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Se cree que tales niños maltratadores, han sido a su vez víctimas de malos tratos, y otros, han sufrido el desarraigo familiar, ocasionado quizás por el divorcio de los padres o las continuas discusiones entre éstos. O al menos, eso dicen algunos expertos en el tema. Pero lo que sí resulta inadmisible, es que ocurra esto. ¿Adónde llegaremos, si se permite que los hijos atemoricen y maltraten a los padres? ¿Hemos descuidado –me refiero a la sociedad en general- la educación de los hijos en los valores ancestrales que deberían regir en toda sociedad culta y civilizada? ¿Ha perdido el rumbo la juventud actual, como causa de la carencia de esos valores? ¿Se ha “relajado” por parte de la comunidad educativa y de los propios padres, la formación educacional de los niños, que luego serán los jóvenes que tantos problemas acarrean a la sociedad con su rebeldía y mal comportamiento? Lo que sí parece cierto es que en una gran parte de los jóvenes falla el respeto que se debe dar a los mayores. ¿Dónde está ese fallo? A los sociólogos y psicólogos les correspondería averiguar –aunque ya lo saben- cuales son las columnas de la sociedad que se resquebrajan, anuncian o presentan ruina haciendo desmoronarse las bases que soportan los sólidos pilares de la convivencia, la educación, el respeto y los valores positivos que parece haberse perdido, sobre todo en una gran parte de nuestra juventud.
Afortunadamente para nosotros, no todos los chicos son así, y hay jóvenes que merecen ser sacados de ese saco. A los progenitores, también les correspondería una mayor cuota educacional que la que algunos padres tienen, y los hay que defienden a ultranza a sus hijos cuando alguien les va con una queja sobre ellos por alguna mala acción que hayan cometido, y es entonces, cuando esa defensa, o ese amor propio –que considero el peor de todos los amores-, les hace estar ciegos ante la realidad del comportamiento del hijo cuando está fuera de casa y el padre ni se entera de las “hazañas” que el niño comete. Después, no se quejen si así de mal les va. Una buena bofetada a tiempo, evita en el futuro muchísimos males peores. Que sin duda, vendrán.
Nadie quiere menos a su hijo por darle el correctivo que en el momento oportuno y en su justa medida merezca. Hay niños “mocosos” -y esto es lo inadmisible-, que amenazan a sus madres con demandarlas al defensor del menor, si ésta le da un tortazo. Así nos va el pelo, señores, con semejantes infantes tan doctos en leyes y derechos; mas no en obligaciones.
Quizás nuestra sociedad haya avanzado a pasos agigantados respecto a la defensa y preservación de los derechos del menor; pero… ¿donde quedan los derechos de los padres, y los derechos a veces pisoteados de las madres víctimas de los malos tratos de los hijos?
¡Ah! Cuestión será, de meditarlo un poquito, a ver qué nos dice la conciencia... o la razón.
Antonino siempre he dicho que dos tortazos a tiempo, quitan muchos problemas en el futuro y enderezan el olivo y no hacer demagogia barata
ResponderEliminarUn pueblerino