MALDITA INSPIRACIÓN,

QUE NO VIENE

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Hoy es uno de esos días en los que uno se siente abandonado por el fenómeno que algunos escritores románticos denominaban como “las musas”. Y eso se nota, ya que por más que lo quieras, ninguna idea se asienta en tu mente, y tu capacidad para dar rienda suelta a la imaginación como instrumento capaz de hilar una historia, se ve mermada y es inútil insistir, pues nada viene a tu sentido del intelecto, ni tus dedos son capaces de dirigirse con desenvoltura y buen tino al teclado, para aporrearlo y enhebrar unas cuantas frases coherentes.
Suele ocurrir. Hay días así, y eso no quiere decir que quien escribe y crea historias noveladas, artículos, cuentos o cualquier otra obra literaria, haya perdido la capacidad de escribir y expresar sentimientos y sensaciones a través de las letras, pensándose de él como diría Cervantes, que “sus mientes” se han secado y ya no dan fruto. No.

Yo, a un hecho puntual como este, lo llamaría “tener un mal día ” o “tener algo espesa y torpe la mente”, pero aclaro que sólo para escribir; pues no obstante, las facultades de pensamiento, percepción y raciocinio están intactas y capacitadas, y aunque la inspiración para hilvanar letras y palabras haya huido, la reflexión no se marcha ni cesa, y en algunas ocasiones, hasta arremete contra ti para que pienses cómo -a veces-, está de mal el mundo y la gente que lo habitamos.

Las noticias sociales y políticas te alarman. El hambre en África y otros lugares, la guerra entre hebreos y palestinos y las persecuciones en algunas partes del Planeta, te abaten y entristecen. Los terribles datos de los índices del paro (más de tres millones doscientas mil personas en España), y el consiguiente drama de las familias que lo sufren, te agobian. La oposición política, que no hace más que criticar y acusar, diciendo lo mal que lo hace el Gobierno, sin detenerse a dar soluciones efectivas arrimando el hombro solidariamente para paliar la grave situación, y sin pararse a cavilar cómo resolverían ellos el problema, si les hubiera tocado en suerte –o por desgracia-, gobernar el país en el contexto de estas condiciones de crisis mundial.

Todas son malas noticias. Hoy, se cae la estructura del techado de un polideportivo en una localidad barcelonesa, y mueren varios muchachos jóvenes. ¿Cómo estarán sus padres? Pienso.
Secuestran en Marbella a un hombre septuagenario para pedir un elevado rescate, y lo hallan muerto, amordazado y atado a unas tuberías. ¿Por qué razón? Pienso.
Ayer un joven de unos treinta años que al parecer sufría trastornos depresivos, comete el más terrible de todos los crímenes: el parricidio. Y mata a golpes a sus padres.
También ayer en Bélgica, un loco asesino entra a una guardería y quita la vida a tres niños de corta edad y a una de sus cuidadoras. ¿Qué hicieron esos niños? Me callo, y sigo pensando.
Y así casi todo.

Pero en medio de tanto mal, algunas noticias te alegran y confortan haciéndote pensar afortunadamente en la bondad de las acciones y el buen corazón de ciertas personas, (son llamadas algo así como “los ángeles de la noche”), que en la ciudad de Málaga, se reúnen -son varias mujeres y hombres de edad madura-, y dedican su tiempo haciendo bocadillos y café con leche caliente, y de ocho a diez y media de la noche, lo dan a los más pobres y necesitados que hasta ese lugar van y recogerlos, y que no tienen techo donde dormir, para que al menos, ninguno de ellos pase hambre en estas noches de tremendo frío. Después van a la estación de autobuses, y allí reparten lo sobrante entre aquellos indigentes que duermen sobre el duro suelo, y bajo el frío calor de unos cartones.
También supe ayer que en la ciudad de Sevilla, los servicios sociales y voluntarios de Protección Civil, van por calles, zaguanes y cajeros bancarios, tratando de llevarse de allí a los “sin techo”, para que en estas gélidas noches duerman dignamente como personas, sobre una cama y bajo unas mantas.
Afortunadamente, no todo es malo; y al final, ¡mire usted por dónde! las “musas” me han hecho escribir sobre cosas que perturban y rebelan mi ánimo, me dan que pensar… y me hacen sufrir.
Ahora, si pueden, déjense caer en los brazos de Morfeo para que el dios del sueño, les adentre en su mundo oscuro, y les haga delirar con cosas agradables y hermosas, pero irreales, que no ocurren más que en las quimeras oníricas, y no en la vida cotidiana donde a veces, la perversidad y las desgracias cada vez se hacen más fuertes.
Así están, el Mundo y las gentes.

Buenas noches..., y no piensen demasiado.