DESCANSA EN
PAZ,
AMIGO
FLORENCIO
Sobre las 4:30 horas de la madrugada de ayer domingo, el alma de quien voló con la imaginación escribiendo prosa, pero especialmente versos, inició su último vuelo al infinito; allá donde están las estrellas, donde van los espíritus creadores.
Allí escribirá y recitará sus poemas susurrando bajito, suavemente, como él hablaba.
Le conocí poco, aunque nos comunicábamos por correo electrónico.
Hace unos años, vinieron desde Corrientes, (Argentina) en visita a España, él y otro amigo a quien quiero mucho, Marcelo Daniel Fernández, también escritor.
Vivieron en mi casa dos o tres días, y con ellos dos me fui a enseñarles la Córdoba de los Omeya, donde visitamos sus calles y la Mezquita; anduvieron nuestros pasos por el suelo de Medina Azahara, la ciudad llena de hechizo donde vivieron los califas de Córdoba.
Vivieron en mi casa dos o tres días, y con ellos dos me fui a enseñarles la Córdoba de los Omeya, donde visitamos sus calles y la Mezquita; anduvieron nuestros pasos por el suelo de Medina Azahara, la ciudad llena de hechizo donde vivieron los califas de Córdoba.
Al día siguiente, fuimos a Granada, y allí visitamos las maravillas que se encierran tras las murallas y palacios de la Alhambra y el Generalife.
Pero lo que más me emocionó, fue verlo llorar. Verán ustedes: la casa de campo de la familia García Lorca en Granada, llamada "La Huerta de San Vicente" ha sido habilitada para ser visitada por turistas y amantes del poeta que en ella vivió.
Florencio era un anamorado de la obra de Federico; lo admiraba, casi lo idolatraba, y allí hay recuerdos del poeta por todas partes; su cama, el piano, los muebles del comedor, la cocina...etc. y muchas fotos. En una de aquellas fotografías se puede ver a Federico sentado junto a su madre, doña Vicenta, en un sofá que hay en el recibidor de la casa.
Alentado por mí, Florencio quería sentarse en el mismo lugar que estaba Federico, su ídolo; pero no se atrevía. Yo le insté una vez más, y para que quedase constancia gráfica del momento, pedí permiso -pues no estaba permitido-, para sacarle una foto en el sofá que usó el poeta granadino.
Y allí lo ví llorar de emoción por haber podido estar por unos segundos, sentado donde lo estuvo el poeta y dramaturgo que tanto admiraba.
Las demostraciones de agradecimiento hacia mí, fueron muchas por haber propiciado que este hombre tan sensible ocupara el mismo lugar que un día ocupó el cuerpo de Federico García Lorca en aquél sofá junto a su madre.
Descansa, Florencio; pero ya para siempre. Y tal vez, juntas tu alma y la de Federico, ¿quien sabe?; quizás escribiréis algunos poemas sentados uno junto al otro en la paz del infinito, mirando a los olivares junto a las estrellas, alumbrados sólo, por la luz de la luna.
Hasta siempre, amigo.
Un abrazo
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LA PERIODISTA Y ESCRITORA CORRENTINA, MONI MUNILLA,
HA SIDO QUIEN ME HA DADO HOY LA NOTICIA DE LA MUERTE
DE ESTE AMIGO.
ELLA ME HA ENVIADO EL POEMA QUE LE HA ESCRITO,
DEDICADO A SU MEMORIA, Y AQUÍ LO PUBLICO.
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LLUEVE EN SEPTIEMBRE
A mi amigo Florencio Godoy Cruz
Llueve en septiembre. Como si supiera,
el cielo se anuncia triste porque partiste.
Nos dejás el dolor de esta cálida ausencia,
que se abraza al nombrarte como si así estuvieras.
Eras un ser de luz. ¡Hacía tanto bien
sentirte cerca de la sombra y la palabra!
Venías con los ojos del mañana, afable y ligero,
el tiempo se quebraba en los instantes,
como si no existiera, como si así pudieras.
Llueve en septiembre. Mientras escribo y te pienso,
los pájaros se posan en tu recuerdo quieto.
Oigo que trinan sobre el jazmín y están alegres,
acaso si me vieran mojarme junto a ellos...
Me aflige persuadirlos y en su canto los dejo.
Estoy volviendo de la oración, cruzo las manos
como si germinara tu vida, como si así aplazara
el crucial momento de la despedida.
Llueve, septiembre no ha florecido hoy y todo es gris,
solo tu nombre trae consigo la fragancia
y en mi costado se hace la luz. Como si así entendiera.
___________________________
Moni Munilla
A mi amigo Florencio Godoy Cruz
Llueve en septiembre. Como si supiera,
el cielo se anuncia triste porque partiste.
Nos dejás el dolor de esta cálida ausencia,
que se abraza al nombrarte como si así estuvieras.
Eras un ser de luz. ¡Hacía tanto bien
sentirte cerca de la sombra y la palabra!
Venías con los ojos del mañana, afable y ligero,
el tiempo se quebraba en los instantes,
como si no existiera, como si así pudieras.
Llueve en septiembre. Mientras escribo y te pienso,
los pájaros se posan en tu recuerdo quieto.
Oigo que trinan sobre el jazmín y están alegres,
acaso si me vieran mojarme junto a ellos...
Me aflige persuadirlos y en su canto los dejo.
Estoy volviendo de la oración, cruzo las manos
como si germinara tu vida, como si así aplazara
el crucial momento de la despedida.
Llueve, septiembre no ha florecido hoy y todo es gris,
solo tu nombre trae consigo la fragancia
y en mi costado se hace la luz. Como si así entendiera.
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Moni Munilla
Que su alma encuentre la luz que necesite.
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