el Vivillo”.
La Guardia Civil los busca y ninguno aparece, pero pueden asegurar y confirmar que “el Vivillo” estaba en Estepa al día siguiente del atraco, y esto le exculpaba de la autoría del mismo, pues nadie se podía creer cómo iba a estar en su pueblo un día después habiendo salvado la distancia de más de dieciséis leguas (unos noventa kilómetros) que hay desde el lugar del asalto a Estepa, por intrincados caminos y veredas entre montes y escarpadas serranías; pero posteriormente, al ser encontrados a lo largo de ese trayecto varios caballos reventados de tanto correr, todo el mundo empezó a creer que era posible la hazaña llevada a cabo y posterior coartada presentada por el contrabandista, que desde entonces, gozó de una gran fama como el hombre más astuto, audaz , resistente y hábil de toda la comarca del viejo marquesado de Estepa.
Mientras tanto, el día 19 de septiembre de 1893, en la carretera de Las Cabezas de San Juan a Villamartín, en el término de Jerez de la Frontera, a las nueve de la noche, cinco hombres con armas de fuego atacan unos carruajes donde viajan comerciantes que van a comprar ganados a la feria de Villamartín, y en la refriega uno de los ladrones cae herido por el disparo de un viajero. Se dice que entre los asaltantes está Joaquín Camargo “el Vivillo”. Los ricos viajeros son despojados de alhajas y dineros, y los asaltantes con un botín de más de un millón de reales, saltan sobre sus monturas y huyen veloces llevándose consigo al compañero herido de bala en el pecho.
Al día siguiente, la Guardia Civil inunda las calles de Estepa tras la pista de algunos de los autores de tan famoso robo. No hallan a ninguno de ellos, pero al cuarto día, en una de las batidas encuentran escondido al herido; José Castellano, en una casa en el campo cerca de Estepa. Interrogado, confiesa que dos de sus compañeros eran de Estepa, y nombra a Domingo Martín y a Joaquín Camargo “el Vivillo”.
La Guardia Civil los busca y ninguno aparece, pero pueden asegurar y confirmar que “el Vivillo” estaba en Estepa al día siguiente del atraco, y esto le exculpaba de la autoría del mismo, pues nadie se podía creer cómo iba a estar en su pueblo un día después habiendo salvado la distancia de más de dieciséis leguas (unos noventa kilómetros) que hay desde el lugar del asalto a Estepa, por intrincados caminos y veredas entre montes y escarpadas serranías; pero posteriormente, al ser encontrados a lo largo de ese trayecto varios caballos reventados de tanto correr, todo el mundo empezó a creer que era posible la hazaña llevada a cabo y posterior coartada presentada por el contrabandista, que desde entonces, gozó de una gran fama como el hombre más astuto, audaz , resistente y hábil de toda la comarca del viejo marquesado de Estepa.
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