"El siguiente artículo fue publicado en este blog el día 26 de junio de 2008, cuando ETA anució un cese el fuego permanente; pero hoy domingo cinco de septiembre, la actualidad lo hace tan vigente como el día que se escribió hace más de dos años, al haberse publicado un vídeo-comunicado de la banda terrorista ETA, en el que anuncia una nueva tregua; una más de las muchas que lamentablemente luego se han roto, rompiéndose con ellas las esperanzas de la gente de Euskadi y de toda España, que tienen, tenemos el derecho a vivir en paz sin los miedos y zarpazos del terrorismo que ocasiona a tantas familias la desgracia por la muerte de sus seres queridos.
Ojala, esta vez sea verdad, se cumpla la palabra, haya buena voluntad por todas las partes, y por fin cese la violencia y llegue la paz tan deseada a las tierras del País Vasco".
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¿Será el tan ansiado principio del fin?
Fotografía del vídeo enviado por ETA a la BBC de Londres
Como casi todo el mundo sabe a estas horas, hoy se ha hecho público un comunicado de la banda terrorista ETA, en el que se anuncia una tregua o alto el fuego “permanente”
Yo, personalmente, me uno a la casi totalidad de los españoles que tienen buenos deseos y sentimientos, que son personas de bien, que hubiesen preferido que el cese de la violencia, la tregua anunciada, el alto al fuego o como queramos llamarlo, hubiese sido anunciado como “definitivo”.
Pero lo llamado permanente, es mejor y se prefiere siempre, a que no haya nada anunciado y sigan la extorsión, el coche bomba, el tiro en la nuca, el secuestro…y en definitiva, el terror y la muerte.
Se abre una nueva etapa, parece ser que ahora hay nuevas y renovadas esperanzas de que se llegue al final de la violencia que entristece y arruina al País Vasco y a toda España.
Nada podemos hacer los ciudadanos de a pie para contribuir a que este proceso de paz que Dios mediante comenzará pasado mañana día 24, llegue a buen puerto y se vislumbren pronto la concordia, el orden y la tan deseada reconciliación de todas las partes en conflicto. Pero si poco o nada podemos hacer por no tener los medios que facilitarían esa labor, sí podemos tener fe y esperar que aquellos que tienen en sus manos la facultad y el poder para resolver la crisis, hagan bien y libremente su trabajo sin ser molestados ni criticados por ello.
Ojala el Gobierno de la nación tenga el tino suficiente para comenzar bien, y terminar mejor, el proceso dificilísimo de negociación que se le viene encima.
Va a ser muy difícil, pero si se consigue, habrá que felicitar al Gobierno y a su Presidente por culminar lo que llevamos intentando hace más de treinta años.
No hay que olvidar nunca, que esto que ahora comienza con el esperanzador anuncio de una tregua, no es, sino la consecuencia del duro trabajo de la lucha incansable contra la violencia, que han venido desarrollando los diferentes Gobiernos que hemos tenido desde que iniciamos la época de la Democracia, y que a todos por igual habría que felicitar por lo que se ha anunciado hoy, a medio día. Las fuerzas de Seguridad del Estado han hecho su labor perseverante en esa lucha, para combatir y erradicar a la banda de ETA, y hoy, ellos y nosotros, debemos felicitarnos por el paso dado.
Los que nos hallamos lejos de la zona del conflicto, no sabemos apreciar el estado de tensión en el que viven aquellas personas a las que se les martiriza con vivir en continuo sin vivir, y hay, hasta quienes han brindado porque la esperanzadora nueva que se anuncia, llegue a darles la paz y la tranquilidad de poder pasear por las calles de su pueblo sin escoltas ni temores de recibir un tiro en la nuca, o ser secuestrado.
Por ellos brindo yo también. Por todos aquellos que viven con el temor metido en sus corazones, que ya al fin –Dios lo quiera–, podrán vivir en paz.
No entremos en políticas de discordias entre partidos, y unamos todos los esfuerzos para que esta nueva puerta a la esperanza, se abra y traiga lo que tanto ansiamos.
No critiquemos por puro egoísmo a quienes lo consigan; pues todos por igual tienen el merecimiento de haber intentado acabar lo que ahora se empieza.
Esperemos que la generosidad política se haga patente, y tanto el Gobierno como la oposición y el resto de los partidos, concentren sus esfuerzos al unísono para lograrlo.
Ojala la cautela, la prudencia y el buen hacer, guíen los pasos que a partir de ahora tengan que dar aquellos que sean los encargados de negociar –y no ceder–, para que lleguen a buen puerto las esperanzas de todos los españoles, gente de bien que ha sido machacada durante tantos años, por el zarpazo del terror.
Sin olvidarnos nunca de la sangre inocente que se ha derramado tan salvajemente como consecuencia de la sinrazón.
Dios quiera que termine ya tanta barbarie.
Yo, personalmente, me uno a la casi totalidad de los españoles que tienen buenos deseos y sentimientos, que son personas de bien, que hubiesen preferido que el cese de la violencia, la tregua anunciada, el alto al fuego o como queramos llamarlo, hubiese sido anunciado como “definitivo”.
Pero lo llamado permanente, es mejor y se prefiere siempre, a que no haya nada anunciado y sigan la extorsión, el coche bomba, el tiro en la nuca, el secuestro…y en definitiva, el terror y la muerte.
Se abre una nueva etapa, parece ser que ahora hay nuevas y renovadas esperanzas de que se llegue al final de la violencia que entristece y arruina al País Vasco y a toda España.
Nada podemos hacer los ciudadanos de a pie para contribuir a que este proceso de paz que Dios mediante comenzará pasado mañana día 24, llegue a buen puerto y se vislumbren pronto la concordia, el orden y la tan deseada reconciliación de todas las partes en conflicto. Pero si poco o nada podemos hacer por no tener los medios que facilitarían esa labor, sí podemos tener fe y esperar que aquellos que tienen en sus manos la facultad y el poder para resolver la crisis, hagan bien y libremente su trabajo sin ser molestados ni criticados por ello.
Ojala el Gobierno de la nación tenga el tino suficiente para comenzar bien, y terminar mejor, el proceso dificilísimo de negociación que se le viene encima.
Va a ser muy difícil, pero si se consigue, habrá que felicitar al Gobierno y a su Presidente por culminar lo que llevamos intentando hace más de treinta años.
No hay que olvidar nunca, que esto que ahora comienza con el esperanzador anuncio de una tregua, no es, sino la consecuencia del duro trabajo de la lucha incansable contra la violencia, que han venido desarrollando los diferentes Gobiernos que hemos tenido desde que iniciamos la época de la Democracia, y que a todos por igual habría que felicitar por lo que se ha anunciado hoy, a medio día. Las fuerzas de Seguridad del Estado han hecho su labor perseverante en esa lucha, para combatir y erradicar a la banda de ETA, y hoy, ellos y nosotros, debemos felicitarnos por el paso dado.
Los que nos hallamos lejos de la zona del conflicto, no sabemos apreciar el estado de tensión en el que viven aquellas personas a las que se les martiriza con vivir en continuo sin vivir, y hay, hasta quienes han brindado porque la esperanzadora nueva que se anuncia, llegue a darles la paz y la tranquilidad de poder pasear por las calles de su pueblo sin escoltas ni temores de recibir un tiro en la nuca, o ser secuestrado.
Por ellos brindo yo también. Por todos aquellos que viven con el temor metido en sus corazones, que ya al fin –Dios lo quiera–, podrán vivir en paz.
No entremos en políticas de discordias entre partidos, y unamos todos los esfuerzos para que esta nueva puerta a la esperanza, se abra y traiga lo que tanto ansiamos.
No critiquemos por puro egoísmo a quienes lo consigan; pues todos por igual tienen el merecimiento de haber intentado acabar lo que ahora se empieza.
Esperemos que la generosidad política se haga patente, y tanto el Gobierno como la oposición y el resto de los partidos, concentren sus esfuerzos al unísono para lograrlo.
Ojala la cautela, la prudencia y el buen hacer, guíen los pasos que a partir de ahora tengan que dar aquellos que sean los encargados de negociar –y no ceder–, para que lleguen a buen puerto las esperanzas de todos los españoles, gente de bien que ha sido machacada durante tantos años, por el zarpazo del terror.
Sin olvidarnos nunca de la sangre inocente que se ha derramado tan salvajemente como consecuencia de la sinrazón.
Dios quiera que termine ya tanta barbarie.
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